Mujercitas

Aprecio la osadía de actualizar la famosa obra literaria ‘Little Women’, un clásico del que hacía mucho tiempo nadie se atrevía a tocar. Después de ver su ya anterior perla ‘Lady Bird’, Greta Gerwig se perpetua en mi mente como una buena cineasta llena de ambición y un pulso firme para contar historias. Temo que haya sido un espejismo.

Veo poco riesgo y modernidad, Gerwig no aporta nada que no haya visto en las versiones anteriores. El único cambio notorio, me hace fruncir el ceño y preguntarme qué está sucediendo con demasiada frecuencia. El jugar con los tiempos está al alcance de muy pocos directores, y muy a mi pesar, siento que a Greta Gergwig (por lo menos ahora) le viene grande.

Las protagonistas están geniales, en especial Saorise Ranon, la pequeña pelirroja que descubrí en la genial ‘The Lovely Bones’. Me importa más bien poco con quien está en escena esta chica, me roba toda la atención. Aquí está resplandeciente, sugerente y perfecta en un personaje que es muy difícil. Emma Watson sigue dándome alergia.

Chalamet como actor siempre me sorprende, lo dije después de ver la última del genio de Allen, (en la que creo que logra su mejor papel) si no se le tuercen las cosas me veo dejando a un lado mi cólera hacia su persona y posteriormente encumbrándolo.

Son pocas las señales para entender el momento de la historia en el que transcurre lo que vemos en pantalla.
Pero pese a ello, la banda sonora de Desplat me absorbe junto al talento de la mayoría de los actores y consigo engancharme. Paso un buen rato, aunque algo confundido. Al salir del cine la pienso un poco, para luego volver a recordar escenas de ‘El Irlandés’.

Por Marcos Orgaz,
19 de diciembre de 2019



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Greta Gerwig ha realizado una muy correcta adaptación de una novela que en sí misma no considero que sea una gran obra. Esto me granjeará enemigos pero es lo que creo. «Mujercitas» tuvo dos pseudo secuelas pero yo solo he leído el primer libro, que es el clásico y el que siempre se adapta. Si alguien quiere ser original en el próximo remake, podría incluir tramas de las siguientes novelas.

Lo que han hecho en esta ocasión para aportar alguna diferencia ha sido romper la línea temporal que conocemos para acentuar lo que posiblemente sea el tema central de la historia: el paso del tiempo y la inevitabilidad de la madurez. Aunque no soy muy fan de estas alteraciones temporales por ser por lo general innecesarias, aquí me parece acertado. Vemos un pasado de juventud, niñez, adolescencia, vitalidad y alegría lleno de colores cálidos frente a un presente más frío, silencioso y dramático. El paralelismo podría incluso haber sido más fuerte, pero está bien de todas maneras. Ambientación, banda sonora y demás son elegantes y en general la película respeta el original, cosa que se agradece.

Sobre el casting se ha hablado mucho y yo lo siento de veras pero para mí han cometido varios errores importantes. Uno, la actriz Florence Pugh no da el pego como Amy niña ni por asomo; pretender que esta chica de veinticuatro años pase por una de doce es imposible. Dos: ¿Emma Watson como la perfecta Meg? Tampoco. Y tres y más importante: Timothée Chalamet no encaja en el papel ni en sueños; no me ha gustado nada. En teoría este chico es la quintaesencia de lo bello y de ahí que encarne a un clásico como Lauri, pero a mí no me engañan y para que digan de él que es «hermoso» se necesita más.

Obviamente, todo pasa hoy en día por la perspectiva de género y una historia como la de «Mujercitas», que es lo más carca que puede haber, tiene que ser re visionada en pleno siglo veintiuno. Tras darte cuenta desde el primer momento de esa incursión feminista, lo que haces es simplemente estar a la espera de por dónde va a ir la cosa. De hecho, te dices «están metidos en un lío del que no pueden salir porque esta historia es por definición y en su esencia sexista, así que poco pueden hacer». Pero no debemos subestimar nunca a las luchadoras por la igualdad.

Llega un momento dado en la historia en la que realidad y ficción se confunden. Es más, si tú no conoces «Mujercitas» bien puedes pensar que lo que estamos viendo es la novela que escribe Jo, al menos algunas partes. Ante la duda de este personaje entre la vida tradicional del matrimonio y su libertad, nos encontramos con un final deliberadamente ambiguo, incluso cobarde, que paso a explicar en spoiler y que estropearía bastante la película. De verdad me interesa vuestra opinión, así que os invito a que me comentéis si se me ha ido la cabeza o hay fundamento en lo que digo.

Las dos horas se pasan entretenidas y en líneas generales está bien conseguida. Bien.

Greta Gerwig sigue siendo toda una caja de sorpresas, tras debutar en solitario con "Lady Bird" (5 nominaciones a los Óscar y el título encubierto de "la mejor película indie del 2017") todo el mundo tenía puesta su mirada en su segundo trabajo con un presupuesto mucho más generoso y adaptando una de las novelas de culto más revisadas en la historia del cine. El resultado es otro nuevo éxito, de crítica y de público, lo que en el cine siempre es doble mérito.

Quizás el éxito de la propuesta radica en lo acertado que se realiza la adaptación de una historia tan conocida, consiguiendo un complicado equilibrio entre el respeto a la novela original y una estupenda reformulación de las claves internas de la historia para que sigan siendo atractivas a las nuevas generaciones, 150 años después de la publicación de la novela. Sin olvidar una magnífica dirección de actrices que va ser complicado desvincular de sus personajes. Es una pena que ninguna mujer esté nominada este año al premio a la mejor dirección, Greta Gerwig lo merecía, y hubiera sido por segunda vez, con su segunda película.

Lo mejor: Atención al momento de cierto deceso, está contado de una de las formas más bellas y sugerentes que recuerdo.

Lo peor: El arranque de la película puede ser algo caótico si no se conoce la historia de antemano.

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Cuando yo era niño había la costumbre por Navidad que TVE proyectara la versión “Mujercitas” de Mervyn LeRoy (1949), una consistente, entretenida y azucarada adaptación de la celebérrima novela de título homónimo, que Louise May Alcott publicó en 1868. Era aquella una buena versión con una excelente perspectiva de la época y un gran elenco actoral (June Allyson, Elizabeth Taylor, Peter Lawford o Janet Leigh: lujo); pero cursi, para mi modo de ver de aquellos años infantiles. Entonces, recordando esta sensiblería y dulzor de antaño he ido a ver esta nueva versión o remake, segundo largometraje dirigido en solitario por Greta Gerwig y entré en la sala con ciertos reparos.

Llamativo es que la cinta comienza con Jo intentando publicar para así cumplir sus sueños de escritora, a pesar de un panorama literario de hombres en una época en la que las mujeres estaban muy limitadas. Gerwig acierta a romper la organización lineal de la novela de Alcott, partiendo el film en dos tiempos. De una parte el pasado, por otro, el presente, en el que la familia se congrega ante la inminencia de la muerte de Beth.

La cosa es que conforme miraba las escenas, las escenas caían sobre mi retina como una experiencia extraordinaria. Es como si su directora me soplara al oído que hay que ir al cine liberado prejuicios, la única manera de abordar una obra de arte con gozo. Cada frase y cada escena del film conforman un discurso sabiamente tejido. Se perciben verdades humanas incluso de las equivocaciones de los personajes, pues es de estas fallas de donde emergen grandes opciones de crecimiento y experiencia para la vida.

Gerwig dejar su peculiar y singular impronta poniendo de manifiesto el gusto por el compromiso y el riesgo que anida en los corazones osados y valerosos, en esas hermanas arrojadas del film. Lo que distingue a esta “Mujercitas” de sus contrapartes son sus dos mitades, cada una separada por siete años de tiempo. El suficiente para aprender y crecer, saltando el relato adelante y atrás, avanzando y retrocediendo en el calendario. Es el arte de confundir la historia de la autora con el relato del film, que viene a ser una reflexión sobre la labor creativa, que es en cierto modo una apología del amor. Como reza la protagonista del film, a la sazón la novelista en el relato: “He tenido muchos problemas, por esto escribo relatos alegres”.

En el reparto Laura Dern (la madre) está superlativa y Saoirse Ronan y Florence Pugh, que gozan de mayor tiempo en pantalla, están en un nivel de excelencia, sin olvidar otros actores y actrices magníficos como Timothée Chamalet (actor que cada vez va a más), Emma Watson, Eliza Scanien, Meryl Streep, James Norton, Louis Garrel, Bob Odenkirk, superiores.

Alexandre Desplat y Yorick Le Saux ponen una excelsa música y una celeste fotografía respectivamente, que arropa la cinta para hacerla aún más bella. Sin olvidar, para una obra alegre, el vestuario de las hermanas, color algodón de azúcar; o los decorados a lo Accidentally Wes Anderson.

Es reparto, es guion y es un conjunto radiante porque radiantes son sus piezas, cada una de ellas. El retrato de Greta Gerwig sobre las cuatro hermanas puede entenderse en clave feminista e incluso y más bien, como un dibujo de la excelencia y las claves de la feminidad. Cada “hermanita” enfrenta las dificultades de entrar en la adultez según sus formas características y su entendimiento, sin responder a estereotipos.

Greta Gerwig arranca y continúa un relato con consideración de clásico, para concluir en un cántico actual sobre las virtudes femeninas. Al espectador lo lleva a un camino de instrucción e inspiración con la misma vida de Louisa May Alcott que, quién sabe, podríamos imaginarla como una antecesora de Greta Gerwig, la mujer actual, esta gran cineasta que con este film revela su entusiasmo y su vocación de mujer sensible y audaz. Así, la Gerwig recurre a su doble en la obra, la actriz Saorsie Ronan, para interpretar a Jo March, el doble de la escritora estadounidense y modelo de fémina rebelde e independiente.

No contaba con que pudiera ver la última película de Greta Gerwig en cines, ya que no demasiado cine- de cualquier lado en general pero el americano en particular- se llega a estrenar en versión original subtitulado en Bilbao. Pero supongo que por las nominaciones a los premios Oscar, muchas distribuidoras en España se han animado a hacerlo. Eso si, parece, o intuyo, que no con muy buenos resultados con algunas películas, ya que cuando acudí a ver esta al cine sólo me acompañaba un señor, y cuando fui a ver la última de Taika Waititi se podría decir que aquello fue una proyección privada.
Sea como fuere, yo ya hice mi aportación. Y es que esta es una de esas películas que merece la pena ver, porque demuestra que se puede hacer algo más que esas películas biográficas cortadas todas por un mismo patrón, haciendo algo más rico y complejo. Las películas de esta directora no destacan por la dirección, su sello es visible en los personajes y en los diálogos que escribe para ellos, dándoles forma a aquellos con esto último. Lo que consigue con esto es que cada uno de los personajes presentados en esta historia funcione por sí sólo, y por ende, que los sintamos como alguien real. Para esto, se rodea de lo mejor del panorama angloparlante, por lo que no es de extrañar que ni una sola pieza de este tablero falle o que no esté a la altura de las circunstancias. Es un auténtica gozada el ver vivir a esta familia, más allá de lo que después cada personaje experimente a lo largo de su vida.
Por momentos, ese calor que emanan las hermanas me ha recordado a lo que transmitía Hirokazu Kore-Eda en "Nuestra Hermana Pequeña", lo cual sólo puede ser bueno.