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Harlow, la rubia platino

Drama Jean Harlow es una hermosa rubia platino con un gran talento artístico. En los años 30 conoce a Arthur Landau, un hombre que confía en ella y se convierte en su representante. Durante mucho tiempo, el trabajo escasea, pero Arthur sigue apoyándola, y Jean acaba llegando a lo más alto y convirtiéndose en una actriz inolvidable. Sin embargo, fuera de la pantalla no tiene tanta suerte, su vida personal es un desastre. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
26 de febrero de 2017
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precisamente hoy, con motivo de la ceremonia de entrega de los Oscars de Hollywood, me ha parecido oportuno comentar esta película que habla del cine dentro del cine, de la fabrica de sueños que a veces se convertía en pesadilla para los que lo vivían, en aquel lejano sistema de Estudios que era como una maquinaria engrasada que no se detenía un instante, hoy irremediablemente desaparecido. Se trata de un entretenido film poco conocido y comentado en esta web, un biopic nada complaciente, aunque su discurso es menos agresivo de lo que parece, sobre el mundo del Hollywood dorado de los años 30. Las servidumbres y anhelos para alcanzar la cima se ven reflejadas en la corta carrera de la personalísima y explosiva Jean Harlow.

Este fastuoso film que goza de un diseño artístico inmejorable, narra la vida azarosa de la desdichada actriz, tomándose algunas licencias sin duda con el fin de evitar que el producto perdiera su calculada comercialidad. Un melodrama muy humano pero que peca de excesivos estereotipos, tantas veces recurrentes en este tipo de biografías, pese a que el guión sea del reputado guionista hitchcockiano John Michael Hayes. El film, en un esplendoroso Technicolor y Panavisión gracias al veterano operador Ruttemberg, recrea con eficiencia aquellos años del charleston, se inicia con una secuencia majestuosa por el talento de Gordon Douglas, un artesano infravalorado que conocía bien su oficio.

Un movimiento de la cámara en grúa en la entrada de un Estudio de cine, muestra la llegada de los trabajadores y a eso le siguen unas panorámicas a través de diversos departamentos donde se preparan rodajes. La combinación de esos movimientos deja clara que el Estudio era una fábrica que funcionaba como cualquier otra, con obreros, artesanos, extras, aspirantes a actores y actrices que se presentaban a castings, y algunos miserables individuos que se aprovechaban de su posición privilegiada. De esta forma, asistimos a los rodajes y apreciamos cómo era el día a día, mientras que seguimos la ascensión de la estrella encarnada por una estupenda Carroll Baker, el primer agente que vio en ella posibilidades (Red Buttons), sus primeras apariciones en escenas cómicas hasta que empezaron a descubrir su físico espectacular de bomba sexual para la época.

La difícil convivencia con unos padres parásitos: Ralf Valone crea un histriónico gigoló latino que ama la ópera y las partidas de poker con sus amigotes, que hace de padrastro casado con una sumisa madre (Angela Lansbury) a los caprichos del holgazán y vividor italiano. Sus triunfos artísticos sus fracasos personales, casada con un marido poco viril (Peter Lawford), sus difíciles relaciones con los mganates (Martin Balsan) de los Estudios, empeñados en manejar vidas ajenas para la buena marcha del negocio. El cineasta se apoya en las elipsis y sobreentendidos para hacer avanzar vertiginosamente durante 2 horas la multitud de acontecimientos que se van sucediendo, romances, desengaños, humillaciones y traiciones, todo ello lleno de frases lapidarias y filmado desde el sentido del espectáculo cinematográfico que exigía esta costosa producción.
Antonio Morales
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20 de abril de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le gustaba tanto follar y le costaba tanto reprimirse que el público (masculino sobre todo, esa promesa eternamente incumplida) lo notaba y se excitaba con su vulgaridad. O no, o en verdad solo quería ser una mujer normal, igual que las demás, con su marido y sus hijitos.
La película no se aclara, fluctúa, a veces, la mayoría del tiempo, parece ser un melodrama desgarrado trágico sobre la soledad/fracaso que acarrea el (cinematográfico) éxito, esa trampa, la zanahoria, y otros ratos algo más crudo interesante (mucho menos tiempo, apenas nada). Por un lado nos comentan, algo que ya sabíamos desde el principio del universo, que aquello, Jólivud, es un gran burdel ambulante hasta las trancas de chulos, putas, celestinas, mamporreros, caraduras, trepas, sinvergüenzas, hipócritas, conseguidores, proxenetas, putos, malas hierbas de toda índole, lo peor de cada casa, y lo que surja, mercado negro, tráfico fluido de fluidos, aquelarre, magma, Babel, descalzaperros, Bacanal, horror, engendro. Por el otro, nos quieren presentar a esta damisela en apuros como a una pobre heroína desgraciada más sola que la una y que la muy santa no encuentra asidero, clavo ardiendo, amor ni sentido, solo sierpes, con lo que, inevitablmente, a la fuerza ahorcan, se pierde pudre para siempre. Que en verdad ella no quería (pecar), que era inocente y pura, inmaculada, sin tacha ninguna, como la virgen María, una bendita, para vestir santos, pero claro, los infortunios de la virtud, el medioambiente y la sangre que arrastra y la cabra al monte es orégano que tira la cabrona y las malas compañías que contaminan como la nocilla. En todo caso, cualquier parecido con la realidad ni por asomo o aproximación coincidencia, la bonoloto, la verdad en este caso (como en todos) está ahí fuera, muy sobrevalorada, a la espera, en una esquina, castigada por mal comportamiento, apartada, pasando hambre la pobre, seducida y abandonada, muda y sorda, rechazada y despreciada por todos, aléjate de mí, bicho, no mientes a la bicha, un burdo rumor, una lejana leyenda, cuentos para no dormir de la abuela ya muerta, cháchara dictada en un idioma incomprensible, lo que vemos, en cambio, por liebre gato, es un espectáculo falso, tedioso, fullero, latoso, truhan, zascandil. Lo mejor es ella y su parecido con la otra. Bueno, y los actores. La historia ni con pinzas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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7 de febrero de 2022
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Biopic de Jean Harlow, una bomba sexual de los años 30 y una actriz de pocas películas y una vida no demasiado afortunada.
Tiene pulso la película, funciona de manera rápida, se deja ver y entretiene. Un thecnicolor muy vivido y colorido.
El cine dentro del cine, en ese peculiar subgénero se instala esta película. Comienzos duros para una carrera de apenas nueve años que se vio interrumpida con su fallecimiento por un problema renal. Las insinuaciones de prostitución sobre ella probablemente fuesen ciertas, como por otra parte ha ocurrido en otras épocas y también ahora con el movimiento Metoo. Parecía, con todo, una mujer íntegra.
Un reparto largo: Carroll Baker espléndida como Jean; Red Buttons como su representante; Raf Vallone como su padrastro (se me hace raro verle en un papel menor y tan sórdido); Angela Lansbury como su madre; a los que hay que sumar a Peter Lawford, Mike Connors, Martin Balsam, y Leslie Nielsen.
Gordon Douglas es un gran artesano, un director bastante resultón, que (probablemente) tenía éxito en taquilla, respaldándole los estudios. Tremendamente prolífico, hasta 82 registros apunta Filmaffinity.
ÁAD
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