Los ladrones somos gente honrada

Sin ningún lugar a dudas estamos ante la mejor adaptación (a pesar de los cambios introducidos , Vicente Escriva hizo un buen trabajo respetando de forma magnifica el espiritu de la misma) a la gran pantalla de una obra de ese genio de las letras españolas y uno de los mejores, más incisivos e inteligentes escritores de la literatura humorística de todos los tiempos, (con permiso de Mihura y Tono) además de autor teatral y guionista de cine, que incluso hizo sus pinitos como guionista en Hollywood: D. Enrique Jardiel Poncela (del que es imprescindible leer: La Tournée de Dios, Exceso de equipaje y El libro del convaleciente), en la que desde su comienzo con una panorámica del Rastro madrileño, donde vemos a “El Tío del Gabán” (José Isbert) haciendo de charlatán debajo de la estatua de Eloy Gonzalo en la plaza de Cascorro mientras “El Castelar” (José Luis Ozores) pica una cartera y “El pelirrojo” (Antonio Garisa) hace la cobertura, se nos instala una sonrisa (alternada con frecuentes carcajadas, especialmente en las escenas a cargo de José Isbert y José Luis Ozores) en la cara que ya no nos abandona durante todo el metraje.
Dirigida con sabiduría y oficio por el buen y ecléctico artesano, Pedro L. Ramírez, con un reparto de autentico relumbrón (mas que merecido el premio del sindicato nacional del espectáculo como mejor actriz secundaria en el año 1956 a Julia Caba Alba, por su magnífico trabajo en el papel de Eulalia, la criada llorona) y unos magníficamente fotografiados exteriores del Madrid de la época, resulta una autentica joyita de visión obligatoria.
Además de los actores anteriormente reseñados, sería injusto no mencionar a Carlos Miguel Solá como Daniel 'El Melancólico', el jefe del trió de los buscavidas, a Encarna Fuentes como la heredera Herminia, a Alicia Palacios como Germana, la asesina hermana de Don Felipe (Rafael Bardem), a Juana Ginzo como la cateta que se deja robar por “El Castelar” como muestra de amor, María Isbert, Joaquín Roa, un Antonio Ozores que luce como un pimpollo y alguno que otro que por falta de espacio omitiré.
Por último, reseñar que la pieza teatral aquí adaptada se estreno en el madrileño “Teatro de la Comedia”, un 25 de abril de 1941 (la primera de las adaptaciones cinematográficas se realizo al año siguiente), siendo calificada por Jardiel como una "simple y estricta diversión, ya que en ella no hay cimientos psicológicos, pasionales, metafísicos o filosóficos que la justifiquen” (además, añadiría yo, de ser una de las menos misóginas obras del autor).

En una tarde aburridísima ( en la que se supone que debía estar estudiando....) tuve la inmensa suerte de pillar esta joya siendo emitida y fue en ese momento cuando recuperé la fe en el séptimo arte español: no es que critique el cine nacional actual ya que de él recuerdo honrosas excepciones...digo sólo que no me entusiasma ( ...clarísima ironía ).
Y también puntualizar que me deja pasmado el hecho de no ver ningún comentario sobre esta divertidísima comedia: no sé si será bien conocida entre todos los cinéfilos, pero yo les invito cualquier día a sentarse ante esta obra y disfrutar con su interminable serie de desternillantes momentos.
Todos los actores están inmeeeeensos...clara mención al entrañable pepe Isbert: que ya puede o bien ser el abuelo de una familia numerosa, o un chorizo de tres al cuarto con mucho encanto ( lo que significa qe se maneja genial en cualquier registro...aunque sea en el ámbito de la risa).
El argumento encaja a la perfección en la mejor tradición del teatro ( * ver spoiler).
Es en blanco y negro, así que no puedo juzgar con exactitud su fotografía: pero esos planos de la mansión, del propio rostro de pepe isbert y del madrid de los años 50 son muy buenos.
¿ Fallos ? el final...demasiado "rápido" pero feliz y complaciente.
Y miren que es extraño que alguien nacido en los ochenta considere una película de este calibre como algo divertidísimo...

a más ver
H

Segunda adaptación (desconozco la primera de Ignacio F. Iquino) de la inmortal obra del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, un humor peculiar, desenfadado y burlesco, en la que el director Pedro L. Ramírez cuenta con un casting inmejorable, lo mejor de la comedia española de su historia. Actores con una fisicidad apabullante en la que transmiten su comicidad intrínsecamente personal y original, más allá del argumento y los diálogos que son desternillantes. Humor que puede parecer primitivo y gestual, pero que encierran una ironía, una sagacidad corrosiva y mordaz, barnizada siempre por la sencillez de los personajes y la ternura para entender sus avatares.

Un humor inverosímil e ilógico, un sainete costumbrista, una historia esperpéntica y disparatada cercana al teatro del absurdo, que gracias a estos geniales comediantes adquiere realidad en ese Madrid urbano que recrea las diferencias abismales entre la boina y la alpargata para pasar a mostrarnos la pompa y el boato de las clases pudientes. Ladrones entrañables que producen empatía, falso mayordomo de guante blanco (Antonio Garisa) carteristas atribulados (José L. Ozores), charlatanes de feria (Pepe Isbert) con su “tortuga del Orinoco que realiza un triple salto mortal”. Personajes aparentemente honorables pero codiciosos y mezquinos, joyas en cajas fuertes, herencias, robos, camareras lloronas y estrafalarios policías.

Una antología de situaciones grotescas y a la vez divertidas gracias al memorable trabajo actoral, la obra narra las peripecias de un robo de guante blanco en una casa burguesa de la España de mediados del siglo XX, que en manos de un Berlanga o un Buñuel entonces exiliado podía haber sido sublime. Una comedia irrepetible de delirantes diálogos que recomiendo para que la gente joven descubra que las películas no tienen edad, las comedias siempre buscan la complicidad del espectador y que no teman al blanco y negro, que hay historias a las que el color las estropearía, pues no siempre es conveniente, ah!... y que lo moderno no significa necesariamente que sea bueno.

Esta película la veo alrededor de una a dos veces al año. La primera vez que lo hice tenía diez años más o menos, hasta ahora que tengo casi sesenta, y nunca me canso de verla. Actua en ella el mejor actor de todos los tiempos, que era, y es, José Luis Ozores, junto con Pepe Isbert, muestra la peripecia de un grupo de ladronzuelos de poca monta, "tomadores del dos", que cautivos y desarmados por la vida de la posguerra en un Madrid provinciano y pacato, intentan disimular sus nulas posibilidades de convertirse en atracadores con Renaults y metralletas que sólo existen en las películas que ven en los cines donde se cuelan los domingos.

Basada en una obra de Jardiel Poncela, el guión supera en mucho a la anterior versión de los años treinta, el despliegue de producción es notoriamente escaso, la fotografía, discreta, pero todo lo suple la habilidad del director, la excelente vis cómica de casi todos los intérpretes, y la presencia de esos dos monstruos de actores, que junto con la actuación de todos los demás, formaron entre todos una joya que a día de hoy permanece en el olvido. Casi mejor, es como esos bares donde hacen las mejores croquetas del mundo, que no se los decimos a nadie, para que siempre sean sólo para nosotros.

Genial y española acaso se puede pedir mas?Por supuesto los jóvenes no saben ni quien es Jardiel Poncela ni José Luis Ozores ni Pepe Isbert porque ellos como mucho serán seguidores de algún telefilme de alguna cadena moderna para las cuales una película de de los 70 hacia abajo es pecado emitirla..así va nuestra querida patria, pero de nada sirve quejarse , ahora en Madrid los perroflautas le quieren quitar la calle a Jardiel Poncela..claro no saben ni quien es ni lo han leído y lo que es peor jamas lo leerán.En fin la vida es como es no como nos gustaría que fuera y desasnar a la juventud siempre es tarea onerosa para la generación anterior.