Preciosa

Pocas veces me he sentido tan estúpido al ver una película. No sé qué le han visto los críticos que se han dedicado desde un primer momento a inflar el globo más y más (bueno, me hago a una idea), hasta el punto de cargarla de premios y nominaciones y de presentarla como la octava maravilla indie del año. De verdad, no me cabe en la cabeza.

El usuario THE CROW ha señalado, no sin razón, que no deberíamos ponernos demasiado criticones con la acumulación de tópicos. Si quieren retratar a una negra gorda, analfabeta y maltratada tienen todo el derecho del mundo, y aquí lo que se juzga es el resultado final de todo esto. Pero no puedo, de verdad, dejar pasar esto. Lo de "Precious" sobrepasa los límites del surrealismo*. Una cosa es que la protagonista tenga una vida de mierda y otra que parezca María Dolores de la Penitencia. Es ridícula la sobrecarga de desgracias, desgracias y más desgracias. Llega un momento en el que piensas: "Joder, sólo falta que le caiga una granada en toda la jeta"
Y si hablamos de la efectividad de todo esto ya habría que hacer una crítica aparte, porque es increíble lo POCO que me ha importado en todo momento la situación de Precious. Me hace pensar si soy un insensible o algo peor, pero puedo contar con los dedos de una mano los momentos en los que me ha hecho sentir algo. Hasta que me ha empezado a importar su vida ha pasado una hora enterita de metraje (pero vamos, que si no logra eso, apaga y vámonos), y todo eso a trompicones, con escenas muy logradas y emocionantes y en el resto insultantemente fría y pretenciosa.

Encima tiene los santos cojones de llamarse "indie". Un desfile de tópicos de toda clase, una película maniquea, falsa y repleta de frases huecas y drama de baratillo, aderezado con algunos planos ridículos que anteponen la originalidad a la lógica y la coherencia narrativa (¿de verdad era necesario cargarse TODOS los momentos emocionantes de la peli con esas ensoñaciones absurdas?) y unas apariciones "porque sí" de famosos que rozan el chiste (lo de Lenny Kravitz es de una insustancialidad que asusta). Por favor, que nadie meta esta chorrada subvencionada y ultrapublicitada en el mismo saco que mi adorada "Pequeña Miss Sunshine".

(sigue en SPOILER por problemas de espacio)

Muy buena película. Dispara con su dolorosa historia directamente a la conciencia.

¿Usted se siente deprimido por la crisis, por que se ha quedado sin dientes, porque no tiene trabajo, porque no tiene con quien hacer el amor, porque suspendió un curso, porque le han robado la cartera, porque perdió su vivienda, porque su vecino de encima arrastra demasiado los muebles, porque no puede tener hijos, porque tiene pocos pechos, porque los políticos están acabando con su país...? Todo eso y otros rosarios de adversidades son poca cosa para los sufrimientos, las vejaciones y los motivos que tiene de sobra la protagonista de esta película para suicidarse o convertirse en una loca asesina y sin embargo lo lleva con paciencia sobre sus anchas espaldas y tira para adelante en la vida intentado superar la pesada infelicidad que le oprime.

En definita, la película es una auténtica obra de arte concienciadora que llama la atención sobre aquel dicho que advierte: «Por pobreza y sufrimiento nunca desmayéis, que con seguridad a otros más pobres e infelices que vosotros hallaréis.»

O también, la tesis de la película nos retrotrae a las enseñanzas del escritor castellano medieval Don Juan Manuel (1282 -1348), hijo del infante don Manuel y sobrino de Alfonso X el Sabio, uno de los hombres más cultos de su época y de los que mayor impulso dieron a la prosa castellana, cuya obra más importante es el "Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio" (redactado entre 1325 y 1335), más conocido por el título abreviado de "El conde Lucanor". Pues bien, la muchacha gordísima de la presente película, con su vida de auténticos padecimientos, nos recuerda uno de los 51 cuentos contenidos en la primera parte del citado libro "El conde Lucanor", en concreto el número 10 donde se nos enseña a saber sobreponernos a la desgracia de esta manera:

«DE LO QUE ACONTECIÓ A UN HOMBRE QUE POR POBREZA Y FALTA DE VIANDA COMÍA ALTRAMUCES
El conde Lucanor se ve muy apurado y le parece tan buena la muerte como la vida. Patronio le cuenta como un hombre era tan pobre que debía de comer altramuces, según iba tirando las cáscaras, otro hombre iba comiéndolas porque era aún más pobre que él. Patronio dice al conde que siempre existe alguien más apurado.»

Y efectivamente, esto es lo que puede sacarse en limpio de este filme, que siempre existe alguien más apurado, más desgraciado, con más dolores y pesares que los que uno tiene y por lo que uno se siente el más deprimido y agustiado. La joven Precious es gorda, fea, negra, pobre, analfabeta, violada por su padre, despreciada por su madre, con una hijita con síndrome de Down y está preñada de nuevo de su progenitor. Vean si una muchacha en la flor de su vida con estas condiciones tan estrés-deprimentes no está mucho peor que cualquiera de nosotros (que nos creemos los más hundidos, abatidos, infelices y en crisis del universo).

Vean, comparen y aprendan.

He leído en algunas críticas de “Precious” que el director se recrea en el drama familiar de la protagonista, que exagera, que inunda al espectador con una “sobrecarga” de tragedia.
Se nota que quienes escriben esto no han trabajado nunca en contacto directo con determinadas personas con un perfil marginal o con enfermos mentales. De haber sido así verían que la realidad supera siempre a la ficción.
Que una adolescente de un barrio marginal, violada sistemáticamente por su padre desde muy temprana edad ante la pasividad de una madre tan egoísta que encima la odia por “quitarle a su hombre”, acabe en el estado que presenta la protagonista al comienzo del film es casi lógico.
Precious es una persona de 16 años que sufre el síndrome ya descrito con brillantez por Spielberg en “El color púrpura”: pobre, negra y mujer, todo en uno.
Visto el film de Spielberg, sólo encontramos una diferencia en la evolución de la sociedad norteamericana actual, y es que ahora esa persona puede tener una segunda oportunidad. Esa es la grandeza del film, contarnos ese viaje accidentado de Precious en busca de poder aprovechar esa segunda oportunidad que le brinda la vida y que a nadie se le debería negar.
Película de obligado visionado para políticos y dirigentes cuadriculados e intransigentes que no creen en la frase “yo soy yo y mi circunstancia”, y que, por tanto, no creen en el derecho a las segundas oportunidades.

Gran premio del jurado y premio del público en Sundance. Coge a una actriz fea, gorda y dale una hija afroamericana con síndrome de Down, añade que su padre es el propio padre de la protagonista, una madre que está loca y que maltrata a la tal Precious, eje de todo este matrimonio disfuncional. Por supuesto, incluye que la monumental protagonista va mal en la escuela, vamos, que además de fea y gorda no es muy lista. Si la montaña de tópicos no se cae por su propio peso (jé) ponle a Maria Carey un personaje fácil, para que consiga interpretarlo con sobriedad y sea, casi, lo mejor de esta amalgama de tópicos, perteneciente a ese género de "realismo social" que bebe de Amèlie para suavizar un poco las cosas y añadir su punto de color y ensoñaciones oníricas tan estúpidas como innecesarias. La suma, el resultado, es un Oscar a la mejor actriz para Precious y una nominación a la mejor película. Y mi reacción no es la sorpresa, es la aceptación. Siempre la misma cantinela.

Lee Daniels maneja una historia tópica, un buen material literario que destroza con una dirección mediocre, apoyándose en recursos ajenos para hacerla más llevadera. La protagonista, ganadora y nominada a mil premios, se dedica a poner cara de Bulldog, y poquita cosa más puede decirse de esta "preciosa" película. Tres escenas consiguen destacar desde su vertiente emocional, sin llegar a dar, eso sí, en la diana. ¿Lo mejor? Indudablemente Mo'Nique, sencillamente impresionante, digna de premios (esta sí). En fin, Precious ganará muchos Oscares, Globos de Oro y honores falsos. Lástima que este telefilm se quede en eso y no llegue hasta donde se había dicho que llegaría.

Según tengo entendido, el cine indie se caracteriza por dar cobijo a proyectos cinematográficos relativamente innovadores, rupturistas y hasta cierto punto polémicos. Proyectos que no casan demasiado bien con el talante del cine más genuinamente comercial y que suponen, en la mayoría de los casos, una bocanada de aire fresco para una industria predestinada a satisfacer las demandas de un proletariado cinéfilo cada vez más zafio, aborregado y ramplón.

“Precious”, sin embargo, me parece una peli hecha -paradójicamente- para complacer a ese público chabacano y cerril. No comprendo, si no, qué sentido puede tener armar un guión metiendo en una batidora todas las miserias y calamidades familiares habidas y por haber (obesidad mórbida, bulimia, maltrato físico y psicológico, abuso sexual, pederastia, incesto, embarazos no deseados, deficiencia mental, drogadicción, depresión…). ¿Remover conciencias? ¿Practicar la denuncia social? ¿Poner sobre el tapete la dura realidad de los barrios marginales? ¿Conmover al público? ¿Escandalizarlo? No, señores, no. No nos engañemos. “Precious” es una peli que va de cultureta y transgresora, sí, pero lo único que pretende, a mi juicio, es dar carnaza a ese multitudinario espectro social que disfruta con la desgracia ajena. A todas esas marujas y marujos que cada día necesitan su pertinente dosis de telebasura y a todos esos pseudointelectuales de pacotilla que, asimismo, consiguen saciar sus obscenas y ávidas ansias de morbo con pelis como ésta.

Merecido cate, pues, para una sobrevaloradísima bribonada que no aporta absolutamente nada al panorama cinematográfico actual y de la que yo -particularmente- sólo salvaría la sobria interpretación de Mo’nique. Y gracias.