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La casa de Bernarda Alba

Drama Después de la muerte de su marido, Bernarda somete a sus cinco hijas a una disciplina inquisitorial que equivale, en la práctica, a un enterramiento en vida. La aparición de un hombre, Pepe el Romano, que parece tener intención de casarse con Angustias, la hija mayor, desencadena una serie de acontecimientos que desembocan en un inesperado final. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
2 de septiembre de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muere el hombre de la casa. La mujer dicta un luto de ocho años.
Las cinco hijas y la criada escuchan aterradas su destino de dolor. Serán enterradas en vida, enclaustradas, enjauladas y engullidas por un mar negro y sin fondo.
Cruel abstinencia. Terrible castidad.
El sexo como centro de todo, obsesiva, abrumadoramente; vórtice enfermizo del que emana un poder de atracción incontrolable y abismal, que arrastra, estira y destruye a las mujeres solas que no pueden calmar ese fuego que se las come por dentro.
Pepe Romano como fantasmal figura masculina. Es el símbolo. El macho. El sexo. El deseo. El imán. La desgracia, el sino, el origen y el final, círculo cerrado y vicioso. Un fulgor de anhelo en la noche más oscura. Una imposibilidad y una maldición.
Es teatro y es poesía. Es el lenguaje de Lorca transfigurando la realidad, adensándola y sublimándola, volviendo a los primeros mitos, al sustrato primitivo que tratamos, inútilmente, de domesticar.
La religión como represión; enfrentada a la carne como mandato, como fuerza de la naturaleza a la que es necesario dar salida o crea monstruos, te devora viva, se pudre y envilece todo lo que toca.
Las mujeres como el objeto más débil, más sojuzgado y controlado, donde estalla la hipocresía social y se demuestra el fracaso de toda forma de coerción o negación de la vida, de nuestra esencia animal que siempre arrasa con todo, por muchos diques que se la pongan.
Casa y familia como lugares de terror, donde la jerarquía es implacable y la madre, un ser muerto por dentro, otro símbolo, el de la ley ciega, el del orden demoledor, inhumano, fiero, espantoso. Y como contrapeso, la criada, la única mujer que ha podido hacer vida fuera, tener hijos y marido, y justo por ello ser menos dolor. Y enfrente Adela, la rebelde, la que va más allá y no acepta la situación, la que reclama y pelea por lo suyo.
Soberbias las actrices (Irene y Florinda especialmente), poderosa la narración. La adaptación es correcta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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29 de septiembre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En éste trágico país, no sabemos apreciar nuestras grandes obras. Recuerdo leer en las frías estancias de East Anglia, el relato lorquiano de nuestra España más castiza. A cada palabra leída en voz alta, sentía como la fría reverberación del relato que nos ocupa, escalofriaba a toda la panda de hooligans con exceso de vitamina b y etanol.

Jamás he sentido más orgullo por un escritor y una obra que nada ha de envidiar a ningún autor de la literatura universal. Y por ende, huelga decir que uno de sus relatos más vindicados, es su "Casa de Bernarda Alba". Una especie de azote (post)costumbrista a las zafias maneras del postureo íberocainita..

Mario Camus sabe captar toda esa esencia, toda esa frialdad y malevolencia hueca encarnada por una actriz,
(que en otro país ya hubiera tenido tres Oscar). Desgraciadamente, Irene Gutiérrez Caba, fue nacida en la España franquista, y no ha lugar mencionar lo gris y nichoso de aquel periodo. Pero su Bernarda Alaba no sólo escalofría, si no que converge en un cúmulo de valores tan ortodoxos y medievales, que es difícil no rendirse ante semejante encarnación.

El resto ya es leyenda, pero una leyenda ya olvidada. Como tantas otras obras cinematográficas, "La Casa de Bernarda Alba" resulta tan brutal como sincera, y eso en un país de lolailos, no gusta. Así nos luce el pelo... Somos los típicos tontos a los que nos dan una llave y una cerradura, y nos entretenemos con la inventiva carraca, esperando que en algún momento, suene la clave de nuestros males.

Película de obligado visionado, que si hubiera sido estrenada en el Hollywood de los años 40', ni Alfred y su "Rebeca" hubieran aguantado el tipo.
Buscapé
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6 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
378/31(29/10/21) Notable adaptación de Mario Camus, fiel a la obra teatral de 3 actos de Federico García Lorca finalizada de escribir el 19/06/1936 (dos meses antes de la muerte de Lorca el 18 de agosto de 1936), la última escrita por el granadino, no pudo ser estrenada ni publicada hasta 1945, en Buenos Aires y gracias a la iniciativa de Margarita Xirgu. Cuenta la historia de Bernarda Alba, tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir siguientes ocho años en riguroso luto en su hogar con sus 5 hijas adultas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela), convirtiendo la casa en pseudo-prisión. Con este pretexto Lorca describe la España profunda de principios del S.XX, caracterizada por una sociedad ultrareligiosa, gobernada por el hetero-patriarcado, cerrada, y muy machista, donde el rol de la mujer es marginal. También reflejo de cómo reinaba la represión sexual (‘Deja en paz a tu hermana y si Pepe el Romano te gusta te aguantas’, le dice Poncia a Adela), la hipocresía de las falsas apariencias, prejuicios de clase, costumbrismo de lo cotidiano como prisión del tedio más absoluto en este claustro, donde los dimes y diretes, rumores, secretos, envidias, egoísmo campan a sus anchas alienando el aire hasta hacerlo irrespirable. Y todo esto enaltecido por unas sensacionales actuaciones.

Todo expuesto con gran sentido dramático gracias al buen quehacer del director Camus (que guioniza también junto a Antonio Larreta [“El maestro de esgrima”]), sabiendo adaptarse a la escenografía lorquiana, haciendo de la casa un ente que se va asfixiando poco a poco a sus habitantes, esto potenciado por el modo en que vemos las paredes al inicio blancas y conforme avanza la trama se van oscureciendo hacia el azulado (color de la tristeza), ello epítome el patio, con ese Pepe el romano que es el reflejo del ancho que nunca se llega a ver, es un fantasma que altera este gallinero, ello en consonancia con la idea de Lorca. Además regando toda la historia de simbología, como lo es el bastón de mando de Bernarda (elemento de claras reminiscencias fálicas), el vestido verde (esperanza) de Adela, las menciones al agua (para Lorca simbolizaba "libertad"), el caballo alterado como alegoría de la presencia de un semental, las perlas del anillo (lágrimas), o la Luna como reflejo de la pasión desatada.

En el tramo inicial queda marcado el tono en que quedará este hogar cuasi-maldito cuando la madre Bernarda (grandiosa Irene Gutiérrez Caba) reúne a las hijas y la vemos abanicarse enérgicamente, las retoñas la observan inquietas, entonces la matriarca sentencia lapidariamente (y nunca mejor dicho): ‘En ocho años que dure el luto en esta casa no ha de entrar ni el viento de la calle. Haceros cuentas que hemos tapiado con ladrillos, puertas y ventanas...’. Las hijas se sobrecogen ante tal sentencia a presidio.

Relato sórdido donde se recrea un ecosistema opresivo, cargado de corrientes soterradas, por donde fluyen inquinas, frustraciones sexuales femeninas, donde el hombre es un ente provocador, especie de veneno para la sororidad, el deseo por él crea diferencias insalvables. Donde se llega a decir (cual mantra de esta España cerril) que es un castigo nacer mujer, pero donde paradójicamente es una mujer en esta jerarquía la que impera en este recinto abúlico (le siguen sus hijas, como reina no regente la demente abuela María Josefa a la que da vida Rosario García Ortega, y en el nivel más bajo de convidadas de piedra que asisten con estupor a este cuasi-averno, las criadas, comandadas por una carismática Prudencia encarnada por una sensacional Florinda Chico, que intenta mediar y poner cordura, como digo, intenta) una mujer la que manda y sojuzga a sus ‘subalternas’. Las envidias se desatan sobre todo en cómo hay una de las hermanas (Angustias encarnada por Enriqueta Carballeira) que tiene cierta libertad para citarse (con una reja de por medio) con su prometido (Pepe el Romano), ya que no era hija del muerto, si no del marido anterior, por ello tiene parte de la herencia de este, con lo que es apetecible como potencial esposa con su gran dote, esto alimenta la toxicidad entre ellas que en este clima tan irrespirable hace que todo se atomice con el único ‘gallo’ que se acerca al ‘gallinero’. Esta envidia ejemplificada en Martirio (Vicky Peña) y Adela (Ana Belén), envidian lo que le está ocurriendo a su hermana.

Se podría entender incluso el relato como una alegoría de las dictaduras, donde el estado comandado por un Tirano, en este caso Bernarda, gobierna con puño de hierro (su bastón de mando), tiene encerrada a su población bajo dogmas creados por ella misma, que dice lo que está bien y lo que está mal. Impide que su gente salga al exterior para poder tener libertad, la tiene en régimen de servilidad ciega a su régimen autoritario, y donde hay alguno que tiene algún privilegio, en este caso Angustias y esto (comprensiblemente) desata el odio de las demás.

La historia la elevan un elenco formidable de interpretaciones y caracterizaciones incisivas y cargadas de intensidad dramática. Bernarda es embestida por una fenomenal Irene Gutiérrez Caba, derrocha majestuosidad, solemnidad, adustez, rigidez, antes rota que doblá, es la ‘alcaide’ de este penal, cuando habla sienta dogmas y anatemas, es la vigilante de un puritanismo rancio que estrangula a sus hijas impidiéndoles ser libres, Homérica su actuación; Angustias es la hija mayor, la que por la rendija del privilegio de tener dinero propio intenta salir de esta cárcel’ cuasi-comprando a un hombre, notable la encarnación que hace de esta Enriqueta Carballeira; Martirio es el patito feo del hogar, con chepa, no agraciada de físico, claramente acomplejada, tiene fuertes sentimientos de represión sexual, que explotan en una cruda escena en que se masturba a la luz de la Luna en el patio mientras escucha una escena de sexo. Mantiene un tira y afloja con la hermana menor Adela, excelente Vicky Peña en este complejo rol;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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27 de diciembre de 2008
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer de casualidad encontré que emitían la película basada en la obra de Federico García Lorca, y no dudé en visionarla. Destaco que la ambientación está bastante conseguida y el manejo y ruido de puertas (pareciera que estaba dentro de la película) resulta bastante curioso y acertado gracias a la dirección que es notable, y a nivel interpretativo Irene Gutierrez Caba realiza una actuación soberbia. En general el reparto consigue actuaciones notables. Por otro lado la obra de García Lorca en mi opinión es estupenda y aunque valorar la película tras haber leido la novela cueste debido a que se tiene un concepto distinto del que se tendría en caso de no hacerlo, pienso que la película en si no llega a más de un aprobado. Pero como adaptación cumple fielmente tanto es así que alguno de los diálogos están expuestos tal y como aparecen integramente en la obra literaria. Sin duda alguna coincido en que me llama la atención tanto en película y obra en la crueldad de Bernarda a sus hijas y en la tristeza en determinadas ocasiones de sus hijas cuyo mayor deseo es hacerse con Pepe El Romano el cual, no aparece en ningún diálogo supongo que para ser más fiel al libro. Ya digo, estupenda adaptación
La recomiendo bastante y mi calificación en su global con todo, es de un 7 alto.
neptum
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6 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la famosa obra teatral de Federico García Lorca, que cuenta con unas excelentes interpretaciones y ambientación. La obra navega entre el costumbrismo y el drama psicológico, y como buena creación lorquina, desemboca en un final casi de tragedia griega.

La obra cuenta la historia de Bernarda Alba, que tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir los siguientes ocho años en el más riguroso luto. En la obra destacan rasgos de la 'España profunda' de principios del siglo XX caracterizada por una sociedad tradicional muy violenta en la que el papel que la mujer juega es secundario. Otros rasgos destacados son el fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad. Con Bernarda viven sus cinco hijas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela), su madre y sus dos criadas. Entre estas últimas se encuentra Poncia, una criada que ha vivido muchos años al servicio de la anciana. En la casa, la mayor diversión que tienen es rezar el rosario y este tipo de cosas, con lo que la llegada de un personaje como Pepe el Romano trastoca el precario equilibrio doméstico.
cherburgo
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