“Cuando la gran puerta de madera con clavos de acero y barras remachadas se abrió apareció un hombre gordo, más bien de aspecto jovial. De unos 40 años. Ciertamente calvo y de mirada intensa; cierto rostro aniñado y comenzó a maldecir en italiano:
-¡¡Porka miseria!! ¡¡Ma che cosa!!
El hombre se veía enojado pero no colérico”
“Habíamos tocado a la puerta de un ítalo-americano. Permanecíamos callados. Ya sabíamos que aquel gánster estaba al borde de un ataque de crisis.
El mafioso nos hizo pasar a la amplia casa de Nueva Jersey. Con grandes escaleras que bajaban hasta una gran estancia.
Estábamos los tres en esa estancia rustica. Había una gran barra de madera de oyamel, entintada en color nogal. Nos posesionamos del cuadro.
Tomamos asiento mientras que el capo, de conocido como Tony Soprano, seguía vociferando. Alegaba que el ultimo trabajo se había hecho mal”
Mi acompañante era un hombre experto en torturas a enemigos y traidores de la familia. Pero el gran Soprano, ignoraba que este hombre de confianza, partencia a una gran sociedad secreta a la cual yo pertenecía también. Una sociedad mística conocida como “Splendor”. Y ahora éramos un par de mercenarios al servicio de Tony Soprano”

*De cómo un agente de “Splendor” conoció al Gran Soprano.