Funny Girl

Por supuesto, cualquier parecido de «Funny Girl» con la realidad es pura coincidencia.

William Wyler es un director a quien admiro, bastante versátil. Aquí se mete en faena con un musical y hay que decir que los musicales son difíciles de dirigir. Quizá por el libreto original o por la pericia de su adaptación, «Funny Girl» resulta un musical maduro, comedido, que no chirría en ninguna de sus canciones ni números musicales, y eso ya es un logro. Contribuye a ello sin lugar a dudas una espectacular Barbra Streisand, una mujer con una voz maravillosa, que encandila, que enamora, que te pone los pelos de punta, y una interpretación chispeante que sin duda mereció el Oscar. La acompaña un irresistible Omar Sharif como Nicky Arnstein, todo un caballero del que sin embargo puede que sea peligroso enamorarse.

La historia nos cuenta la vida de Fanny Brice, una jovencita judía poco agraciada teóricamente que quiere ser estrella del teatro. Para empezar quiero decir que una jovencita Barbra Streisand no podría considerarse fea, aunque a ella le guste presumir de ello y reivindicarse. El personaje está basado en la artista del mismo nombre de los años treinta, cuya vida fue mucho más polémica y menos sentimentaloide, más tipo «Chicago», que esta novelada, lo que quizá vaya en su detrimento.

La música está bien y algunas canciones son buenas, como «People» o «You Are a Woman, I Am A Man», en quizá la mejor escena de la película. Correcta.

Diálogos chispeantes y situaciones cómicas (muy buenos los números de la patinadora y de la novia), pero también tristeza e impotencia. El film, estructurado en dos partes, presenta la historia de una cantante desde sus comienzos hasta llegar al presente. La película, además, plantea las dificultades que encuentran muchas mujeres con fama, suerte y dinero si sus maridos se sienten amenazados en su rol masculino. Un buen musical, pero sería conveniente conseguirlo con las canciones subtituladas (en mi caso, los subtítulos en inglés desaparecían en los números musicales).

La práctica totalidad de la obra se apoya en la actuación estelar de la gran Bárbara Streisand, arropada por la solvente dirección de William Wyler y un tema musical central emblemático. Los números cantados y coreografías están muy logrados en algunos momentos. El resto de la trama argumental no es más que un mero vehículo para el lucimiento de los intérpretes. Hoy en día, este tipo de melodramas están ya muy trillados. Se echa de menos un poco más de animación musical, algo escasa en relación a la duración del film, y algún recorte en las excesivas canciones melódicas que rozan la cursilería.

Maravillosa película, todo un festín para los amantes del buen cine y lo dice una servidora que no es precisamente fan de los musicales pero es que la película de William Wyler es deliciosa. Me imagino que en el momento de su estreno en los cines sería un gusto verla con esos decorados, ese vestuario y esas coreografías. La historia está basada en hechos reales y antes de ser película se había convertido en todo un éxito en Broadway donde estaba interpretada una vez más por la fantástica Barbra Streisand quién se come la pantalla cada vez que sale en escena. La Streisand debutaría en el cine con este trabajo que le haría ganar su primer Oscar como mejor actriz. La productora Columbia pensó seriamente en Frank Sinatra como protagonista masculino pero la cantante y actriz de orígen judío lo rechazó por no gustarle lo suficiente para el papel. Poco puedo decir de la magnífica actuación de Barbra, está sublime tanto en la parte cómica como en la dramática pero es que Omar Sharif no se queda atrás. El actor es perfecto para interpretar a ese personaje melancólico y misterioso con esos ojazos tristes, me encanta la pareja que hace con la Streisand y creo que es el contrapunto perfecto para ella. Por su parte el elegante Walter Pidgeon está también destacable dentro de los numerosos secundarios que acompañan a la pareja protagonista. En definitiva, una maravilla de película algo larga para mi gusto pero que merece la pena sin duda.

El maestro Wyler, casi al final de su carrera y con grandes títulos a sus espaldas (Jezabel, Vacaciones en Roma o Ben-Hur), dirigió este musical protagonizado por una pareja algo extraña: Omar Shariff y Barbra Streisand.
El film nos presenta la evolución de Fanny desde sus principios cuando no es nadie hasta alcanzar la gloria. En su camino hacia el estrellato encontramos momentos cómicos y dramáticos, todo ello mezclado con unos buenos números musicales.
El mayor problema es quizás la duración del film que se antoja algo larga para lo que explica. Lo mejor sin duda es una bella fotografía y para mi el momento es el de la canción People, se trata de una secuencia rodada de una forma exquisita y es aquí donde el director demuestra sus sabiduría a la hora rodar este musical.