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La estrategia del silencio

7,4
220
Documental Crónica de los nueve años de lucha de los familiares de las víctimas del accidente de metro de Valencia de 2006, durante los cuales expusieron la corrupción, los intentos de compra de voluntades del gobierno y el servilismo de los medios de comunicación. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
29 de mayo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 3 de julio de 2006 ocurrió el fatídico accidente de metro de Valencia. Ese día comenzó la lucha de las familias contra un sistema corrupto e hipócrita que quería esconder la verdad en un baúl y enterrarlo con palas de silencio bajo el olvido para siempre. La historia se repite, el ciclo gira. Este documental es un homenaje a héroes y victimas. Familias que lucharon por la verdad absoluta. Por no caer en el olvido y hacer justicia. Para que no vuelva a ocurrir.

Siempre que recuerdo ese accidente no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas por las víctimas. Valenciano de nacimiento siento ese dolor de las victimas muy cercano. Siento la impotencia de las familias. Siento profunda vergüenza que algo así ocurra en estos tiempos. Siento no haber ayudado en esa lucha personal. Me siento en cierto modo culpable pues tendríamos que haber plantado cara a lo que aquí estaba ocurriendo. Señores estamos hablando de televisiones que hablaban con una sonrisa en el rostro de la visita del Papa mientras el horror estaba ocurriendo bajo la ciudad. De políticos que no daban la cara. De proposiciones repugnantes para callar las víctimas. Estamos hablando en pocas palabras del mal humano. Si, en nuestra política, nuestra sociedad, nuestros medios. Callados y complacientes en una simbiosis autodestructiva e insana.

Este documental no solo es otro documental del accidente de metro. Es del ciclo infinito. Las batallas que se repiten por siempre como una maldición. Del bien y el mal. De la verdad y la mentira. De la lucha y el conformismo. Quizás en el he sentido algo profundo. Trata sobre la naturaleza humana. Y un homenaje a los héroes de esta sociedad, luchadores y perseverantes. Un homenaje a las víctimas. Un puñetazo al olvido. Un respeto a la verdad.

No puedo ser 100% objetivo con este documental. Siento que toca un tema profundo, una herida social de nuestra ciudad, de nuestra tierra, que nunca ha llegado a cicatrizar. Lo recomiendo de verdad. Es un trozo de historia, que tiene más de lo que aparenta. Debería ser obligatorio en secundaria.

En lo técnico el documental me parece buenísimo. Tanto guión, como la documentación me parece correcta. Quizás se eche en falta algo de voz “del otro lado”, pero conociendo la actitud que suele tener la otra parte (directivos, políticos…) en el trato de estos temas, no me extrañaría que se negaran a aparecer en un documental donde se ponga en evidencia tales negligencias accidentales y otras premeditadas. Las cuales aumentaron las posibilidades (y ocultaron los hechos), en mayor o menor medida, del fatídico accidente. Dicho de otra manera los posibles responsables no aparecen directamente en este documental. Solo vemos las imágenes recurso. Pero dada su cobardía en otros temas, repito, no me sorprende.

Ojala acabe esta batalla infinita y los héroes y los valientes sean más que los hipócritas y cobardes. Nos queda mucho que limpiar en este trocito de España. Quizás este documental nos ayude al menos a limpiar algo en nosotros mismos, a pequeña escala. Ojalá ayude a cerrar la herida. Eso si espero que deje cicatriz, para que no se olvide nunca y no vuelva a ocurrir.
Ganon_dark
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31 de mayo de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo cierre de la causa judicial sobre el accidente del metro de Valencia que costó la vida de 43 personas ha coincidido con la emisión del documental que repasa el calvario de víctimas y familiares por hacerse oír. El título de La estrategia del silencio apunta hacia la versión oficial impuesta a golpe de amenaza, opacidad y desprecio en esa Valencia en vísperas de recibir al papa Benedicto, cuando el uso propagandístico de los actos emparentaba la religiosidad con valores de la fórmula 1 y las copas de vela.

Luego hemos sabido que los responsables del gobierno utilizaron las ceremonias de creyentes para robar y desviar fondos desde las arcas públicas al bolsillo privado. Al día de hoy no ha habido reacción de la alta jerarquía eclesial española, siempre atenta a descalificar las actitudes políticas que le son inamistosas, pero no tanto los comportamientos anticristianos de quienes rentabilizan en su acción política un supuesto abrazo de esos principios morales.

Curiosamente, el documental ahonda en una veta inhabitual en la denuncia social: la responsabilidad de los medios. La reapertura de la investigación, que aportó datos escalofriantes, se produjo gracias a la potencia mediática que alcanzó uno de los espacios de Jordi Évole. De manera casi azarosa, los espectadores disfrutaron de esa mítica llamada telefónica donde Juan Cotino presuntamente se volatilizó en su hermano y, en continuidad guiñolesca, optó por el vergonzante silencio que recomendaba la estrategia bendecida por mayorías absolutas. Con anterioridad, los medios públicos, en particular la televisión valenciana, protagonizaron uno de los actos de sumisión y ausencia de responsabilidad que tanto daño hacen en la profesión. Las coacciones se amparan en la precariedad laboral y el poder chantajea con el empleo público, convertido en ciertos sectores en premio o castigo a las fidelidades.

Hoy sabemos que la corrupción mata. Que la cuenta en Suiza, el desvío de fondos, la apropiación de lo público, la mordida concursal, la financiación ilegal del partido y la impunidad en sociedades tejidas por el clientelismo no provocan tan solo enriquecimientos personales obscenos y un desgaste institucional bien dañino. Provocan también muertos, víctimas de los recortes, el abandono y la rapiña, que afectan a los sistemas de protección, seguridad, infraestructura y bienestar social. El silencio es el ecosistema ideal para que se fortalezcan estos desmanes. La justicia es la otra pata coja del asunto. ¡Ay!, la justicia, señor ministro.
Daniel Fabra
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27 de mayo de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se intentó ocultar todo y afortunadamente no lo consiguieron.

El primero que dio un impulso para que esta tragedia no quedara en el olvido fue Jordi Évole en un episodio de "Salvados" que fue maravilloso y nos iluminó a todos. Destapó tantas mentiras, encubrimientos, corrupciones, maldades...que parecía que estábamos viendo una película de terror.

Este documental amplía todo lo que hizo Évole y me parece más completo y esclarecedor, con una cronología de los hechos mejor explicada.

Además nos muestra el impacto que tuvo el "Salvados" de Évole sobre la sociedad española (especialmente la valenciana) que salió de su letargo y ceguera.

Es muy necesario. Estamos bajo el yugo de gente mezquina y sin ningún tipo de humanidad (me da igual que sean de izquierdas, centro o derechas). Es desolador ver cómo la muerte de tanta gente fue en vano. Esas muertes no podían salpicar a esos políticos corruptos y sinvergüenzas con una falta de ética y moral pasmosa; tampoco a la Iglesia, faltaría más! y qué decir de los periodistas mercenarios al poder del partido político que gobierne en cada legislatura. Bochornoso.

Menos mal que hay gente como Beatriz Garrote. El documental es prácticamente una oda a su valentía, su lucha, su esfuerzo titánico para derrocar a tantos "goliats" y su trabajo inconmensurable al frente de la Asociación de Víctimas del Accidente de Metro de Valencia de 2006.

No le doy más puntuación porque la primera parte del mismo es una repetición constante de lo emitido previamente por Jordi Évole y porque peca de abusar del protagonismo de Beatriz Garrote (en mi opinión debería de haber enfocado la historia de manera más general).
Aún así es bastante bueno y esperanzador.
Nuriette
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8 de septiembre de 2023
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Reconozco que empecé a ver este documental por casualidad, sin saber de qué iba. Enseguida me di cuenta de que trataba del accidente de metro que hubo en Valencia, el 3 de julio de 2006. Ya ni me acordaba. Poco a poco me fui metiendo en la historia, y al final sucedió lo inesperado, que me atrapó, y luego incluso más, que me emocionó, en la parte final. Técnicamente no es gran cosa, pues abusa de entrevistas, primeros planos, lo típico en estos documentales de denuncia, y este lo es. Si uno espera ver algo "artístico", que se olvide. Lo que importa aquí es ir a los hechos, la exposición de lo que ocurrió, y esto es lo que tenemos en la primera mitad. Las imágenes hablan por ellas solas. Es curioso, porque antes sucedían cosas horribles en los veranos, en aquellos primeros años del siglo XXI. Y últimamente, lo único que tenemos es un calor agobiante, muchos cotilleos tontos y muchos mosquitos, aparte el fastidio turístico de siempre, de antes de la pandemia quiero decir. Pero en aquellos años, raro era el verano en que no ocurría una tragedia (accidente del Spanair, tren que descarriló cerca de Santiago, etc.). Pues bien, en ese verano 2006, y en la ciudad de Valencia, hubo majao. Es lo que se nos indica al principio. El 8 y 9 de julio iba a tener lugar el V Encuentro Mundial de las Familias, con la visita de Su Ilustrísima el Sumo Pontífice Benedicto XVI, el Papa de entonces. Joder, que esto parece la prehistoria. Pero sí, era el Acontecimiento del verano, y todos los preparativos estaban en marcha, y la ciudad parecía en estado de guerra, con tanto policía y tanto control y desvío del tráfico y demás zarandajas. Claro que, para un no valenciano como yo, esto la verdad es que me traía sin cuidado. Por eso no me acuerdo. Pero díselo a un valenciano, si se acuerda de aquella movida... Bueno, pues resulta que el hombre propone y Dios dispone, porque unos días antes, va y ocurre esta tragedia, que conmocionó a la ciudad y a España entera. Un convoy de la Línea 1 descarriló, a la altura de la estación de Jesús. Decir que hubo 43 muertos y 47 heridos graves. Fue uno de los accidentes más graves en la historia del metro, en nuestro país, y también en Europa, y el cuarto más grave del mundo, por el número de muertos. Es decir, que no fue moco de pavo.

La ciudad quedó conmocionada. Entonces gobernaba el PP en la ciudad y en la región. Estaba Rita Barberá de alcaldesa, y Francisco Camps de presidente de la Generalitat Valenciana, estuvo desde junio de 2003 hasta julio de 2011. O sea, que la región valenciana estaba tomada por el PP, y por eso pasó lo que pasó. El documental nos muestra los hechos, los simples hechos, eso que todos los valencianos conocen, y el resto en España, algo menos, y yo lo había olvidado. Pero claro, poco a poco me fui metiendo en la historia, y no pude por menos de sentir rabia, cuando en el juicio por lo que pasó, no salió nadie condenado, sólo se dictaminó que el tren iba a 90 km / hora cuando tendría que haber ido a la mitad, por eso descarriló. En cierto momento, más adelante, un técnico dice que, si se hubiese colocado un sistema de seguridad, de frenado automático o algo así, se podría haber evitado el accidente. Un poco como lo que pasó en Santiago, con aquel tren, culpa del maquinista que iba follao, como quien dice..., tendría que haber ido a la mitad de la velocidad. Al final, lo que suele pasar en estos casos: accidente técnico, no se pudo evitar, es imposible evitar un accidente de estas características, y bla bla bla. La Comisión, es lo que dijo. Y la Asociación de Víctimas, saliendo a la calle, para protestar, para recordar también lo que pasó.

La segunda parte del documental es un pequeño show de Beatriz Garrote, y es aquí cuando el documental coge vuelo, y se convierte en algo emotivo. No es sólo la intervención de Jordi Évole, el estupendo periodista de Salvados, cuya emisión hizo que la gente saliera por fin a la calle en masa. Es el coraje de esta mujer, presidenta de la Asociación, una mujer valiente, con una fuerza y un brío tremendos, con mucha labia y una pasión inigualables, que se come al resto de participantes y miembros afectados. Es, en esta parte final, que uno se emociona, aunque no sea valenciano. Ese hombre, junto a su hija ya adolescente, diciendo que ir a la plaza cada vez, era como ir al entierro de su mujer, cada vez. Beatriz, recordando a su hermana Maika, al final. Esa foto, de ella con su hija en brazos, y su hermana al lado, es la imagen final de un testimonio conmovedor. Hacen falta más mujeres como Beatriz. Gracias, Beatriz.

Como ya he dicho al comienzo, técnicamente el documental no es gran cosa: hay un exceso de entrevistas, primeros planos, y a veces se acerca bastante al reportaje apresurado, de las simples noticias periodísticas. Presenta mucho material de archivo, del accidente en sí, y también de la venida del Papa a Valencia. La primera parte bascula entre las entrevistas-declaraciones de los implicados, y el material de archivo. Se echa de menos alguna que otra información, pero cumple bastante su cometido, meramente informativo. Como ya dije, no estamos ante un documental artístico o elaborado, se va a los puros hechos, a lo que importa. Al grano siempre. En la segunda parte, que recoge básicamente la lucha de la Asociación de Víctimas del accidente del metro de Valencia del 3 de julio de 2006, el director se vale de un montaje eficaz, que sigue a los personaje (sobre a todo a la mencionada Beatriz Garrote) por su día a día reivindicativo, a modo de diario visual de los acontecimientos. Aparecen los de la otra parte, los políticos y demás, pero por desgracia no hablan apenas, y todo queda un poco descompensado. Como la lucha tremenda de las víctimas en pos de la compensación, la inútil reposición de las vidas idas para siempre. A pesar del tono un tanto adusto, el director, los guionistas y la fotografía consiguen emocionar al espectador. Que de eso se trata, a fin de cuentas.
Lukas
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