Espiral: El juego del miedo continúa

Mencionar que el giro de guion increíble de final de película, se ve literalmente desde que el personaje malo aparece en pantalla, no se puede ser más evidente la verdad.

La inocencia del personaje interpretado por Max Minghella, ocultando sus verdaderas razones, sorprende y no te imaginas que pretende, cuando al final se descubre.

El final además quedó totalmente abierto, eso quiere hacer indicar que habrá otra más de esta nueva, pero a la vez vieja saga de Saw y aunque ya no son como las del principio, por mi bien porque las sigo disfrutando.

- La policía de repente se convierte en subnormal perdida, confirmando que la película sí que pertenece al mundo de Saw. Encuentran un cadáver sin piel y nadie se molesta en hacer una prueba de ADN, dan por hecho que es el compañero del protagonista, porque tiene el mismo tatuaje, y eso es prueba suficiente. Luego te cuentan que el tatuaje se lo hizo «ipso facto» el asesino antes de matarlo, claro. ¿Quién iba a notar la diferencia?

- El asesino obviamente es el compañero, algo que posiblemente todo el mundo supo la primera vez que lo vio, y pudo confirmar en el momento en el cual aparece su supuesto cadáver sin rostro y es el único del que no nos muestran la prueba que realiza. Unos genios los guionistas, como siempre.

- Solo que es imposible que sea él, porque lo vemos casi siempre con el protagonista, y cuando no, resulta que estaba torturando a un paisano en un almacén al mismo tiempo que secuestraba a otro en otro almacén y mandaba audios de un bebé desde su casa o a saber. Espera, a lo mejor… sí, podría tener varios cómplices. Eso en Saw se lleva mucho. Pero como no me los muestran y me dicen que es hijo único, voy a considerarlo un agujero argumental, hecho aposta además, para despistar.

- Lo que ningún cómplice arregla es la escena de la muerte en comisaría. Ojo a los hechos porque es lo más disparatado de toda la franquicia. El tío, ya supuestamente muerto, entra en la comisaría con su cabeza de puerco, arma una trampa en la sala de pruebas, se encierra en ella con la jefa, a la cual mete en la trampa para morir, borra las cámaras usando una identificación de un expolicía corrupto que fue expulsado y condenado hace 12 años, y se esfuma. Todo esto con la comisaría llena de polis a reventar, sin que nadie vea nada. Jajajajajajajaja. Impresionante. Obra maestra.

- Por último la parte final, con el niñato ese pesado hablando mucho y tal. El tipo hace una llamada de emergencia y de repente aparecen allí los de operaciones especiales en 5 minutos. Y a nuestro protagonista no lo ayudaba nadie llamando 200 veces, hay que joderse. Para el caso, los SWAT entran a lo bestia cargándose todo, a lo puto loco, sin pensar. Entran en la sala final y disparan al que está en la trampa, apuntan al detective protagonista, y dejan irse al asesino, el cual literalmente cierra la verja del ascensor y les dice adiós. Jajajajajajajajajajajajajaja. Me he reído un rato largo.