Vuelta a la vida

Jack London debería estar fascinado de ver que su obra está en buenas manos. Las manos de Joseph Pevney han recogido en el celuloide la emotividad de una historia con todo el olor de un clásico imperecedero. Amores y traiciones con la ayuda inestimable de un perro están contados por un director que tuvo que amar a Jack London. No he visto nunca una peli tan fiel al mundo del escritor de Colmillo Blanco. Una joya irrepetible con la pelea más brillante que hayan visto mis ojos con gafas.

Estimable película de aventuras en la nieve de Alaska (aunque su mayor parte esté rodada en estudio) que cuenta con todos los ingredientes del género: esquimales, trineos, perros, lobos, barro, malos, buenos, chica guapa y heroica, hielo y nieve, mucha nieve.
El guión está basado en una historia corta de James Oliver Curwood, coetáneo y admirador del novelista Jack London y especializado como él en el género de la novela de aventuras. Por su parte la dirección corre a cargo del artesano Joseph Pevney, que cuenta con "El hombre de las mil caras" (1957) como mayor éxito cinematográfico para después especializarse en trabajos para TV entre los que destaca haber rodado los primeros episodios de la serie "Star Trek".
La pareja protagonista (Rock Hudson y Marcia Henderson) contribuye al buen hacer general de una película que entretiene y se ve con agrado.

En los parajes helados de Alaska, dos hombres matan a un esquimal para robarle el plano de una mina de oro. El perro de la víctima, único testigo del crimen, irá a parar a manos de un patrón de barco y su esposa.

Historia de aventuras en la nieve, influenciada por el universo literario de Jack London, que cuenta con el protagonismo siempre grato de Rock Hudson y un diseño de producción a la vieja usanza. Un filme discreto pero estimable que dirige el artesano Joseph Pevney, autor de "El hombre de las mil caras".



"Nada bueno para los hombres, las bestias o los marinos."

Cinta de aventuras con perro en Alaska. Dicho así puede resultar un poco seca la reseña, pero la verdad es que no hay mucho más. Y sin embargo se pasa un buen rato viéndola.
Cierto que, como alguien ha dicho ya, el argumento es bastante convencional, malos matan y roban los planos de una mina a un esquimal, cierto que los personajes tienen escasa hondura, cierto también hay muy poca tensión dramática. Pero con una excepción importante, el muy malvado Paul Blake (Cochran) que resulta de una personalidad muy atractiva.
La cosa va del propietario de un barco a punto de levar anclas de Franklin Bend (Alaska) con un cargamento de pieles, es el capitán Peter Keit (Hudson), que viaja con una bella y resuelta esposa, Dolores (Henderson). Tiene prisa para evitar los hielos y volver cuanto antes "a la vida", como recoge el título español de la obra.
La víspera de zarpar acepta el matrimonio la invitación del enigmático Blake que, acompañado de su asistente Frank Hudson (O'Brian), bajo las formas de la más exquisita educación inicia un verdadero acoso a la bella Dolores. Tras conseguir primero retrasar el viaje de los esposos, manda a Keit en busca de su jefe de máquinas al alejado lugar de Stilokum. Resultan interesantes las escenas de las primeras escaramuzas del acoso, que se adivina pero que no termina de concretarse. Le ofrece su protección frente a la soledad, pues es prácticamente la única mujer occidental en un mundo de esquimales donde hay de todo. La respuesta de ella corta como el acero: "La esposa de un capitán de barco está acostumbrada a ser la única mujer blanca en muchos miles de millas".
Asimismo tiene su interés conocer por encima el dominio, el odio y el afán de venganza entre los dos malvados. O los celos que se adivinan en la sirvienta indígena hacia su dueño.
El resto es un puñado de aventuras distraídas con excelentes imágenes de marchas a pie o en trineos tirados por perros que se mueven en la inmensidad de un océano de nieve.
En lo sanitario anotamos la presencia de un enigmático Doctor Fitzsimmons (Owen), al que no terminamos de ver del todo claras sus intenciones, curando primero una herida de cuchillo, que limpia, lava y aplica un "antiséptico", o la reducción provisional de la fractura de tibia y peroné que sufre Keit que deja perfectamente entablillada para ser tratada por un médico especialista.
Aunque se le podía haber sacado mucho más partido al tema, no deja de ser una película distraída y amena. Muy recomendable sobre todo para los aficionados a las aventuras donde intervienen perros.

Hay cierto cine de aventuras que siempre va a funcionar porque entra bien por los ojos, tal cual sucede con películas como la que me ocupa ahora mismo, que está ambientada en Alaska y aunque probablemente filmada en los estudios de California, va a tener siempre un público dispuesto a aplaudir más el contexto que el contenido. No quiero ser un aguafiestas, pero hay muchos agujeros en el guión, demasiados, cosas que no se entienden bien y que no alcanzo a comprender. Y ese es un problema de ahora y de antes, cuestiones como las intenciones de los malos, que no quedan bien explícitas, cuestiones como la actitud del protagonista, que es capaz de dejar sola a su mujer en una situación en la que nadie lo haría. Por cuestionable hasta la aportación del perro. Pero claro, la sombra de Jack London tiene que ser bien visible...

En todo caso no soy el único que opina que a la película le falta alma y que es plana, pero es que hasta cuando se dan de ostias parece que sea mala idea. Una pierna entablillada y a tirar de trineo, muchos cabos sueltos y poca consistencia. Tampoco es que sea un desastre pero queda lejos de ser una obra maestra, muy lejos, apenas un poco de entretenimiento. Muy justita.