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Bird

Drama La fama del saxofonista de jazz Charlie ’Bird’ Parker crece rápidamente a partir de su llegada a Nueva York en 1940. Pero Parker comienza a abusar del alcohol y las drogas, y su vida se convierte en un infierno. (FILMAFFINITY)
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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
9 de marzo de 2006
106 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film incluye tres genios: personaje, intérprete y director.

Charlie Parker fue algo más que un músico brillante para su época. La característica que lo hizo único fue que no bajaba de escala cuando estaba tocando. El tipo subía y cuando los boquiabiertos espectadores pensaban que debía o que iba a bajar seguía ahí instalado cual pájaro en su rama. De ahí viene el apodo de Bird. Su música conseguía que el público volase. Hay un plano en el que el camarero se niega a servir a un cliente en un momento de especial climax con Bird en la pista. Personalmente no me gusta demasiado la música negra, pero el jazz, aunque reconozco que no lo comprendo, sí que ostenta magia y belleza como ningún otro género musical. No lo entiendo, sí, pero puedo sentirlo. Además, la heroína conseguía en Charlie Parker un extra a la hora de improvisar.

Forest Whitaker es el mejor actor de raza negra de Hollywood y el más infravalorado. Que no le dieran el Oscar aquel año será, como dice el amigo de atrás, por su infumable físico. Seguramente a nuestro amigo le gusten más personajes como Denzel Washinton, Will Smith o algún pajillero de alguna peli rapera. No voy a perder mi tiempo y el suyo resolviendo su absurda paradoja sobre lo que significa interpretación, tengas el físico que tengas.
Whitaker lo clava. Está excelente cuando toca el saxo, cuando está volado por el alcóhol o las drogas y cuando dialoga con su mujer o compañeros de banda. También sus silencios son más que elocuentes y sus reacciones dignas del mejor loco. Habría que esperar otros diez años para verlo en un personaje principal en un film mágico: Ghost Dog con Jim Jarmusch. Entre medio sólo papeles basura y poco reconocimiento. Supongo que además de ser negro, será desagradable con los blancos de Hollywood, porque sino es difícil de comprender sus largas ausencias.

Clint Eastwood es el mejor director vivo y mi favorito junto a Kubrick, Kurosawa y Wilder. La ausencia de anteriores películas "serias" para la casposa y estúpida hasta la saciedad gente guapa de Hollywood, privó a Bird de recibir más merecidos premios y homenajes por parte de la industria. Algo así le sucedió a Spielberg con su mejor obra: El color púrpura; once nominaciones y a casa y sin cenar, por ser su primera obra "seria".
Eastwood no creo que hiciese una película "mayor" por no tratarse de un western o no ser violenta. La maestría del cine que lleva dentro ya había salpicado otras de sus producciones como por ejemplo El fuera de la ley o Infierno de cobardes. Con Bird aprendió quizá a ser más meticuloso de lo que ya era con, por ejemplo, el sonido (un oscar) y con la luz, y además regalándonos un bello plano secuencia y bonitos encuadres. La crítica quedó sorprendida por el trabajo de Clint. Yo también. Gratamente. Film para ver tranquilo y escuchar ocioso. 9.5

"Los drogadictos son personas que sueñan durante toda la vida."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Txarly
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21 de mayo de 2006
55 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clint Eastwood siempre ha elegido mostrar las vidas de perdedores, de esas personas que un día lo tuvieron todo, el mundo a sus pies, y que por su tozudez, su estupidez, y su egocentrismo, acabaron siendo una sombra de lo que un día fueron. A Clint nunca le han interesando los personajes que siempre consiguen a la chica, los guapos que salvan al mundo o los que tienen un buen trabajo y conducen un gran deportivo. Así los John Wilson, William Munny o Frankie Dunn han sido siempre el arquetipo ejemplar de personajes eastwoodianos, perdedores destinados a acabar solos por su propia culpa. Charlie Parker pertenece por motivos propios a este selecto grupo.

Dentro de la filmografía de Eastwood, primero El jinete pálido y luego Bird significan dos puntos de inflexión en las historias que cuenta Clint, precedidas por la fallida Bronco Billy y por la notable El aventurero de medianoche, y comienzan a marcar lo que será la serie de películas que hará a partir de entonces, una vez alcanzada la perfección técnica, se centrará en contar las historias.

A la hora de analizar Bird, hay que tener en cuenta que siempre es muy difícil llevar al cine una historia tan dura y tan fuerte sobre uno de los grandes músicos de la historia, y por tanto lo más fácil podría haber sido recurrir a numerosos tópicos sobre la música, y acabar en una especie de Ray, un film muy bien realizado pero con menos historia que cualquier comedia adolescente. Pero Eastwood ama el jazz, y más particularmente Parker, su ídolo personal, y éso se nota. Él no embellece la historia, el conduce un relato duro y oscuro sobre un auténtico perdedor, alguien que, consciente de su mala situación, no hacía nada para remediarla. Clint realiza una puesta en escena acorde con la situación del personaje, con escenas que transcurren casi en su totalidad en momentos nocturnos, al igual que la vida de Parker, en la que abundaban más los oscuros que los claros. Apoyado en una fotografía sensacional, que envuelve al espectador, y, obviamente, en una banda sonora de excepción, Eastwood nos deleita con un drama desgarrador que permite conocer cómo fue la caída de un hombre, no sólo musicalmente hablando, si no con su vida, su relación con las personas que le quería, y su relación con las drogas y el alcohol, hasta que perdió la batalla definitivamente.

Tampoco hay que olvidar la forma soberbia en que el director retrató el ambiente propio del jazz. Esos locales llenos de humo, acompañado de un montaje frenético, consiguen transportar al espectador a esos lugares bohemios, llenos de genios, y consiguen que por un momento, se sienta como si hubiera visto tocar en directo a genios como Gillespie, Parker o Miles Davis.
Tony Montana
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12 de agosto de 2007
105 de 170 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Día 1: Meto el dvd en el reproductor. Apago las luces. Play.

(...)

Pasados 30 minutos noto como me empiezan a pesar los párpados, como mi cuerpo se ladea… Abro los ojos. ¡Oh, mierda! Me he dormido. Stop. Ya la veré otro día.


-Días después: Lo retomo donde lo había dejado. Play.

(...)

Charlie Parker toca, grita, bebe, se droga y suda. Y yo me canso, me aburro, me agobio y me pregunto que tiene esto de obra maestra. Al compás de las notas del saxo me voy acurrucando y empiezo a notar un calorcito que me sube por la nuca. Es Clint, que me está (otra vez) aniquilando los sentidos. Van cayendo todos, uno a uno. El oído se resiste, mientras el sopor se hace dueño de mí sigo oyendo… lejos… cada vez más lejos… y me convenzo de que el problema no es el jazz. Con esa tortura de metraje (140 minutos que parecen 140 horas) con esa narración espesa y con ese ritmo parsimonioso aunque Clint se hubiera lanzado a ritmo de samba, batucada y bossa nova a realizar un biopic de El Dioni (que ese sí es un pájaro) hubiera parido un somnífero igual de potente e implacable que el que nos ocupa. Se enciende la luz. Me despiertan. Stop. Ya acabaré de verla algún día.



-Semanas después: Adelanto hasta la última escena que recuerdo. Y chutada de café hasta las cejas me prohíbo la posición horizontal y no sé muy bien si por tozudez o masoquismo me dispongo a ver 'Bird' hasta el final. Cueste lo que cueste. Me cuesta. Y mucho.

Charlie Parker sigue tocando, sigue gritando, sigue bebiendo, se sigue drogando y sigue sudando. Y yo me sigo cansando, me sigo aburriendo, me sigo agobiando y me sigo preguntando que tiene esto de obra maestra. La ambientación es perfecta, el sonido también, la actuación de Whitaker estupenda pero... ¿de qué vale la excelencia técnica si has de hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener los ojos abiertos?

Presencio la autodestrucción del genio y tanto me da que me da lo mismo. No me altera ni una fibra, no me inquieta, ni me conmueve, ni nada de nada. En mi cabeza sólo una idea: ¡Muérete pelma! ¡Muérete ya! Mis plegarias son atendidas (¡por fin!) y Charlie descansó en paz. Y yo con él. Stop. Open. Meto el dvd en la caja y lo guardo. Pero no en la estantería de dvds del salón. No. Hay un sitio mejor. En el armario de la cocina, entre la valeriana y la tila. Allí es donde debe estar, al ladito de ‘Volver a empezar’.
Khaledia
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28 de julio de 2009
61 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Charlie Parker tenía un sonido oscuro, sucio, inigualable. Unió en su sangre la heroína y el bebop.

Sonido mate, imagen mate.

Ambiente jazz nocturno, tonos ocre sobre negro.

La negritud milimetrada en la fotografía funciona como túnel infernal hacia la nada de la droga.

Con una doble elipsis excelente se pasa del niño con la flauta al joven genio que revolucionaría el swing. Ese paréntesis contiene horas y semanas de vida junto al instrumento. Más que tocar, diríase que Bird respira con el saxofón.

La estructura bebop es difícil de seguir por la abundancia virtuosística y el amplio margen que concede a la improvisación.

La película está filmada a capas acústico-visuales con continuas idas y venidas en el tiempo. Consigue marear, pero el foco nunca se desvía del meollo.

Forest Whitaker está inmenso.

¿Y entonces?

La cinta tiene un algo falso, el humo que aparece por la esquina del encuadre en el garito no es real, las escenas son reiterativas, el desorden demasiado minucioso. Cada cosa en su sitio, cada actor en su lugar. Como si no cupiera en este invento la espontaneidad, lo inesperado.

Y ahí, en el prodigio no previsto, debería estar la magia del gran Bird.
Servadac
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28 de agosto de 2007
35 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acuerdan de Luis Moyá, copiloto de Carlos Sainz, cuando a 500 metros para llegar a meta y para proclamarse campeón del mundo por tercera vez, se quemó el motor de su coche y Luis exclamó aquella mítica frase: "¡¡¡Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios, trata de arrancarlo!!!". Carlos corrió cabizbajo a por el extintor e intento enfriar, o al menos, que su motor no se quemara más. No lo consiguió, no arrancó el coche y se quedó sin mundial.

Pues algo parecido le pasó a Clint Eastwood con su película "Bird", aunque Eastwood si consiguió arrancar el coche, y finalmente hacer una gran película.

Y es que el problema principal de Bird es que no termina de arrancar. Tarda casi una hora en meter la segunda marcha, pero una vez entras en la película, todo el engranaje es perfecto y la fluidez en la dirección contrasta con el pobre ritmo de su comienzo. Su estructura narrativa llena de flasbacks y flasfowards tampoco ayuda mucho.

Pero desde el momento en que la banda de Charlie ’Bird’ Parker junto con Albino Red, hacen gira por los estados del sur de EEUU, la película se vuelve magnética e imperecedera. Pero "Bird" carga con su inicio "sin interés" y es muy comprensible que tenga malas críticas y que usuarios como Gilbert dejen de verla a los 40 minutos. Yo también estuve tentado y sólo la vi por las numerosas recomendaciones. A todos los usuarios que les haya pasado lo mismo que a Gilbert, les recomendaría que la vieran entera, porque la película realmente mejora bastante.

A mí me convenció. Clint arrancó su película y la finalizó muy dignamente.
Sersolo
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