El árido verano (Dry Summer)

Los amantes de cine asiático están acostumbrados a seguir a ciertos directores de varias cinematografías, digamos, fijas. Kurosawa no se le escapará a ningún seguidor del cine japonés, al igual que Ozu o Mizoguchi a los más clásicos, o Kitano y Miike a los modernos. Park Chan Wook representa el modelo de director coreano contemporáneo para la mayoría de la gente, quedándose otros como Hong Sang Soo a la sombra, siendo mucho menos conocidos, pero apreciados por otro espectro de usuarios más, digamos, especializado. El cine turco no tiene sus grandes maestros reconocidos. Obviando la película "Yol" y la filmografía de Ceylan, el país euroasiático no puede presumir de tener una cinematografía rica y sólida, máxime cuando un amplio porcentaje de gente cree que lo único que se hizo, y que se hace allí, son remakes rancios como el Turkish Star Wars.

Metin Erksan es un director injustamente desconocido, uno capaz de coger una idea y darle la vuelta, de perfilar personajes realistas, creíbles, todo ello apoyándose en varias ideas preconcebidas. Ceñido a un lenguaje universal, con ecos al neorrealismo italiano, en "Dry Summer", una de sus pocas películas disponibles, nos narra una historia en la que se involucra un triángulo amoroso, una venganza y realidad social, todo unido para dar como resultado un sólido ejercicio de buen cine, fantásticamente realizado y escrito, con un grupo de actores en estado de gracia y una conclusión seca y cortante.

El punto de partida: en un pueblo agrícola turco, un par de hermanos dominan las reservas de agua de todo el lugar. El verano está siendo seco y la cosecha de todos los habitantes corre el riesgo de echarse a perder. Uno de los dos hermanos quiere compartirla, al otro le ciega la avaricia. Este inicio se extiende con la aparición de un personaje femenino. Celos, rencor y mucha mala leche es lo que sigue a continuación. La conclusión, el último tramo del film, es de un poder arrollador y merece ser destacado como algo brillante. Es una verdadera lástima que, siendo tan buena, apenas haya tenido repercusión. Lo peor es que un año más tarde Erksak volvería a demostrar su habilidad. Pero de nuevo, nadie le hizo caso...

Curiosa película turca, muy vehemente en su argumento (rozando el culebrón por momentos) y sugerente en las formas que pone de manifiesto las rencillas del mundo rural, la importancia del agua (cuando aún no se hablaba de cambio climático) el amor, el deseo carnal, y las (malas) relaciones fraternales, una historia no poco compleja y muy bien llevada tanto en su ritmo como en su ejecución soltando la intriga poco a poco, cambiando las tornas cuando conviene y desmadejando una historia bien fundada, con un poco de todo y sorprendente para ser cine turco de los años 60 (no obstante estamos hablando de un película que ganó el oso de oro en el festival de Berlín) capaz de aguantar la mirada del espectador durante todo el paso del celuloide. Tiene también ciertas imágenes reveladoras y buenos detalles técnicos pese a la escasa factura del filme. Así, el director se muestra como un mago a la hora de realizar planos con doble fondo donde las tareas rurales cotidianas se enfocan a la vez en primer y segundo plano, y también utiliza de forma muy resuelta los travellings de cámara en mano acompañando la mirada interior de los personajes y creando esa inquietud que domina en todo momento el filme. Con tres solventes interpretaciones, especialmente bueno el papel de la joven por la que luchan los dos hermanos, desgarrador en algunos momentos, los únicos problemas serios que alcanzan a la película, son el desarrollo de unos diálogos no demasiado afianzados (quizás coherentes con el mundo rural que quiere reflejar el filme) y una música monocorde y repetitiva durante todo el filme, una especie de bandurria gelatinosa que no acompaña a la acción y que en ocasiones resulta molesta, también el final previsible no acompaña y la escena de un tiroteo que resulta poco verosimil empañan el final de la historia, uanque el plano de un cadáver recorriendo las acequias de agua resulta tan maravilloso que lima un poco estas asperezas. Una película para ver aunque tal vez no para recordar.

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No es de ahora que los jurados de los festivales internacionales toman decisiones ridículas. En 1964, los del Festival Internacional de Berlín le dieron el premio gordo a esta película que tiene el solo atractivo de ser turca, si es que uno tiene afinidad por Turquía. Fue un Oso bobo el que le dieron a "Dry summer", un dramón de telenovela barata con algunas de las escenas más desopilantes de la historia del cine. Únicas, porque son involuntarias. El célebre "¿qué pretende usted de mí?" de la diva erótica Isabel Sarli en "Carne", de Armando Bo, parece Shakespeare al lado del villanísimo que para seducir a la mujer de su hermano practica con un espantapájaros al que le pone un pañuelo en la cabeza. Otra cosa lamentable del film (perdón por el spoiler) es que matan a un perro, muy lindo además, y otra cosa lamentable más son los actores, patéticos del primero al último.
¡Pensar que en la misma edición berlinesa competían "El prestamista", la joya inmortal de Sidney Lumet, y "Circe", del argentino Manuel Antín, sobre un cuento extraordinario de Cortázar!