La educación de las hadas

Amor, desamor, injusticias, más amor, más desamor, risas, oscuridad, encuentros idílicos, frases perfectas e inesperadadas, más amor, dos dosis más de desamor,
nostalgia poética, elegía, dolor, ironía, cuentos de niños, retórica infantil para representar dolor adulto, niño impertinente y desenvuelto. Esto ya lo he visto antes,
no se donde, puede que muchas veces, no lo sé, no me importa, lo siento Jose Luis, me gustan más reales, más ácidas, más auténticas, no subproductos, me gusta "amanece que no es poco",
me gusta "el bosque animado". Sé que cuidas las escenas, que cuidas los diálogos, que la música es dulce y oportuna, pero no, al servicio del entretenimiento no.

Muy lenta, muy melodramática. El final infumable. Película lenta con aires de grandeza que se esfuman en los primeros momentos cuando la paciencia del espectador se agota de pensar ¿vendrá algo interesante?. Muy bonita la idea de fondo, para mí lo mejor. La actuación del chico buena y la de Ricardo Darín buena también. Desde luego que no repetiría

Es una película sencilla pero con un final sorprendente. Los actores han estado muy bien escogidos para cada papel, en especial el niño. Ricardo Darín, con su particular encanto, le da el toque de imaginación que me hizo recordar a ""La vida es bella" por el trato con el niño

No sé muy bien por qué, pero algo no va. Supongo que si lo supiese, el propio Cuerda lo habría visto antes que yo y lo habría solucionado. “La educación de las hadas” me ha dejado una desagradable sensación de sentimentalismo impostado, propio de una película que pretende meterte las emociones con calzador. Da la impresión de que nada funciona, o de que se les ha ido la mano con el azúcar. La historia está llena de tópicos y no parece bien desarrollada. El componente mágico nunca llega a cuajar. El niño, más que ingenuidad, transmite pocas luces, el pobre. La subtrama del personaje interpretado por Bebe es tan deliberadamente lacrimógena que la sensación es patética (emigración, abuelo republicano, abuso en el trabajo, beca para la Sorbona… lo tiene todo, la niña). El gran Jordi Bosch parece un principiante en esto de la interpretación. El personaje de Darín, con su paciencia y abnegación casi infinitas, y asumiendo una responsabilidad con el niño que a todas luces no le corresponde, sencillamente no se sostiene. Irene Jacob no transmite el misterio que debería, máxime si se tiene en cuenta el desenlace. En fin, una historia naif que no me ha atrapado, y que se resuelve de un modo precipitado y poco verosímil, en mi opinión. Espero que el relato en que se basa no sea tan flojo.

Sencilla pero emotiva cinta de José Luis Cuerda, un director que dota de especial sensibilidad a sus cintas.
Aquí hace lo mismo, aunque no sea del gusto de todos los espectadores.
La razón de esto es que la historia no puede ser más normal y cotidiana, pero, Cuerda, a través de los ojos y pensamientos del niño protagonista, no lleva a un terreno donde la fantasía se une a la realidad cotidiana.
En realidad no tiene ningún misterio, al menos para un adulto, pero logra transmitirnos sensaciones contrapuestas, donde las hadas y personas conviven a veces sin saberlo.
La vida es dura, injusta y dolorosa, pero el ser humano debe buscar la dulzura y bondad en los demás, lo mejor de cada cual. Esa puede ser una de las lecciones que nos da Cuerda en esta cinta bella y dura a la vez, que no tiene nada especial en su historia, pero sí en su forma de contarla.
Excelentes interpretaciones (sorprende en su desagradable rol el simpático Jordi Bosch) y bonita música.
Lo dicho, hay que aceptar el punto de vista del director para que te guste la película, si no puede resultar banal e insípida, como les ha ocurrido a algunos. Ello da fe de la profundidad (¿quizás presunta?) de esta hermosa obra.

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