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Dioses y perros

Drama. Comedia Pasca lleva premeditadamente una vida gris. Se pasa los días cuidando de su hermano minusválido, recibiendo golpes como sparring e intentando ayudar a Fonsi, su mejor amigo, un exboxeador alcohólico que malvive con una mujer y un hijo que mantener. A pesar de que vive sumido en una profunda crisis, se esforzará en salir de ella cuando conoce a Adela, una profesora que llega al barrio y le hace ver las cosas de un modo más optimista. Sin ... [+]
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2014
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película agradable de ver aunque no va más allá de contar una historia de perdedores bastante conocida. Su defecto es también su virtud. No llega a profundizar en el drama, sino que pasa por él con un toque de humor negro que es lo mejor de la peli. El atraco en el parque de las tetas justifica ya media entrada. El final es poco creíble pero se agradece. En resumen, recomendable si vas al cine regularmente o te la ponen por televisión. Si sólo vas al cine una vez al mes, hay otras películas mejores.
Reyes
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20 de mayo de 2017
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada, antes de pararme a valorar los posibles defectos u otras virtudes en una obra la mencionada cualidad es la que más celebro.

Diría que es una película con nervio (se lo imprime la mala baba con la que el canallesco Hugo Silva, -por cierto, hasta la fecha su trabajo con el que más he disfrutado,- deambula por la vida), rodada con intensidad, cuya única pecata (minuta en este caso) es que logra hacerse repetitiva en algunos compases.

Megan Montaner. Está espléndida. De entrada es como si no convenciera del todo, su personaje es extraño y poco acostumbrado. Pero te sorprendes como en el transcurso de una película tan corta pasas a encontrar a su personaje atractivo e incluso muy coherente. Sus diálogos con Hugo Silva están muy logrados. En general me parece una película inteligente, con mucho que ofrecer y que no trata de tomar al público por idiota. La crítica especializada se pone de acuerdo en declarar que el final tumba el filme, pues yo lo he encontrado de lo más vibrante. La simbiosis perfecta entre lo interesante y lo bueno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Extranjero
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4 de junio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy recomendaba para los que ya no creen el la amistad, o que piensan que el perro es el mejor amigo del hombre. El guión estupendo nos presenta al protagonista que lo da todo por su amigo, magnifico Hugo Silva, además de ser un hombre muy atractivo.
La pelicula no aburre, al contrario va "in crecendo" y nos hace pasar un buen rato. Os la recomiendo.
aliett valles lopez
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3 de junio de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cobijábamos muchas esperanzas respecto a este film y, para ser sinceros, hay que reconocer que Dioses y perros sorprende (para bien) a lo largo de prácticamente todo su recorrido. Es la historia de un sparring de boxeo, hastiado de la vida que le ha tocado vivir, rodeado de miseria existencial en sus allegados, pero sobre todo en sí mismo, que intentará dar un vuelco a su vida tras conocer a una joven profesora de primaria. A priori, nada en la premisa argumental de Dioses y perros parece propiciar elementos novedosos y de interés, algo que tampoco fomenta la contextualización casi marginal en la que Marqués sitúa su historia ni mucho menos el hecho de poder ser entendida como una película más sobre el (sub)mundo del boxeo. Y son precisamente estos clichés y lugares comunes que atesora su idea de base sus mayores virtudes, por la simple razón de no acoplarse ni dejarse influenciar a lo largo de su metraje por tremendos obstáculos.

Dioses y perros no debería ser tachada ni como otra película de boxeo, ni como otra película de tintes sociales ubicada en el extrarradio de una gran ciudad; sino más bien como una solvente y encubierta comedia romántica, con buenos apuntes críticos a la realidad social que pretende retratar, pero sobre todo con una muy medida y bien planteada historia de amor fraternal entre dos hermanos más que unidos, dependientes el uno del otro, por un trágico accidente. Es en esta subtrama donde la cinta de Marqués cobra verdadera intensidad, logrando paliar de algún modo el mal entramado que caracteriza al resto de tramas secundarias del film. Pero también obtiene buenos resultados de la bonita y simpática historia de amor que se impone pronto como eje vertebrador de todo el conjunto, algo que fomentan las actuaciones de la práctica totalidad del reparto, con un especialmente atinado y sobrio Hugo Silva, que sostiene con admirable tesón todo el peso de una cinta donde también resulta obligado destacar los trabajos de Elio González y una radiante Megan Montaner. Lástima que en los últimos compases del film, a Marqués le dé por concluir su película de una manera tan abrupta y tan absurdamente primaria (y no nos referimos al contundente golpe final de la función, sino al planteamiento tan precipitado de la conclusión de todos los conflictos), echando a perder con tan irrisorio carpetazo la digna categoría en la que había venido jugando el film la mayor parte del tiempo.
Juanma
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3 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la presente época de demolición del bienestar común y transferencia de la riqueza de todos a las manos de unos pocos, el cine español está respondiendo con exitosas comedias, mientras muy pocas realizaciones recrean desde la ficción lo que está sucediendo.

El valenciano David Marqués se situó en la línea general en su anterior producción de hace dos años, sumándose a la comedia, en aquel caso futbolística, con «En fuera de juego». Sin embargo, en su quinta película «Dioses y monstruos» ha dado el paso de recrear unas cuantas vidas en crisis absolutamente actuales. Contando para ello con un reparto coral encabezado por los televisivos Megan Montaner y Hugo Silva quien, en mi opinión, logra su mejor actuación.

En «Dioses y perros» sobresale el trabajo de las localizaciones: las apariciones de bares y colegios del barrio de Carabanchel, las fábricas y el Cerro del Tío Pío de Madrid. Destaca una secuencia en la que se observan calles enteras de negocios cerrados. Guarderías, academias, talleres, tiendas de ropa fantasmas, negocios que se traspasan y viviendas de planta baja tomadas por el graffiti. Una secuencia concisa y contundente que resume la debacle experimentada por el pequeño comercio en estos últimos cinco años. Recuerda aquella imagen de Luis Tosar y Javier Bardem en el trasbordador de «Los lunes al sol» a la que siempre será asociada la reconversión industrial del astillero.

«Dioses y perros» trata de los caminos sin salida. Se detiene en la inestabilidad del profesorado. Atiende al afán autodestructivo y la atracción hacia lo clandestino. Refleja (ojalá con cierto maniqueísmo) la necesidad de que a unos les vaya mal para saciar ánimos crueles de otros.

Y muestra siempre personajes que desean salir adelante. A pesar del contexto y de sí mismos. Algunos de ellos, decididamente generosos. Otros, descentrados. Muchos, mezquinos. Y el principal, contradictorio, amargo, miope y, al fin, heroico.

«Dioses y perros» ha traído a mi memoria «La blanca paloma», ambientada en plena crisis de los ochenta en el País Vasco, y protagonizada por Antonio Banderas, Emma Suárez y Paco Rabal, cuyo argumento y estructura es muy muy similar.

Su tratamiento del reproche latente del cuidador hacia el convaleciente trae ecos de «Azuloscurocasinegro», las relaciones del personaje impedido recuerdan a la excelente «Y yo también» y a «El truco del manco», la cercanía del mundo del boxeo bordea la trama de «La distancia» o de «Alacrán enamorado», el as en la manga del perdedor a la Verónica Forqué de «Amor propio», las localizaciones a «Barrio» o «La mujer sin piano».

Con ellas comparte elementos, pero su tema principal es otro. Es la amistad entre dos personajes que no saben cuidar a los que quieren, que tuvieron un sueño y no triunfaron. Es el sentimiento de culpa y protección hacia el amigo alcohólico que tras la hipoteca lo ha perdido todo. Y de fondo “Bloody hell fire”, de Tyla.

Es la identificación entre el sparring de una carnicería y el ciudadano objeto de este saqueo para el que un listo inventó el seudónimo de crisis.
Inaki Lancelot
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