El prestamista

Cuando conocemos personas que nos desconciertan e incomodan por su agrio carácter, su eterna mueca de tristeza, su mirada perdida y su crónica insensibilidad... Cuando calificamos a estos seres inanimados de gentes sin corazón, tal vez deberíamos concederles el beneficio de la duda y pensar que esas ausencias vitales, que convierten a estos individuos en sepultureros de la alegría de vivir, son producto del robo o extirpación practicado por otros animales de su especie, sí, esa que dice tener el término "humano" entre sus atributos.

Andar por el mundo como un boxeador sonado, un zombie sin apetito o un pollo sin cabeza; despertar cada mañana deseando no haberlo hecho; hablar con los demás como si lanzaras las palabras contra los muros de un frontón; trabajar como un autómata; echar quina para endulzar el café... Este es el día a día y el modus vivendi de Solly Nazerman, ese misterioso alemán que instaló en la esquina un negocio de préstamos. ¡Se dicen tantas cosas de él!, pero también se dice que ninguna es cierta.

Condenado para siempre a subir la pesada carga a la montaña y a resultar aplastado por ella tras rodar por la ladera, una dualidad que puede parecer imposible pero que sufren de manera repetida las víctimas de estrés postraumático. Y este es el serio problema del señor judío que tiene un extraño tatuaje en su brazo, ese tipo tan frío y antipático. Aunque, ¡quién sabe!, lo mismo tiene razones para ser así y cambiaríamos de opinión si supiéramos porqué se ha venido a esconder a Brooklyn, un lugar tan poco recomendable en estos inicios de los años 60 del siglo XX.

Sin duda, Rod Steiger, es invadido en este film por el ultracuerpo, surgido de la novela de Edward Lewis Wallant; aunque en esta ocasión por una buena causa, para que comprendamos mejor a los vecinos malhumorados que no responden a nuestros alegres buenos días y seamos conscientes de que, efectivamente, ellos han tenido menos suerte que nosotros, que aún no nos hemos dado de bruces con el infierno.

Una obra que trata el stress post-traumático de una manera brutal a través de los ojos de un judío que sobrevivió al Holocausto y regenta una tienda de préstamos.
Sus vivencias a través de flashbacks, su pasotísmo, frialdad e indiferencia ante las personas y el entorno que le rodea definen al personaje de Rod Steiger que ofrece una interpretación mastodóntica e inolvidable.

Lumet se acompaña de un guión carbonizado y vacío de sentimentalismos como el corazón del protagonista y una amplia versatilidad de movimientos de la cámara con primeros planos y recorridos amplios sobre su persona para acentuar la sensación de angustia y pesadumbre.
El contrapunto lo pone una banda sonora jazzística dirigida por Quincy Jones que aparece con fuerza en el tramo final de manera desaforada y en cierto modo alegre para dejar la duda de si el protagonista vuelve a recobrar la fuerza y el deseo por vivir.

Lo peor aunque no necesariamente malo, podría definirse como ante tal centralización sobre el protagonista el resto quede algo desdibujado y simplificado y la puesta en escena parece algo mundana pero recrea bien el Harlem empobrecido y peligroso sometido por explotadores de la época de los 60.

El prestamista fue una de las primeras películas que trató el tema de las consecuencias psicológicas derivadas del Holocausto en los supervivientes.

Protagonizada por un inmenso Rod Steiger, cuenta la historia de un prestamista judío que regenta una modesta tienda de empeños en el Harlem de los años sesenta. Se trata de un hombre devastado emocionalmente a causa de los tormentos padecidos durante la Segunda Guerra Mundial en un campo de concentración. Un tipo incapaz de relacionarse con alguien y de mostrar empatía, al que lo único que distrae es dirigir su negocio.

La película también habla de la idiosincrasia judía y resulta muy interesante. Su director, el prestigioso, Sidney Lumet, filma con acierto este drama desgarrador apoyándose en el trabajo de unos magníficos actores a los que permite lucirse mostrando primeros planos de sus rostros en un elegante blanco y negro, metiendo la cámara en el centro de la acción para involucrar al espectador en la historia. La banda sonora de Quincy Jones es otro de los alicientes del film.

Me ha gustado mucho. Me gusta Lumen, siempre me ha gustado. Tiene buenas películas y excelentes obras de arte. Network o Doce hombres sin piedad sin duda lo son.
Esta es magnífica.
La novela es de Edward Lewis Wallant y el guión es de David Friedkin, y Morton Fine. La música es de Quincy Jones, una maravilla.

Hola a todos,

Tengo poco que añadir a las exhaustivas y magníficas reseñas de grandes talentos admirables como el de Miquel o tantra. Mis respetos.

Sin desdeñar el talento y los méritos de S. Lumet, Q. Jones, R. Steiger o del equipo técnico de The pawnbroker, tan sólo quería indicar las muy evidentes referencias y reverencias (quizás demasiadas) de esta película a títulos tan personales, identificables y consagrados en la historia del cine como Shadows (de J. Cassavetes, 1959) y El eclipse (de M. Antonioni, 1962).

Animo a todos los usuarios a quien le haya gustado The pawnbroker a acercarse a estas dos joyas del cine para evaluar las 7 diferencias.

Saludos