La lozana andaluza

Este film no será recordado ni por su guión ni por sus interpretaciones. En cambio sí será recordado por su protagonista, la cual lucía poca o ninguna ropa en algunas partes del film. Viendo el año del film era comprensible, ya que en pocos años no tardarían en aparecer otros de temática parecida.
Sin duda alguna, una película en la que no se esmeraron mucho para rendondear el producto.
Entre lo más destacable estaría la música de Anton García Abril.
Podríamos decir que esencialmente entretiene... que ya es mucho.

La picaresca, el erotismo, la prostitución, la hipocresía social, la codicia y la mezquindad humana se dan cita en esta comedia bufa y melodramática que transcurre en la profunda ciudad eterna. Una película claramente destinada hacia un espectador voraz de consumir un erotismo descarado y morboso que hasta entonces la censura les había negado. Vicente Escrivá fue un director, productor y guionista camaleónico, culto y avispado que supo adaptarse tanto al moralista régimen anterior, como a los nuevos tiempos de apertura pre-democrática en lo que se denominó cine de destape. Un cine de escenas subidas de tono, desnudos explícitos, chabacano y banal que supo aprovechar la represión sexual sufrida en España durante 40 años, cuyos hábiles productores hicieron buena caja con productos eróticos deleznables, pero que otros buscaban elevar el nivel artístico recurriendo a la cuartada literaria y cultural.

De ahí nace esta coproducción hispano-italiana que adapta la novela del mismo título escrita por un clérigo español, Francisco Delicado en Venecia en el siglo XVI pero ambientada en Roma que causó gran impacto por su osadía. La película narra con buen pulso y ritmo vigoroso cómo la seductora y prostituta Lozana y el joven charlatán que vende productos milagrosos, el simpático y desvergonzado Rampín (Enzo Cerusico), llegan a un acuerdo: él estará al servicio de Lozana y le llevará a casa de su tía y alcahueta, los amantes y ella a cambio le tratará bien. El problema es que Rampín poco a poco comienza a sentir algo por la mujer, son los misterios insondables del amor y los celos.

La “Maggiorata” poco dotada en glándulas mamarias, tampoco era cuestión de abrumar, María Rosario Omaggio encarna muy bien el personaje de cortesana cordobesa de lujo, para despertar el líbido masculino, desde esa espléndida escena de ducha, que ha pasado a la historia de los “clips eróticos” por su poderoso físico y su simpatía en el gesto, naturalmente se pasa más tiempo desnuda que luciendo bellos trajes, pero eran las servidumbres del subgénero, que habían ayudado a ennoblecer otros títulos literarios de la época como “La celestina”, “El libro de buen amor”, “Los cuentos de Canterbury” o “El Decamerón”. Las colaboraciones del reparto español destacan por su ironía y sarcasmo en este tipo de comedia pícara, actores curtidos como Rafael Alonso y Alfonso del Real, en cambio el personaje de Junior me parece patético y ridículo. La inspirada música y su excelente diseño de producción no desmerecen y ayudan a salvar en cierta forma el film que tuvo un gran éxito de público inversamente proporcional a su calidad cinematográfica que el tiempo se ha encargado de situar en el desván del olvido.

Infumable. Desde los decorados hasta el vestuario; desde la fotografía hasta la puesta en escena; ni el guión se salva de este bodrio. Dirección ausente, montaje a la buena De Dios. Los actores sobre actúan, y parecen declamar. Y para verle las dominas a la Omaggio ya están las portadas de Interviú.
Un fiasco

El único valor de este bodrio es ser prueba del oportunismo de Vicente Escrivá, de su escaso oficio y del mal gusto de un público que iba a ver tetas.
Salvo la música (¿y cómo García Abril se prestó a esto?) todo es malo.
Toda la lozanía del texto literario está ausente. Se utiliza solo como pretexto.
No se puede hacer un cine peor.