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Ken Park

Drama El polémico Larry Clark -director de 'Kids' (1995)- y el reputado director de fotografía Edward Lachman, codirigen este drama -con abundantes escenas de sexo explícito- sobre un grupo de adolescentes que viven en una zona residencial de Visalia, California, en el seno de familias de clase media. Tres chicos y una chica son amigos desde la infancia: Tate comparte casa con sus abuelos y con un perro de tres patas llamado Legs; le gusta ... [+]
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Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
31 de enero de 2007
55 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Larry Clark y compañía se le fue la olla considerablemente con este drama porno-social. En un barrio de clase media-baja de una ciudad norteamericana, se concentra el mayor número de colgados por metro cuadrado que las mentes más enfermas se puedan imaginar. No se realmente cual fué el propósito de esta cinta, pero la verdad es que es bastante infumable.
Está bién el hecho de intentar mostrar la crudeza de muchas situaciones cotidianas, como otros muestran la violencia en todas sus vertientes en diversos filmes, pero lo que no es creíble ni por asomo, es que en un mismo barrio se den todos los arquetipos mas enfermos de las personas que allí residen; vale que hay adolescentes difíciles, problemáticos, incomprendidos, vale que hay adultos con patologías enfermizas... pero lo que nos muestra Ken Park, aparte de ser desagradable en muchos momentos, es tan increible como poco probable; si hasta la única mascota que aparece en el reparto le falta una pata... vamos, todo muy estrambótico.

El "momento" onanista, se pasa de explícito (para eso me alquilo una porno), aunque la película tiene varios tramos pornográficos. ¿Esto es realismo?, no se, a mi me parece excesivo; se hubiese agradecido más algo de erotismo, que pornografía en toda regla.

Lo mejor: Maeve Quinlan, y no por la interpretación precisamente......

Larry y Ed deberían cambiar de "camello".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlie Aviel
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23 de abril de 2007
29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los autores más radicales en la actualidad regresa al mundo adolescente, un universo que ya explorara en 1995 con la película de culto Kids, su obra más personal hasta la fecha, a pesar del carácter documental que contenía. Si en aquella ocasión los padres no disponían del permiso necesario para adentrarse en el mundo de sus hijos, ahora Larry Clark va a indagar en las relaciones que mantienen ambos a través de cuatro familias afincadas en una pequeña localidad de California, donde el sexo y la violencia llenan unas horas que se antojan marginales y nihilistas.
Larry Clark dota a Ken Park de una frescura especial. La opción de utilizar actores no profesionales eleva las historias a la condición de espejos de una existencia que busca en el sexo una salida, ya sea como píldora curativa, forma de evasión, método de desahogo o vehículo comunicativo. A esto le añade una profundidad y preocupación por sus personajes que ya había mostrado, pero jamás con tanta comprensión y sutileza. Una dócil senda separa el odio del amor, la crítica a la paternidad, de la oda a los niños de la calle, hijos para Larry Clark: la joven reprimida por la obsesión de su padrastro con la religión y el recuerdo de su fallecida esposa; el adolescente psicópata y aficionado al placer extremo; el joven que se tira a la madre de su novia; o el chico con un padre celoso.
La pena llega cuando el mejor Larry Clark, más loachiano que nunca, traiciona a sus protagonistas, y por añadidura, a sus seguidores. Aparte de algunas deficiencias técnicas más que notables, y varias incoherencias temporales y argumentales - extraño dada su habilidad para el montaje-, el director sucumbe ante el morbo de unas escenas solipsistas que no reciben un posterior desarrollo a la altura de su belleza. Abandona a sus personajes, hipnotizado por la carne, como se abandona a alguien en el altar el día de su boda.
Como ya hicieran Intimidad, La pianista o Romance X, Ken Park reabre el debate de la censura. Uno pensaba que lo había visto todo en una sala de cine, pero está claro que con tipos como Larry Clark cualquier cosa se puede esperar.
Se compadece a todos aquellos que vayan a sufrir de mareos, vómitos y temblores, pero también se defiende la libertad de expresión de uno de los directores más comprometidos con mostrar la verdad, sin tapujos, y la realidad, sin miramientos. Se sugiere a todos los padres e hijos que alguna vez hayan deseado, descubrir, y mostrarse, respectivamente, no desaprovechen la oportunidad de acercarse a conocer un retrato muy fidedigno de la comunicación actual reinante entre muchos de ellos, que, aunque sea triste, nos urge revisarla.
La Maga
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15 de abril de 2009
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
El formato telefilm, con su método abreviado de diseño de realidades (personajes unidimensionales, situaciones prefabricadas, actores de segunda), es de por sí anodino y limitado. Pero aún puede revolverse en su cortedad. Está el trazo grueso.

Si en el contexto del conflicto generacional (que registra algún que otro suicidio y asesinato) un adolescente tiende a ser agresivo, aparece como un loco furioso que amenaza de muerte a su abuela porque no llama a la puerta del cuarto cuando le lleva la merienda.
Si unos abuelos, ya mayores, son demasiado indulgentes con el nieto, son presentados como lelos deplorables que no apean de los labios una sonrisa bobalicona.
Si otro adolescente se siente atraído por las mujeres, una mujer del vecindario (por cierto la madre de su novia) le adiestra en el cunnilingus, que practica con lametones perrunos.
Si un viudo a duras penas soporta la pérdida de su bella y joven esposa, el pobre lo vive como creyente fanático, alienado y patético, que habla con las fotos y las tumbas y deambula en la inopia.
Si su hija adolescente recibe una estricta educación religiosa, desarrolla una afición a maniatar a sus amigos en la cama, y a disfrutarlos a pares.
Un padre que no se lleva bien con su sensible hijo se caracteriza por estar desempleado, beber sin parar, ir de putas callejeras, pasar el día en el sofá ante la TV más ultra o haciendo pesas para bíceps; por pegar a ese hijo y también, ya puestos, por desarrollar hacia él deseos libidinosos.
Si otro adolescente es retraído a la hora de tratar con chicas de su edad, se ve con sórdido detalle, con pelos y señales por así decir, la modalidad de onanismo a que se dedica.

Con esta tónica de caricatura involuntaria no se rebasan las formas estereotipadas del telefilm: no hay parodia ni sátira, como con ironía e inteligencia se hace, por ejemplo, en “Very Important perros”. Hay más bien una inversión de esa tendencia edulcorante usual en el formato, que deriva hacia una burda aspereza, una abierta fealdad.

El planteamiento incluye escenas suplementarias, a modo de póster central desplegable, donde los actores jóvenes aparecen sin ropa y entregados a diversas actividades sexuales, mostradas de forma insólitamente explícita. De pronto convertidos en avezados estudiosos de Malinowski, los adolescentes perfilan la alternativa al mundo penoso que les ha tocado: esas sociedades polinésicas donde los jóvenes se pasan el día sin hacer otra cosa que follar en pandilla. Y mientras hablan, lo ponen en práctica con gran soltura.
Y eso es todo, en cuanto al futuro. Junto con las drogas y el patín.
Archilupo
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3 de junio de 2008
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a decir nada que no este ya dicho, simplemente me quiero desahogar.

Recuerdo que la vimos tres personas, y nuestros esfuerzos por tapar los pitos de la pantalla con los dedos de la mano fue lo único entretenido de esta... ¿película?.
Le peor película que vi jamás, junto con "Faust, la venganza esta en la sangre", con la diferencia de que Faust la vi por mi propia curiosidad y Ken Park me la recomendaron como "cruda" y como "la vida real" porque no se corta un pelo.

No tengo ningún inconveniente en que ponga a un tío meando sin censura por que "no hay censura en la vida real", como se excusaba el tipo que me la recomendó cuando le dije lo que opinaba este bodrio. Pero ya se como hace pis una persona, no creo que sea necesario bajar la cámara, hacer un zoom al miembro y volver a alejar. Y ya no por homofobía si quereis pensar eso, si no por que ¿que aporta ese plano?. ¿Eso me debería escandalizar?, yo también hago pis y he visto a otra gente hacer pis.. pero, ¿en la vida real hay zoom a los pitos?, ¿debería llamar mi atención?. ¿Se supone que las escenas pseudopornos, (y las porno que a falta de guión pues ala a meter gente follando) me deberian escandalizar?, ¿eso es crudeza?, ¿En que pensaba el director cuando la rodó?

Dejando a un lado los planos de pitos las historias no tienen pies ni cabeza. Solo es tratar de escandalizar con las cosas mas enrevesadas.
Lo que es preocupante es que haya gente que diga "es como la vida real" por que si realmente alguién le encuentra parecido a alguna historia de estas con la vida real... seguramente si, tenga problemas peores que haber visto esta película.

A ver si hace Ken Park 2 por que creo que se dejó en el tintero la historia de los hermanos gemelos gays que practican sodomía entre ellos vestidos de personajes de star trek, el niño con enfermedad terminal que se siente atraído sexualmente por los relojes casio, y la niña que le gusta comerse su vómito mientras disfruta de barrio sesamo con la televisión del revés, y si no es asi.. ¡Que no me robe las ideas que le veo venir!
Miki
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10 de enero de 2006
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que se puede ver, pero que recurre al morbo fácil y al efectismo más gratuito (incluidas las escenas pornográficas, bastante explícitas).
Prueba de esto último es la escena inicial en la que Ken Park se vuela la cabeza (¿con una pistola de juguete?, por lo menos lo parecía) en plena pista de skate. ¿No hay otra manera más discreta y más creíble de suicidarse?
Tampoco son creíbles el padre de Peaches, la chica; ni la historia de Tate; ni la del padre violador homosexual.

Vuelvo a lo de siempre: me da igual que se basen en historias reales. El mismo verbo "basar", en este contexto, implica subjetividad; indica que la base no se sigue al pie de la letra. Muchos de vosotros estaréis de acuerdo conmigo en que, aunque existan asesinos de la katana, fanáticos religiosos o suicidas, es mucha casualidad que coincidan los más dementes de ellos en el mismo barrio ¡de clase media!; y mucho más que formen una pandilla de amigos.
Así no hay quien se crea nada.

La historia más moderada es la del chico que se acuesta con la madre de su novia.
jastarloa
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