Sibila

Hace tiempo que una película no me había emocionado tanto, ni me había llenado de tal manera como esta última, es sumamente satisfactorio cuando encuentras una joya escondida, que nadie se imaginaría que sería una completa maravilla. Me he quedado impactado, maravillado, hipnotizado, enamorado de esta película francesa, sencilla pero muy sólida en su argumento, con un ritmo lento y pausado pero absorbente, magistral desde el inicio hasta el intenso plano final; pocas películas han logrado expresar tanto con tan poco.

Con un tono poético y acompañado de una notable fotografía y una ambientación de lujo, más ciertas melodías (adaptadas) de Maurice Jarre que encajan a la perfección con la película, "Sibila" es una de esas experiencias imposibles de repetir.

La historia nos muestra la vida de un hombre “Pierre” que ha perdido la memoria y que luego de un accidente de guerra y que trata de recordar quien es y consigue el consuelo y la felicidad al lado de una niña abandonada. Quizá lo más llamativo de esta cinta es la calidez y la ternura que expresan algunas de sus escenas y la relación que se va forjando entre ambos personajes, es simplemente mágico y único.

A todo esto la película va derrochando maestría en el desarrollo y mostrando magníficamente las distintas facetas, historias secundarias y personajes secundarios, que forman parte de un todo, un todo que se ve reflejado en el final donde convergen todos los elementos del guión para cerrar la película de la mejor manera.
De las actuaciones hay tela que cortar, Hardy Krüger es "Pierre", es el protagonista de la historia, cuenta con una solvente y convincente interpretación que se ve reflejada en su intento por descubrir su ser y en el vacío que expresa su vida. Nicole Courcel interpreta a una doctora que se ha enamorado de este peculiar paciente y con su calidez y paciencia trata de ser un apoyo moral para Pierre. El resto del elenco muy bien interpretados y encajan perfecto en la historia

Pero lo mejor del reparto (y de la película) viene por otro lado y es que aplaudo de pié y con una reverencia a la inmensa interpretación de Patricia Gozzi que con tan solo 12 años barre a todo el resto del magnífico elenco; maravillosa, tierna, espectacular, desbordante, magistral, única, soberbia, deslumbrante, sorprendente, inmensa, (se me acabaron los halagos) una de las mejores interpretaciones infantiles que he visto.

Una maravilla escondida, una joya inolvidable, una pequeña obra maestra

Una película que desprende una inquietante ternura. Se desarrolla desde la descripción de un ex-combatiente amnésico y trastornado que convive al lado de una enamorada enfermera y su relación con una niña internada en un colegio de monjas. Entre ambos se produce una simbiosis afectiva que trascenderá la censurable moralidad de las gentes del entorno. Posee una realización precisa en los encuadres, gracias a una fotografía de clara nitidez en el contraste de luces y sombras, la niña co-protagonista destaca en su rol de cándida vivacidad y Hardy Kruger interpreta con solvencia el desequilibrio psíquico que su personaje necesita. En sus imágenes de paladea poética perturbación y una tensa emoción se va dilatando hacia el desenlace.

"Sibila" es una historia de puro sentimiento, que encuentra luces en mitad del llanto captando el atractivo del cine en blanco y negro tras un casual encuentro que poco importa, la historia extraña que comienza habla de personajes arruinados, abandono y secuelas, ese cine europeo de aspecto consolidado, con fuerza para encontrar el pasado en los árboles y curar el vértigo, una lucha contra la suerte a base de la ayuda, el cariño, y el amor... domingos de libertad para respirar en la diversión infantil, se sumerge en una fantasía de niños perdidos sin tanta diferencia de edad, una relación construida con los elementos clásicos de celos y posesión, pero imposible desde el punto de vista de la sociedad.

Una historia oculta vista desde las ondas que las piedras forman en la laguna y desde aquellas piedras de agua que representan pedazos de estrellas, no es necesario razonar con esta obra, sólo cabe sentir, mirar, recordar, esa realidad triste sobre lo hermoso y lo cruel de un niño, comportamientos e incidentes que van dejando testigos, no hay que entender nada, tan solo evaluar si una persona con amnesia puede madurar.

El bosque hace creer en lo posible, su nombre es el de la libertad, el cuchillo es el emblema de una lucha, un arma de doble filo sobre lealtad y promesas, sobre sueños y dolores, el abandono y la enfermedad se pueden cruzar en lo horrible, el miedo de las escondidas y las preocupaciones hasta llegar a la laguna, la confusión del amor y la cura, lo que necesita una persona en la vida real, encontrar un mundo hecho a su medida.

El peligro de lo prohibido, el sádico escandaliza y las necesidades de cada uno no son permitidas, en la neblina se halla un relato hermoso y cruel, ya estamos en casa, un tratamiento profundo sobre un desorden sin la sensiblería sino con caracterización y el simbolismo de escuchar a los espíritus de un árbol, la grande de lo que realmente es un acto reprochable en una resolución seguramente fatídica pero que también ocurre en las relaciones adultas, cantar y silbar ya vale la pena, el árbol de navidad a cuestas y el gallo, deseos unidos, el mar de los peces con alas.

Cybele, un nombre precioso, parecido a belleza, la diosa de los árboles y la tierra, el niño feliz es un criminal que bebe sin parar, la opinión general no entiende la felicidad fuera de las convicciones habituales, el sentido común y la intuición se enfrentan en un destino sin retorno, se cierra muy radical y huyendo de clásicos convencionales, ya no tiene vértigo, pero es demasiado tarde, ella ya no tiene nombre, yo no soy nadie...

Encantadora película sobre la capacidad colosal del sentimiento puro. En mi opinión, una de las tragedias del amor más bellas y dulces que pueden verse en la gran pantalla.
En su pequeñez es infinita.


'Mientras tantas voces y tantos rostros caminan despacio por las blancas calles de un pueblo nacarado por la gracia de la natividad, dos pequeñas almas se hacen grande al encontrarse frente a frente junto a un lago que los acuna entre nanas encantadas, y que tantas veces hace de casa sagrada en la que se celebra la victoria del sueño frente al grisáceo cielo de los días, portando a sus hombros la pesada carga de la dulzura del mundo que los observa de soslayo con burla, envidia y desdén.

Entre promesas y juegos fantásticos sendos amantes van cultivando los susurros y las sonrisas que recogen en sí mismos la vastedad de la grata experiencia humana toda ella, como la semilla de mil rosas que florecerán en medio de los vientos glaciares del invierno o entre amarillos fuegos solares del desierto.

Cuando todo al frente se vuelve exorbitante no queda más que dar un paso atrás y contemplar enmudecido la luz ajena de los días, transformados todos en domingo, y descubrir cada mundo nuevo que aparece como una estrella fugaz tras la dulce sonrisilla de la pequeña musa helénica.

... Sigue en spoiler ...

No resulta convincente, ni reseñable.
Recuerda mucho es su austeridad a la "nouvelle vague" francesa y en su tono plomizo, hierático y frío, con una ambientación lúgubre, oscura y brumosa (acorde al problema de amnesia del imperturbable y distante protagonista).
No se consigue empatizar con el joven enfermo y el film no descarrila al completo por la presencia de la niña (la cual simboliza lo único positivo del film, junto a la música incidental).
Ni mucho menos debió ganar el Óscar a mejor film extranjero y, como he leído por ahí, tampoco es una apología de la pederastia. Es un film sobre un enfermo amnésico traumatizado por haber matado a un niño sencillamente.
Falta indagar en el pasado, en el trauma, los elementos médico-terapeúticos, etc. Todo se omite y nada se desvela al respecto.
Decepcionante.