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Naomi Campbel

Drama. Documental Yermén es una transexual en sus mediados treinta que trabaja como tarotista y vive en la emblemática población La Victoria. En busca de una reasignación de sexo decide probar suerte en un programa de televisión sobre cirugías plásticas, donde conocerá a una enigmática inmigrante que desea operarse y ser igual a Naomi Campbell. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
16 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el barrio de La Victoria, en los márgenes de la ciudad de Santiago vive Yermén, ella es tarotista en un call center esotérico, activista y lucha para poder hacerse la cirugía que convierta su cuerpo en el de una mujer.

En un casting para un reality televisivo que podría cumplirle el añorado anhelo, conoce a Naomi Campel, una inmigrante colombiana que busca parecerse lo más posible a su idolatrada súper modelo.

Entre los límites de la ficción y el documental, Videla y Donoso muestran a Yermén en su diario acontecer, ya sea leyendo las cartas del tarot por teléfono, en charlas con vecinos, que muestran la intolerancia y la ignorancia de gran parte de la población respecto a formas de vida diferentes, y también la muestran en momentos que comparte con su pareja o en una especie de rito donde pide ayuda para lograr su sueño.

Pero es en las imágenes que han sido capturadas en primera persona por la propia Yermén con una cámara casera, donde se logra ver sus momentos más íntimos y personales, permitiendo un mayor acercamiento a la esencia del personaje.

Como en un juego de espejos, Yermén y Naomi intercambian sus puntos de vista en cuanto a sus respectivos sueños, en una sala de espera y ante la mirada burlona de los demás. No es casual que el título de la película se refiera a este personaje secundario.

Un relato necesario respecto a la búsqueda de la verdadera identidad; inquieto desde su propuesta, resulta un film poderoso y cautivante.
Quique Mex
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8 de julio de 2019
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Llega el estío, y con él, las ansías renovadas de recuperar la actividad perdida en esta web. Como bien sabréis los seguidores más fieles, en 2019 me estoy implicando mucho en mi faceta de divulgador cinematográfico en Youtube. Uno de los aspectos negativos que ha conllevado ha sido poder dedicarle menos tiempo a estas críticas escritas. Pero me debo a este proyecto, el navío madre y la punta de lanza de mi actividad, y de un modo a otro siempre me podréis seguir leyendo. Por ello, allí dónde hace más de dos meses que no teníais ninguna reseña del Unknown, ahí van dos en una semana. El Unknown, ya sabéis, ese festival casero de cine ignoto organizado con amigos críticos. Un viaje de cine que deja siempre pinceladas de interés, pero que no acaba de arrancar en términos de calidad neta. El siguiente filme que pude ver en su totalidad de la programación resulta muy oportuno para estas fechas, en las que se celebra en Madrid la multitudinaria fiesta del Orgullo. Esta era el documental chileno Naomi Campbel, película más votada de la selección del gran Manuel Barrero. Filme del que poco sabía más allá de la sinopsis, pero que tenía considerable buena pinta. El visionado se produjo con demora, pero con esperanza. Y pese a que más que nunca aprecio objetivamente las beldades técnicas y expresivas de las producciones, pocos elementos encontré en esta para el solazamiento. Del que hoy os hablo es un documental directo y costumbrista, tan honesto como también escaso en matices. Un calvario en vida tan seco como inane.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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21 de marzo de 2021
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Estrenada en el Festival de Valdivia y con un posterior paso por certámenes de diversas latitudes, esta película es una producción surgida de una co-producción entre la Universidad Católica y la Universidad Mayor), cuya realización estuvo a cargo de dos jóvenes cineastas que compartieron la dirección. Como es cada vez más habitual en el cine chileno reciente, en "Naomi Campbel" Nicolás Videla y Camila José Donoso entrecruzan el documental y la ficción para contar una historia anclada en la realidad; curiosamente acá la protagonista no es la inmigrante que da el título a la película y es conocida así por su supuesto parecido con la célebre modelo británica, sino Yermén, transexual que vive en la población La Victoria, se gana la vida leyendo las cartas a la distancia a través de las líneas de un portal de tarot y tiene la intención de hacerse una cirugía para hacer más definitivo su cambio de sexo, aunque como no tiene los medios para hacerlo, está considerando la posibilidad de entrar a un reality de operaciones.

Yermén ya se considera a sí misma mujer, piensa que la operación sería una suerte de "regalo" para ella y está decidida a reinventarse después de la cirugía, dejando las cartas y buscando un nuevo entorno; aunque demuestra ser una persona fuerte, segura de sí misma y que valora su independencia, de todos modos siempre se relaciona de manera abierta y directa con los demás, tanto con algunas amigas con quienes comparte en reuniones sociales, como con Fernando, el joven que parece ser su amigo y ocasional amante. Y su refugio interno y espiritual también es importante, tanto en el fervor religioso que demuestra en el altar de sincretismo al que se encomienda habitualmente, como en ese inmenso tronco que sobrevive como recuerdo de un añoso árbol que fue cortado, y que ella considera una especie de templo o un rehue como los de la ancestral cultura mapuche.

Cruzando a personas reales como Yermén con un actor como Camilo Carmona encarnando a Fernando -quien ya demostró su talento fílmico al protagonizar "La chupilca del diablo" junto a Jaime Vadell- y entremezclando en algunos momentos situaciones cotidianas con los registros audiovisuales realizados por la propia protagonista, los directores entregan un trabajo interesante, humano y respetuoso, en especial como registro tanto de una realidad íntima y privada, como también de la existencia diaria en un entorno humano como La Victoria. Es digna de destacar la fluidez con que conviven el documental y la ficción, así como la sobriedad con que se despliega la película, que esquiva las aristas más sórdidas o provocadoras de este tema y opta por abordarlo de manera natural; pero de todos modos queda la impresión de que el resultado se queda en la superficie y podría haber profundizado aún más en su personaje principal, así como en quienes la rodean y el contexto en que se desenvuelven. Más allá de estas apreciaciones subjetivas, es importante que el cine chileno esté abriéndose cada vez más a tratar estas temáticas, asumiéndolas como parte de su sociedad actual.
Lawrence
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