El padre es abuelo

... o, más concretamente, esperando a que aparezca un chiste, o una gracia, o una situación con chispa, o algo que nos indique que estamos ante una comedia... pero no. Al minuto 82, la cinta va y se acaba. Inaudito.

Me lo pase como un enano viendo El padre de la novia, una comedia sencilla y ejemplar impulsada por la enorme presencia de Spencer Tracy. De todo esto algo queda en esta secuela, pero ya sin la chispa y el encanto de la primera parte.
El personaje de Spencer Tracy ahora tiene que enfrentarse a la llegada de su primer nieto. Y al igual que le ocurrió con la boda de su hija, parece que es el único que no rebosa felicidad por ello. Esta situación da pie a numerosas situaciones de lo más previsible, en las que en algún momento asoman ciertos golpes de ingenio.
Es la presencia del protagonista la que da a esta secuela todo el valor que pueda tener, ya que él solo es capaz de llevar el peso de una comedia de estas características por muy rutinaria que esta sea. Además la solvencia más que probada del resto de interpretes ayudan a mantener elevado el limitado interés de la historia.

Stanley Banks se siente joven y fuerte y planea hacer con su esposa un viaje de ensueño a las islas Hawai. Sin embargo, su hija Kay, les notificará a ambos que está embarazada. Para la madre es una maravillosa noticia pero Stanley quedará chafado ante la perspectiva de ser un abuelo tan joven.
Aprovechando el éxito de la excelente "El padre de la novia", Minnelli rodará con los mismos protagonistas "El padre es abuelo". En esta ocasión, sin embargo, la película no deja de ser un mero entretenimiento sin acercarse, ni de lejos, a la calidad de su antecesora. Parece que las ideas se habían agotado o que, ciertamente, no había muchas ganas de pensar. La pareja Taylor-Taylor se nos revela ñoña e insoportable, Joan Bennett solo aporta belleza y elegancia y el gran Spencer sostiene la película con el único par de escenas brillantes que le dan. Poca cosa para semejante fenómeno.

Stanley Banks y su esposa Ely son una familia de clase media alta USA de los años 50 que han casado a su hija mayor Key con otro joven de buena familia. El proyecto de darse un viajito queda al margen al conocer Stanley que su hija se ha quedado embarazada. A partir de aquí los futuros abuelos maternos y paternos se deshacen en atenciones para que el futuro bebé llegue bien al mundo: comunicación a las amistades, preparar la habitación, tenerle la canastilla, visitar al ginecólogo, sobresaltos, peleas de la pareja, futuro nombre. Y por fin, superadas las falsas alarmas, nace el bebé y se llena de atenciones pero Stanley entiende que el nuevo inquilino le ha desplazado. La nueva situación provoca una actitud de rechazo al niño hasta que un día, dándole un paseo, Stanley pierde a su nieto y lo encuentra en la comisaría de policía. Allí le afean su conducta y él promete cuidar mejor de su nieto.

Comedia familiar romántica que retrata la clase media de los cincuenta en USA. Buena actuación de S.Tracy, que sostiene el débil entramado de la comedia y algo la E. Taylor, aquí demasiado jovencita, tontorrona e inexperta primeriza madre. Guión previsible sin que el espectador se lleve nada a la boca. Película pamplinosa, más parecida a una obra de teatro que a otra cosa. Minelli no se ha lucido en ella como lo hizo en la de "El padre de la novia". Esta es la segunda parte con los mismos protagonistas. Pero nunca segundas partes fueron buenas.

Spencer Tracy eleva la película hasta las cotas más altas. Su interpretación, basada en una sobresaliente gestualidad, dota a la película de mucha diversión y momentos hilarantes. El film, gracias al tremendo acierto de la elección del protagonista, cumple su cometido de entretener y divertir durante la hora y veinte que dura. Muy recomendable para pasar un buen rato.