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Zulú

Aventuras. Bélico Sudáfrica, 1879. Un centenar de soldados ingleses esperan el ataque de 4.000 guerreros zulúes. Tienen órdenes de resistir en su puesto y, a pesar de la aplastante superioridad numérica del enemigo (40 a 1), están dispuestos a luchar hasta el final. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la provincia de Natal, Africa del Sur, la guarnición que manda los ttes. John Chard [Stanley Baker] y Gonville Bromhead [Michael Caine] está realizando labores de pontonería cuando son informados del levantamiento de los zulúes por el pastor rev. Otto Witt y su hija Margarita que han estado haciendo una visita pastoral a una aldea zulú. Allí se enteran que un gran contingente se ha levantado contra la presencia británica con ánimos de expulsarle. En 1879 se produjo una masacre de un contingente británico en la zona. 25.000 zulúes arrasaron a una guarnición de 1.000 hombres, lo que fue considerado por el ministerio de Colonias como una gran tragedia. La guarnición de los ttetes. John y Gonville corría el mismo peligro si no se retiraban pronto de la zona pero determinaron resistir la embestida de búfalo zulú con los 149 hombres disponibles frente a los 4.000 guerreros, como un hormiguero, avanzará sobre ellos. Gracias a la experiencia de un explorador del ejército dispusieron la defensa de la misión y a duras penas resistieron las sucesivas oleadas de la tribu.

Prácticamente toda las película se resuelve en la preparación de la defensa y en describir de manera minuciosa los ataques zulúes que llegan materialmente a destruir la misión y a matar a muchos hombres pero trminan por aceptar su derrota victoreando a los defensores. La película hubiera necesitado un buen guión y sacarla de la localización de la misión porque toda la acción se repite como el pepino, lo que no le quita interés al film. El director necesita un hervor. Trata a los zulúes de forma digna aunque se pasa en la exaltación del heroísmo colonial de la guarnición. Esta es una historia basada en hechos reales aunque exagerados. El director gasta la mayor parte del metraje en la acción de los defensores contra los ataques de la tribu. No toca en ningún momento los problemas coloniales de Gran Bretaña en África. La película muestra la lucha desigual de zulúes con escudos y azagayas y los británicos con fusiles. Esto, nunca mejor dicho, es una merienda de negros.
montipito
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5 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de aventuras coloniales contada en forma de western desarrollada en Sudáfrica en 1879 que describe la batalla de Rorke's Drift, en la que 140 soldados británicos tuvieron que enfrentarse a más de 4.000 guerreros zulúes.Rodada en Supertechnirama 70, es una gran superproducción británica producida por el protagonista Stanley Baker y filmada íntegramente en las montañas Drakensberg, en el Royal Natal National Park. Está narrada por la extraordinaria voz de Richard Burton y además del protagonismo de Stanley Baker o Jack Hawkins, en un desagradecido papel, supuso el debut como actor protagonista del incomparable Michael Caine.

El director americano Cy Endfield, uno de los directores perseguidos durante la caza de brujas que tuvo que emigrar al Reino Unido, nos lega un magnífico relato con un impecable ritmo narrativo en una sucesión perpetua de ataques por parte de los zulúes en una suerte de absorbente crescendo. Endfield aporta además una ligera crítica social, incidiendo en las diferencias de origen entre los oficiales Chard y Bromehead y por supuesto, la pelicula tiene, a ratos, un tono claramente antibelicista, algo habitual en las producciones de la época.

Tal vez le falta, como a tantas superproducciones británicas el brillo, esplendor, espectacularidad –y seguramente el dinero- de las producciones americanas, quedándose a veces a medio camino, sin conseguir explotar del todo artística o emocionalmente –algo muy similar sucedería dos años después con otra superproducción británica “Khartoum” (1966) de Basil Dearden-, por no hablar de algunos descuidos hoy imperdonables –las muertes son poco creíbles y algunas son algo bochornosas por su falta de realismo- pero a pesar de todo ello, guarda un enorme interés, tiene algunas escenas electrizantes, cuenta con una suntuosa música de John Barry -en una de sus primeras grandes bandas sonoras- y es, en líneas generales, una gran película.

Quince años después se rodaría una precuela “Amanecer Zulú” (1979) entre cuyos guionistas se encontraría el propio Endfield e interpretada entre otros por Burt Lancaster y Peter O’Toole.
Gould
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23 de junio de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como versión levemente disimulada de Caperucita y el Lobo, tiene gracia, de ahí se entiende que los soldados británicos luzcan ese rojo tan resplandeciente, pese al calor de impresión que debería hacer (ellos, los oriundos, van desnudos) por esos lares, y que el enemigo tenga esa piel negra tan hermosa, tan de lobo de bosque recién salido de un río de aguas cristalinas y virginales. Como es bien sabido, la mujer, la niña, Caperucita, es la fuerte y el lobo, el hombre, el indígena, el débil, la víctima propiciatoria que cae sin remedio, el que sigue ciegamente la llamada del amor y la muerte.
Como "Monster movie", tampoco está mal. El tratamiento es clásico: se presenta a la(s) bestia(s) con su ristra de crímenes nefandos a cuestas, se prepara la defensa numantina ante la amenaza pavorosa de su próximo y cercano ataque, se batalla y se descansa por fin con el orgullo del deber recién cumplido. En este caso, el monstruo es una marea negra, indistinguible y abismal; como niebla de mosquitos, marabunta de hambrientas termitas, plaga de cuervos, pirañas mutantes o aluvión de panteras ávidas, lo mismo nos da, son una muchedumbre peligrosa y sangrienta, un montón de gente que busca carne y encuentra muerte.
Es tan elegante, educada y respetuosa con el enemigo, como infantil, simplista y tópica. Se trata al rival africano con cuidado, al otorgarle tanto categoría de estratega como calidad de buen deportista. Pero el acontecer es previsible, las trifulcas guerreras son un poco de risa y el muere es demasiado rutinario y facilón. Da una inmensa pena ver caer a tanto zulú pa na, para hacer bulto y rellenar los cementerios. Los pobres ni tienen fusiles (muy pocos) ni, en lo suyo supuestamente, el cuerpo a cuerpo y la lanza en ristre muy matarife, dan pie con bola, venga a morir como zombis descabezados, a lo loco y a lo tonto.
Como espectáculo puramente cinematográfico, tiene un poco de todo; una fotografía estupenda, actores pistonudos, buena realización, cánticos, bailes, balas, paisajes... Pero a mí se me hizo larga, pesada, cansina, deprimente incluso al ver tanta destrucción y agonía contada con tanta obviedad, de forma tan pedestre, con tan poca "gracia" y sustancia. Y pasó algo habitual en estos casos en los que se ponen tan a favor de unos y les insuflan tanta épica y grandilocuencia, tanta soflama ardorosa y estulta, tanto discurso y gesto sagrado de renuncia por la patria, que inevitablemente acabas deseando que "ganen" los otros, los que sean, los malosos mejor que unos buenos tan pelmas y cargantes, tan cursis y exaltados en su ascetismo inflamado y en sus, por un lado, estirados modos de "clase" y, por el otro, obtusas y botarates actitudes cafres; y por todo ello terminas frustrado, y cansado, impotente al ver tanta masa humana, hijos del mismo Dios, perder tanto ante tan pocos y heroicos caballeros del sagrado Imperio.
Como simple épica, también chirría. Ese afán desmedido por glorificar los valores castrenses, con tantos chistes malos y gestas de cartón piedra, prescindiendo del contexto y el sentido (como si lo que se cuenta fuera un hecho aislado, pintoresco, desligado de la Historia y su curso), resulta, vista hoy, unos cincuenta años después de estrenada, todavía más anacrónica, falsa y forzada de lo que ya debería ser en aquella época. Es decir, la mirada ha cambiado, las guerras son vistas, en la gran mayoría de los casos, como atroces carnicerías asociadas a intereses espurios, contiendas poco edificantes, nada dignas de alabanza, más bien lo contrario, ejemplo de lo peor de la condición humana, de lo más triste y rechazable. Esto es así especialmente después de las dos Guerras Mundiales en las que la épica guerrera quedó destruida casi completamente, murió definitivamente la añeja idea de una aristocracia privilegiada moviendo fichas como si fueran grandes y frías mentes estratégicas, la guerra como una partida de ajedrez de altos vuelos en la que las vidas humanas podían ser prescindibles siempre y cuando se respetaran ciertas normas y la conducta con el enemigo vencido fuera más o menos honorable, como si fuera una especie de juego macabro pero muy distinguido en el que se ponía a prueba el valor y la suerte de unos cuantos elegidos; fue tal el golpe, la suma de barbarie, estupidez, maldad, miedo, dolor y bajeza humana, murieron tantos millones de personas de formas tan espantosas y/o arbitrarias, tan poco elevadas y heroicas, tan democrática y masivamente anodinas, que quedamos estragados, alérgicos a supercherías y propagandas, inmunes a asesinos cantos de sirena, bueno, más o menos, tampoco nos emocionemos ahora tanto nosotros.
La película hace referencia a las guerras coloniales del diecinueve, incluso más alejadas de nosotros en todos los sentidos o aspectos, sobre todo formales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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13 de agosto de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de uno de los clásicos del cine bélico y de aventuras, que nos representa un hecho histórico en el que un pequeño grupo de soldados ingleses debe hacer frente a un numeroso ejército de zulúes que intentan expulsarlos de Sudáfrica en una batalla campal.
Tengo que ser sincero y el film no me llamaba mucho la atención, pero ver actuar a Michael Caine siempre es un placer. Y debido a que este film fue uno de los que le dio la fama, pues fue el punto para que tomara la decisión de ponerme frente al televisor y ver esta historia.
Debo decir que en general me ha decepcionado bastante. Ello es debido a que la historia no consigue enganchar del todo. Es cierto que cuenta con momentos interesantes y llamativos; pero en general todo el tiempo es igual, ya que las escenas que se suceden son bastante similares en esencia.
Por otro lado, hay reconocer que el montaje es bastante malo. Este punto no consigue mantener el ritmo que necesita la trama, y eso hace que la atención de uno vaya disminuyendo fotograma a fotograma; dando un resultado final un poco decepcionante.
Y es que Cy Endfield dirige extrañamente esta película ya que cuenta con escenas con gran precisión en el rodaje; las cuales se combinan con otras en las que uno nota ciertos fallos que hacen que chirríen un poco. Este hecho hace que uno se plantee el motivo de la fama de este film que sigue estando muy bien considerado como un gran clásico; pero que en mi opinión no resulta tan excepcional.
Además, tengo que añadir que muchos momentos en las batallas podrían ser un poco más realistas. Y con esto no quiero decir que utilicen efectos especiales, ya que esta película es de 1964, y este aspecto tecnológico no era muy bueno en ese momento. Pero por lo menos si algún personaje dispara a otro, o le clava un cuchillo; se agradecería que se viera algo de sangre. No convence que uno le atraviese el cuerpo a otro con una espada y el fallecido grite solamente, pero no se vea nada de sangre. Esto hace que la historia que se vea pierda realismo y no resulte tan atrayente.
Con respecto a las interpretaciones, hay que decir que están bien. Stanley Baker y Michael Caine son los dos protagonistas de este film, y ambos cumplen con su trabajo.
En fin, "Zulú" es un clásico del cine de aventuras y bélico que en mi opinión ha ido perdiendo calidad con el paso de los años. Tal vez en la década que fue rodada fuera una gran película; pero décadas después uno puede descubrir que cuenta con ciertos fallos que no son pasables ni actualmente ni en su época.
icaro_81
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22 de octubre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas un centenar de soldados británicos han de resistir en la Sudáfrica de 1879 el ataque de las inacabables hordas zulúes. Su objetivo es defender su puesto a pesar de la infinita inferioridad en que se encuentran...Un título notable de Endfield, toda una oda a la resistencia (trasladable como parábola a otros ámbitos de la vida más allá de una situación de stress bélico) y un film enfocado con no poco respeto en el tratamiento de la otra parte (hermosa la secuencia del canto de ambos ejércitos: cada uno con sus armas vocales, en plenitud colectiva).
Tiene muy buena fotografía de Stephen Dade y narra con equilibrio y no poca violencia, en un tono de noble clasicismo, correcto.
Muy buen reparto, con un incipiente y ya destacable Caine. Por cierto, Endfield fue uno de los señalados por el inefable senador McCarthy.
kafka
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