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El gran momento

Drama Biografía de William Thomas Morton, el inventor de la anestesia dental. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
7 de julio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada tanto, los seres humanos nos complacemos con ciertos inventos o con algún logro científico que busca el mejoramiento de nuestra calidad de vida o el reconocimiento del mundo que nos rodea, y a la hora de las versiones cinematográficas, no es simple contar estas historias sin caer en datos tediosos, en disertaciones técnicas o en aburridas experiencias que sólo interesan a sus inventores. No son muchas las películas que han salido avantes en este propósito. Entre las que consigo recordar ahora, están “Edison the Man”, “Madame Curie”, “The Right Stuff”… y <<EL GRAN MOMENTO>>.

El 30 de septiembre de 1846, fue uno de esos días de gran significado para la sufrida humanidad. Los infatigables esfuerzos del odontólogo, William Morton, dieron los resultados esperados y nació, por fin, la anestesia que ponía fin a la tortura y a los terribles dolores de las extracciones dentales y las cirugías.

Motivado por este significativo episodio y por la interesante lucha del médico y dentista estadounidense, el atinado director y guionista, Preston Sturges -quien ya nos había conquistado con títulos como, "Christmas in July", "The Miracle of Morgan's Creek", "Hail the Conquering Hero" y otras- se dio a la tarea de contarnos el intenso trajinar de aquel inventor profesional y, el resultado, es una regocijante película que entremezcla, con notable eficiencia, los tópicos intelectuales y de orden médico, con la comedia más hilarante y encantadora.

El actor, Joel McCrea, a quien siempre recordaremos como prominente protagonista de valiosos westerns, y quien ya había protagonizado para Sturges, dos exitosos filmes (“The Palm Beach Story” y “Sullivan's Travels”), da vida al memorable odontólogo, William Morton (1819-1868), personaje que asume toda suerte de riesgos y retos, con el sublime ideal de hacer más amable la vida de la humanidad aunque, en principio, el deseo de gloria y de dinero, brotan como una sombra en una noble misión que, pronto, habría de colmarse de luz.

A su lado, un afortunado elenco de actores, en el que sobresale el excelente, William Demarest (uno de los constantes de Sturges), quien carga con el peso humorístico de la película, interpretando al primer gran paciente de Morton: el singular violinista, Eben Frost. Con él, asistiremos a deliciosos momentos que matizan la aventura, haciéndola accesible a toda clase de público.

Preston Sturges, tiene un merecido lugar en la comedia Hollywoodense… y nos hubiera gustado que su carrera hubiese sido mucho más prolífica como realizador, pues, tenía un ingenio tan bien encajado como el de, Frank Capra.

<<EL GRAN MOMENTO>>, es una clara muestra de sus dotes como realizador.

Título para Latinoamérica: TRIUNFO SIN GLORIA
Luis Guillermo Cardona
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29 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la curiosa biografía del odontólogo norteamericano William Morton (1819-1868), pionero en la utilización del éter como anestésico, y de sus batallas judiciales por obtener beneficios por su descubrimiento.

La película, contada fundamentalmente a través de un largo flashback, tiene un planteamiento muy original a través del cual el director y guionista Preston Sturges relata, con aparente ligereza, la paradójica pero exitosa historia de un fracasado, su lucha contra el desprecio y la incredulidad generalizada, su caída en el abismo y vuelta a empezar. Y lo cuenta saltando del drama a la comedia y de la comedia al drama, casi con brechtiano distanciamiento, sin decidirse entre una y otra. Es tal vez esa indefinición –que ha hecho fracasar a tantas películas- uno de los mejores rasgos de esta producción, posiblemente la más rara de la filmografía del director americano pero también, ¡helas!, su mayor fracaso en taquilla.

Sturges no evita incluir alguna de sus exhibiciones estilo “screwball comedy”, llena de pantomimas, caídas e histrionismo, elementos hoy algo caducos, que restan valor a una película más que interesante, prodigiosa por su milimétrica planificación y por detalles de genio como queda de manifiesto en numerosos momentos, como cuando el bote de éter hierve o aquella escena en la que se acaba clavando un abrecartas.

Buen trabajo del comedido Joel McCrea como el Dr. Morton y superiores prestaciones de los secundarios, en especial Harry Carey como el profesor Warren y William Demarest como el fiel colaborador del doctor en sus experimentos.
Gould
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21 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer Preston Sturges tuvo ciertos problemas con los productores de esta película biográfica acerca de
William Thomas Green Morton, carnicero dentista del siglo XIX ( porque en aquella época dificilmente se podía desligar una profesión de la otra, imagínense) descubridor del éter como método anestésico y, con ello, contribuir a uno de los mayores avances de la humanidad; las operaciones sin dolor.
Por lo visto, los productores no quedaron satisfechos del aire desenfadado y cómico que había dado Sturges a este film ( cosa que no entiendo porque si no querían una comedia, ¿ para qué se la encargan a un especialista en ellas?) y la montaron un poco al tún tún, con un flash back inicial que comienza por el final y que, en realidad, contradice bastante lo que un segundo flash back y vertebrador de la historia, nos muestra, no dejándonos muy claro a los espectadores, si Morton era un venerable y altruista benefactor de la humanidad, un avispado hombre de negocios o si por el contrario es la humanidad la que paga con ingratitud a los mayores bienhechores.
Sea como sea, es la mano de Sturges la que, a mi modo de ver, beneficia al film y es, precisamente, ese aire alegre y desenfadado la que sube el nivel de esta película.
Todo el comienzo de su carrera como dentista, después de haber abandonado sus estudios como médico, los hilarantes esfuerzos por extirpar las muelas a sus pacientes, sin que éstos le rebanen el pescuezo. Su obsesiva búsqueda en una fórmula que consiga convertir a sus fieros pacientes en dulces mininos. Sus primeros experimentos con diversos gases y los desiguales y sorpresivos resultados obtenidos con ellos. Finalmente, el éxito y la fortuna que también le reportará la envidia, los celos, las suspicacias médicas y varios sinsabores más. La contribución de su descubrimiento a la comunidad médica quienes, por fin, podrán realizar amputaciones y otras operaciones gravísimas eliminando el terrible sufrimiento del paciente, mientras todavía luchaba por hacerse con la patente es lo que no terminan de dejarnos muy claro, si fue un acto voluntario y altruista o se vio obligado a ello pero sí cabe agradecerle, sea como sea, que los pacientes del siglo XIX pudieran empezar a dormir plácidamente mientras les abrían en canal. Y a Sturges, que nos lo cuente tan animadamente.
Izeta
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18 de junio de 2022
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Mi crítica sin Anestesia, el guion es un absurdo y cuesta definirla como comedia o drama, como comedia me evoca pena, pero para críos pueda parecer gracioso, comedia que termina cortando el profundo drama, que por momentos está bien ejecutado... Sin embargo, la fotografía es "atractiva", el tema "interesante" y las actuaciones "impecables", en resumida cuenta es "entretenida".

Historia del hombre que quitó el más grande sufrimiento humano, "el dolor" e hizo posible las operaciones quirúrgicas con anestesia y las extracciones dentales, logró patentar su invento hasta que se descubrieron que era Éter, descubierto décadas atrás, nunca hubo ese gran momento de altruismo, pero se redimió como cirujano voluntario en el ejército.

Janet Chapman es una de las niñas sin acreditar.
John
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