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La bahía de los ángeles

Drama. Romance Durante unas vacaciones en Niza, Jean Fournier, un modesto empleado de banca, conoce a Jackie y se enamora de ella. Se trata de una joven ludópata que se juega todo cuanto gana. (FiLMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2009
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo film del magnífico Jacques Demy y último en hacerlo en blanco y negro.
Protagonizado por la fantástica y bella Jeanne Moreau-quien se pone en el papel de Jackie, una mujer consumida por la obsesión del juego- y por el talentoso Claude Mann-quien hace de Jean, un joven algo ingenuo quien descubre el juego y a Jackie cuando llega a Niza-.
En la música el inolvidable Michel Legrand quien adorna de una forma magnífica el desarrollo del argumento, la trama y las pasiones desplegadas en esta historia de amor.

Historia de amor que nace entre estos dos personajes que buscan el destino a seguir en sus vidas o simplemente seguir viviendo. Jean busca una relación amorosa mientras que Jackie influida por su ambición al juego usa a este joven para silenciar sus deseos de obtener dinero, aunque que este deseo sea incurable.

Como toda obra romántica se va a construir de problemas y continuos desencantos de una relación amorosa la cual se va a sumergir en un pesimismo existencial; que tendrá como protagonista exclusiva a la pasión.
“Quise desmontar y mostrar el mecanismo de una pasión…” Jacques Demy.

UN FILM QUE CONSTATA LA FRASE DEL GRAN JEAN-LUC GODARD: “CON EL CINE DE JACQUES DEMY OCURRE COMO CON ITALIA: CUANDO SE HA IDO UNA VEZ SIEMPRE SE SIENTEN DESEOS DE VOLVER”.
vinchenzo
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16 de junio de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se establece muy rápidamente. Un oficinista cuenta a Jean, su colega de trabajo, que ha ido una vez más a jugar. Jean Fournier, tras un momento de reticencia se deja llevar y muy rápidamente sentimos que algo se va a descalabrar.

El destino de este chico, tan apuesto y que vive con el padre, de pronto toma un rumbo más vertiginoso.

En Cannes conoce a Jacquie (Jeanne Moreau), una mujer impulsiva, coqueta y amante del juego. Los dos emprenden un viaje con idas y venidas constantes (pierden y ganan a partes iguales). Hay entre los dos un amor desapasionado por el juego; ganar o perder tiene el mismo valor. El tiempo no importa porque es simplemente un receptáculo en el que caen o se recogen los billetes.

En este torbellino sin sentido, lo que impulsa la acción es la música, las frases musicales de Michel Legrand. El resto son diálogos entre dos seres que se aíslan del resto, solo viven alrededor de una mesa de juego. Ella ha dejado marido e hijo; él, su padre.

Jeanne Moreau está impresionante; una femme fatale, imprevisible, cargando solo lo suficiente el personaje resulta completamente creíble.

Al final, ¿gana el amor o el dinero… o el amor al dinero?

FRASES:
Ella:
“Si me gustara el dinero no lo desperdiciaría así.”
“Lo que me gusta en el juego es esta existencia tonta, hecha de lujo y de pobreza, y también de misterio, el misterio de los números, el azar.”
“Lo que gano o el dinero no significan nada para mí, ni este vestido ni esta habitación.”

Y cuando él le pregunta sobre lo que él representa para ella:
“No mezclemos los sentimientos a una situación ya de por sí difícil.”

Y para aclarar los sentimientos de ella hacia él:
“Estoy contigo porque me das suerte.”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francesca
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26 de octubre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el secreto mejor guardado de la nueva ola francesa -nouvelle vague que dirían los pedantes- tiene todas las características de estos; escenas callejeras, relaciones humanas complejas, simplicidad de recursos, actrices y actores que sustentan el peso de la película, movimientos de cámara artísticos e ingeniosos fíjense en algunos planos en los que Jeanne Moreau juega a la ruleta dando la espalda a la mesa de juego mientras apuesta y sostiene el plano de cara durante esos segundos de incertidumbre entre tanto el croupier canta el número premiado, es la prueba del algodón para un buen profesional explicar con un gesto facial esa tensión, cierto que en algunos casos se parapeta tras un cigarrillo.
La estética modernista es fascinante, el reflejo de aquellos sesenta, aunque hay que acertar con las localizaciones y ese paseo de los ingleses de Niza con que comienza deslumbrante el film podría ser el equivalente al marítimo del Brighton inglés.
Un diez para el equipo de figurinistas, vestuario. Jean impecablemente vestido con bañador, gafas negras o jersey, por no hablar de los trajes hacen del personaje el equilibrio puesto a prueba por el amor, la sobriedad y seriedad que impone su presencia y una Jacqui arreglada por Pierre Cardin como diseñador, elegante cuando lo necesita y llamativa con ese traje sastre blanco un poco ajado junto con su pelo de color y descuidado peinado que resalta increíblemente con los dos tonos del metraje. En cambio el aporreamiento del piano en algunas de las escenas del casino es chirriante, no encaja ¿Dónde está el Modern Jazz Quartet, ese Bill Evans trio más animado, el Bebop o el Jazz modernista de pasajes inquietantes o evocadores al que tanto eran aficionados los directores?
Es subyugante el personaje de Jacqui, autodestructivo, consciente de su adicción la disfruta como si fuera el último día de su vida, poderosa con su presencia y casi sin grietas en su personalidad nos aboca, sin los preliminares del cine convencional, a ese final (puedes seguir leyendo pues nada desvelo) inesperado.
Sin las dimensiones de otros títulos un poco inflados, esta historia de amargo amor que nos plantea La bahía de los ángeles desafía a Los 400 golpes, Vivir su vida o Al final de la escapada.
José Miguel
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12 de junio de 2021
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillo, pausado, prometedor, emocionante, reiterativo, poético y polémico relato de pasiones en el que se desarrolla una historia plagada de conflictos e intereses personales por el juego.

Puede que no sea una gran obra maestra, pero los responsables de la película, saben jugar sus cartas y despertar la atención y la simpatía de los espectadores, gracias al encanto y gancho de la pareja protagonista; Jeanne Moreau y Claude Mann.

Jacques Demy, escribe y dirige un producto con el que consigue plasmar una forma de pasión incomprendida en muchos momentos, pero que no se aleja de lo que ocurre en la realidad con el juego y las apuestas.

Los aspectos que para mi gusto merecen ser destacados, son: la exquisita fotografía y la fabulosa banda sonora de Michel Legrand.

La bahía de los ángeles, queda como una poética y elegante visión por lo que supone el mundo del juego en el individuo y la pareja.
Jon
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23 de octubre de 2023
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No se trata de la intérprete, ni de su personaje: se trata de la presencia, de su presencia. ¿Se puede armar una película desde ese elemento? La respuesta obvia es que sí. La demostración empírica del aserto, La bahía de los ángeles (La baie des anges; Francia, 1963), cinta de Jacques Demy que, más allá de su trama, articulada de manera bastante simple, y su narrativa, fluida y liviana, se asienta en la presencia de Jeanne Moreau, una presencia tan poderosa y magnética que inunda incluso aquellos planos en que no aparece. Rubia platino ‘marilyniano’ de andares felinos, pose turbadora y gesto desdeñoso hacia todo aquello que no sea esa ruleta a la que vive enganchada -en un grado de adicción tan profundo que resulta sobrecogedor-, la Moreau hace una exhibición tal de poderío que, a su alrededor, todo resulta pálido, gris, mediocre. Más allá de tal alarde de carisma actoral, la cinta proyecta una mirada sobre la adicción al juego a la que penaliza su falta de profundidad, su vocación de no ahondar en causas y razones con excesivo detalle y el ceñirse a episodios que se suceden sin más explicación que la del capricho y antojo de sus dos protagonistas -aunque viendo a Jeanne Moreau parezca que no, hay dos protagonistas…-. Para incondicionales (ya contrastados) y desconocedores (destinados a convertirse en nuevos incondicionales…).
Manuel
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