¿Qué he hecho yo para merecer esto!

Cuarto trabajo de Pedro Almodóvar donde el director manchego demuestra un notable talento expresivo, una pasmosa facilidad para introducir el surrealismo en personajes y situaciones cotidianas, para reproducir la realidad con gracia y desgarro. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? es un excelente retrato hogareño sobre el feminismo que vierte en la cultura pop, para crear un modelo cinematográfico ambientado en el día a día de unos personajes atormentados por su realidad.

Aunque el director, en sus anteriores trabajos, había tratado con la comedia, en este trabajo vemos a un Almodóvar más experimentado, capaz de mezclar dicho género con el drama dotando al resultado de una acidez social fresca y familiar, y de estampar un estilo tan personal y característico que el espectador es capaz de detectar cuando está viendo una de sus películas.

Dicho esto, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? trata sobre una mujer, ama de casa, madre y esposa, asqueada de una realidad, que necesita desesperadamente ser cambiada y necesita sentirse madre para que su vida no deje de tener sentido. Una vida muy condicionada por las situaciones externas, que también tiene que hacer frente a los conflictos internos.

Obra muy bien acabada, con un guión y un trabajo de Carmen Maura realmente magníficos, en la que Almodóvar expone a la mujer a una determinación extrema.

¿Qué he hecho yo para merecer esto! de Pedro Almodóvar, es un drama y comedia negra basado en una familia española en los años 80. Dirigida con un ritmo activo y dinámico, y en la línea usual del director, es personal y una cinta cualificada y capaz dentro de su género habitual. Realizada de manera correcta y verosímil, es admirable y realista por tratar una historia creíble, pero manteniendo su dosis característica de drama y humor personal, hilando una trama que gusta ver y que cala por ser sencilla y natural dentro de su cine particular e inconfundible.
La fotografía, es evocadora a la época en cuestión, con tonos tenues y competentes que son eficientes por estar llenos de matices y cuidados en detalles. La música, que es variada y con uso de canciones folklóricas y ochenteras te transportan, con algunos sonidos rítmicos y profundos que son sugerentes pero desde luego pasados de moda. Además, los diálogos son familiares y domésticos, muy oportunos por hacer hincapié en la perpetua desesperación que sufre la ama de casa por su exceso de trabajo y nulo reconocimiento.
Las actuaciones, son verosímiles y naturales. Con Carmen Maura muy real y convincente, y buenos acompañamientos de Verónica Forqué, Luis Hostalot, Gonzalo Suárez, Kiti Manver, Cecilia Roth, Ángel de Andrés López, Amparo Soler Leal, Chus Lampreave, Javier Gurruchaga e incluso el mismo director entre otros. Empleando para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes y bien elaborados según el personaje y su función en el film.
El guion, escrito como es costumbre por el mismo director, tiene excesos de realismo, lo que hacen la cinta muy creíble y práctica a la hora de llegar con acierto al espectador, y por estar argumentado con algunos toques cómicos que hacen más atractiva la historia y evitando así el sobrante dramático. Y para llevarlo a cabo, utiliza una narrativa común y alusiva en lo familiar, que desde luego es natural y sencilla dentro del típico léxico del director, pero sin llegar a ser borde o discordante dentro de la historia.
En definitiva, la considero una de las obras más reales y esenciales del director, por ser pesimista y emotiva, desesperanzadora y espléndida en su drama. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones y narrativa que hacen de ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, un film indispensable en la filmografía de Almodóvar, ya que sobresale su dosis extra de realidad, y cala en el espectador por su naturalidad y verosimilitud dentro por supuesto del género e historias retorcidas que suele adaptar al cine, el singular director manchego.

La veo por segunda vez, porque la ponen en la 2, y lo que hace más de treinta años me sorprendió favorablemente ahora me decepciona, porque ha envejecido mal.
Está bien contada, pero el guión tiene fallos tontos, bromas sin gracia, como lo de la niña con poderes. Todo está enrevesado, sin conclusiones, mezclando el humor con el drama, pero esto último sin emoción alguna.
Los actores cumplen bien, como ha pasado casi siempre en las películas españolas, también en algunas de los cincuenta y sesenta, tan machacadas por algunos cinéfilos.
Con todo este Almodóvar es mejor, más fresco, que lo último que está haciendo, mucho más sofisticado y falso.
En el fondo el primer Almođóvar seguía la vena del cine castizo, aunque con un tono inmoralizador y alternativo.
Pero no deja de ser aúna españolada.

Aunque con el pasar de los años esta película no haya ganado tanto reconocimiento como Mujeres al borde de un ataque de nervios (otra de Pedro) y no sea, por tanto, a día de hoy tan conocida como esta, creo que como mínimo está a su misma altura. Aparte de director comparten protagonista y década. Almodóvar y Maura están estupendos en ambas películas porque los dos son muy buenos en lo suyo, eso está claro, pero en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? tenemos un calado mayor que en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Aquí nos centramos en una de esas vidas que nunca protagonizarían una película, una ama de casa de los 80 en un barrio obrero de Madrid, asqueada, pasiva, con su anodina rutina, con un marido que ni la quiere ni la desea, con un amante que no la satisface, con una prostituta como única amiga y sin ningún tipo de ilusión.

Por cierto, qué grande era Chus Lampreave.

Corría el año 1984 cuando se rodó una de las películas más feministas que haya parido nuestro cine. Y Pedro Almodóvar tuvo que ser su autor. Aunque el Almodóvar al que yo idolatro es el del melodrama desaforado e imposible, la tragicomedia que es “¿Qué he hecho yo para merecer esto!” es de las que dejan marca indeleble y, lo que es más importante, te hacen reír con situaciones que, una vez desmigadas, son ciertamente insoportables, utilizando a veces el puro surrealismo como válvula de escape (impagable la niña con telequinesis). Con la risa se combate la dureza de ser una mujer de nuestro tiempo.

Porque corren los años 80 para el personaje que magistralmente protagoniza Carmen Maura que, a pesar de llevar toda la carga del cuidado de la casa, tiene que trabajar también como limpiadora en todos los lugares en los que encarta. Porque su vida no puede ser más real, o sea, más insoportable: hacinada en un piso colmena con vistas a la M30, está casada con un taxista que vive enamorado de una antigua relación que tuvo con su jefa cuando trabajó en Alemania; con la madre de éste, su suegra (enorme Chus Lampreave) que se siente enclaustrada fuera del pueblo y que guarda bajo llave el agua con gas y las magdalenas por pura tacañería; con un hijo de 14 años que ya trafica con sustancias psicotrópicas en el barrio; con otro menor que es autosuficiente a través de relaciones sentimentales con hombres mayores; y apenas si subsiste y jamás llega a fin de mes por más que se deslome para intentarlo en una soledad femenina apabullante.

Su refugio tan sólo llega desde la sororidad de su vecina Cristal (enorme Verónica Forqué), que es puta pero es la única con un corazón inmenso en aquel lodazal humano que resulta ser la vida de Gloria, la única ayuda, su único remanso de paz. Además, todo comienza a complicarse cuando comienza a limpiar en la casa de un escritor cliente de Cristal y entonces será cuando la vida le demuestre que todo es siempre susceptible de empeorar.

Como suele ocurrir con el cine de Almodóvar, una película de mujeres donde los personajes masculinos son mero complemento de la narración, aunque con unas señales estéticas tanto en caligrafía visual como en decorados impropias de su filmografía para subrayar acertadamente la miseria ancestral en la que habitan sus personajes marginales.

Dicho sea de paso, la televisión que tienen en tan humilde casa da lugar a algunos cameos y situaciones cómicas de esas que no se olvidan una vez que la carcajada las premia como merecen, como el anuncio de café o la canción de “La bien pagá” cantada por el propio cineasta haciendo de Miguel de Molina. Puro Almodóvar en vena, como debe ser.