No sé muy bien por qué, pero algo no va. Supongo que si lo supiese, el propio Cuerda lo habría visto antes que yo y lo habría solucionado. “La educación de las hadas” me ha dejado una desagradable sensación de sentimentalismo impostado, propio de una película que pretende meterte las emociones con calzador. Da la impresión de que nada funciona, o de que se les ha ido la mano con el azúcar. La historia está llena de tópicos y no parece bien desarrollada. El componente mágico nunca llega a cuajar. El niño, más que ingenuidad, transmite pocas luces, el pobre. La subtrama del personaje interpretado por Bebe es tan deliberadamente lacrimógena que la sensación es patética (emigración, abuelo republicano, abuso en el trabajo, beca para la Sorbona… lo tiene todo, la niña). El gran Jordi Bosch parece un principiante en esto de la interpretación. El personaje de Darín, con su paciencia y abnegación casi infinitas, y asumiendo una responsabilidad con el niño que a todas luces no le corresponde, sencillamente no se sostiene. Irene Jacob no transmite el misterio que debería, máxime si se tiene en cuenta el desenlace. En fin, una historia naif que no me ha atrapado, y que se resuelve de un modo precipitado y poco verosímil, en mi opinión. Espero que el relato en que se basa no sea tan flojo.