Paso a desarrollar uno a uno la ristra de adjetivos que le he dedicado. Solo he visto dos capítulos y la he dejado, y aún así con la sensación de haber perdido dos horas que podía haber empeñado en otra cosa.

Aburrida: es lo principal. La historia es conocida por lo que se debería haber afrontado de tal manera que genere interés. No lo hace para mí, con un guion que no consigue generar expectativas y que está inflado y alargado sin contar nada que merezca la pena.

Malas actuaciones. Una pena Javier Gutiérrez, uno de mis actores españoles favoritos, desempeñando un improbable papel de juez completamente irreal y desesperante. Un malote de barrio que sinceramente no le pega a Su Señoría. Mal enfocado, no genera credibilidad. Candela Peña, Tristón, María León... No se salva ninguno. No, tampoco Candela, a mí al menos me parece que cae en la caricatura.

Sin ritmo. Historia muy trillada se suma a saltos temporales bajo mi punto de vista, mal desarrollados. El resultado es una telenovela que se cuenta a trozos sin conseguir armar un conjunto equilibrado.

Innecesaria. No aporta nada respecto a un documental cualquiera de Asunta que debe haber 30. El ficcionado queda ampuloso y fake.

Mediocre. Da la sensación de que se hizo en una churrería o una generadora de series españolas por IA. Lugares mil veces visitados. La historia original, aunque morbosa para el Telediario, tampoco tiene nada de excitante ni extraordinario.

Oportunista. Busca crear polémica con casos que han sido recientes y que generan controversia. Yo no sé por qué les permiten a los de Netflix perpetrar estas cosas.

De nuevo, mis opiniones. Que entiendo que haya amantes del true crime y de la religión candelista que aseguren que es la mejor obra desde Breaking Bad y la mejor actuación femenina desde Meryl Streep. A mí me ha parecido todo esto un rollo, y de nuevo una puntuacion supercalifragilística en esta página, donde parece que las plataformas y las productoras tienen influencia en las puntuaciones.

En Estados Unidos los premios Oscar, lo más de lo más en el séptimo arte, premian solo cine, películas de dos, tres horas o las que sean, y dejan fuera a las series, donde está la mayor inversión y posiblemente el mayor talento actoral, productor y de guiones. Los Emmy y los Golden Globe cubren este espacio.

En España, es igual: los Goya son lo más de lo más y seleccionan y premian todos los años películas que la mayoría de ellas, apenas han llegado al público, pues los visionados de las salas de cine son irrisorios comparados con el alcance de las series (de las que no hay datos públicos, eso es verdad, porque las plataformas los esconden). Mientras tanto, las series, que es donde está el mayor talento actoral, de productores y guionistas, no salen en los Goya y tan sólo pueden estar quizá en los premios Feroz, ya que no conozco otros premios que traten sobre las series.

Pues bien: desde ya pido desde aquí un Premio Feroz al mejor actor protagonista a Pol López. Lo que me ha enganchado este tipo en esta serie no es ni medio normal. Se come a bocados la pantalla con ese personaje maniaco y chorro que es el indigno José Emilio Suárez Trashorras, condenado a más de 30.000 años de cárcel por suministrar a los terroristas del 11-M sus explosivos a sabiendas de para qué los iban a utilizar. López no se parece al Trashorras original, un tipo más bien rechoncho mientras que el catalán es un tirillas esmirriado, mucho más bajito que el resto de actores de reparto con los que comparte escena.

Sin embargo, el trabajo de López es de quitarse el sombrero. No se mimetiza con un presunto Trashorras al que apenas conocemos: crea un personaje totalmente propio, el líder delincuencial de ese ejército de Pancho Villa de pequeños delincuentes que movía droga en Asturias y facilitó los explosivos a los asesinos musulmanes. Pol López deja momentos gloriosos durante la serie (una serie que por cierto apenas dura unas 4 horas en total) y acaba empaquetando con cenefa una actuación portentosa que debería ser reconocida como lo más de lo más este año. Todo esto es muy subjetivo, pero mi impresión, y aún estamos en mayo, es que no creo que haya muchos más personajes que merezca más un Goya, un Feroz o un Emmy si fueran en español, que el Trashorras de Pol López.

Con respecto a la dirección, bueno es mucho hablar porque aún queda mucho año y evidentemente no lo voy a ver todo lo que se haga en España. Pero los hermanos Sánchez-Cabezudo han completado un trabajo de creación y dirección que es realmente impresionante. Merecerían un premio también. Posiblemente un Goya, o estar entre los nominados. En su lugar habrá directores de películas gafapastas que no digo que sean malas, pero que no tendrán el alcance ni la carga de profundidad de 'Nos vemos en otra vida', una serie que marca y no se olvida, lo cual es un hito hoy en día con toda la oferta que hay. Espero que les den un Feroz o que estén entre los nominados y a punto de ganar. Han completado un producto televisivo (cinematográfico por supuesto) digno de admirar.

La serie roza la perfección. Sus textos depurados, sus localizaciones bien trabajadas, sus actuaciones junto con Pol López (mención también para el semiprofesional Roberto Gutiérrez, que está espléndido), su música que añade la tensión en el momento oportuno y de gran valor dramático.

Creo que he terminado algo que merece muchísimo la pena. ¡Gracias, Disney!

Tiene toda la pinta de que esta serie ha funcionado como una redención para su autor Richard Gadd, que es a la vez creador de la historia y su protagonista único. Gadd ha avanzado un paso más allá en las historias autobiográficas que en ocasiones tan bien trata Netflix, con esta miniserie autoconclusiva (aunque realmente hay potencia dramática para que pudiera continuar) en la que este joven comediante escocés no se ha dejado ni un pelo en la gatera: cuenta todas las miserias de su vida, se desnuda y humilla ante la cámara, buscando tal vez esa redención que mencionaba. Al hacerlo, no consigue sino el aplauso generalizado porque no es fácil mostrar de esta manera las miserias personales, que todos tenemos pero no todos exponemos.

La trama está muy bien contada en siete capítulos en los que un joven protagonista, un Gadd que desde el principio se muestra a sí mismo como artista fracasado que no tiene más remedio que trabajar en algo que no le gusta (sirviendo birras en un pub) va contando cómo se quedó enmarañado en una tela de araña de acoso en el que una mujer fuera de sus cabales le hizo casi descarrilar.

Pero la historia cuenta mucho más. Gadd descubre ante los demás sus complejos por la orientación sexual que tiene, por su fragilidad de espíritu, por su tendencia a caer en los vicios más pueriles. El autor se ceba sobre sí mismo, mostrando todas sus debilidades ante la cámara.

Es un trabajo impecable, con unas actuaciones muy solventes, contado con ritmo y estilo, con algunos flashbacks que, si bien hacen perder un poco el hilo de la historia (esto siempre ocurre) son necesarios para conocer 'the big picture'.

La dirección es solvente, sin alharacas, haciendo por momentos compartir la angustia y desazón de ese personaje encerrado en sus propias complejidades. La música acompaña a la historia cuando tiene que hacerlo. La ambientación no cuesta: es ese Londres contemporáneo, ciudad devoradora de almas y donde muchos corazones se buscan para no estar solos.

Una buena miniserie, de algo menos de 4 horas de duración, que por tanto se ve con comodidad, se degusta (es un decir, más bien se sufre) de un tirón y le deja a uno con un regusto amargo y triste por lo que ha presenciado pero a la vez satisfecho de haber por fin aprovechado los 5 euros mensuales de suscripción de Netflix en algo que sí merece la pena.

La comunidad de Film Affinity regala en ocasiones puntuaciones que denominaría psicotrópicas o totalmente alejadas del espacio y el tiempo que yo habito, moradores tal vez de una dimensión de brillantes personas con un gran conocimiento del cine que a profanos como este que teclea con dedos gordos, se escapan.

Esta película tiene algún punto interesante. Sobre todo por el hecho de ser noruega y que no es muy habitual ver cine noruego o al menos no lo es para mí. Porque el colega Lars von Trier, que no sé si es primo de este Joaquim Trier, es danés,¿no?

Las actuaciones a mí sí me gustaron. Pero el desarrollo de la historia se hace tedioso, pesado, bastante infumable. El guion nos muestra una persona con alergia al compromiso y que no se siente cómoda en la vida encorsetada de pareja. Bueno sí, ¿Y? No parece una historia merecedora de más de dos horazas de metraje, te pasas buena parte de la película clamando, implorando al director que por favor pase algo, que los diálogos y la situaciones tienen menos ritmo que una discoteca de Oslo un miércoles por la mañana.

Me acabó desesperando. Porque tengo un problema, y es que confío mucho en el criterio de la comunidad de FA. Por eso esperaba algo bueno, realmente bueno.

Vista en la app de RTVE, que te descubierto recientemente y me flipa.

Crecí escuchando el hermoso idioma valenciano en casa en los años 90 y es un idioma que siempre me trae a la mente buenos recuerdos y cosas positivas. Por eso no le pongo un 1 a la película sino un 2, porque hay tan poco cine en valenciano que bueno, tiene mérito y mola escucharlo. Pero no debería ser suficiente, ya que por lo demás se ha perpetrado una terrible película, con actuaciones realmente malas, aunque tampoco tenían muchísimo que hacer con el guion con el que contaban.

Creo que la película, producida por el grupo de radiotelevisión pública valenciana À Punt, desaprovecha una oportunidad de hacer algo bueno ya que jugando con la nostalgia de la ruta del bakalao de los 80 y 90, con esas vibras, con esa música, alternando quizá vídeos reales que los hay bastantes, se hubiera conseguido algo potable. Viví esa época como un niño y lamentablemente la película no me ha transportado a ella, no me ha recordado en absoluto a nada de aquello, no ha habido un mínimo esfuerzo de recrear cómo eras esas grandes discotecas en las afueras de Valéncia, como era la ruta. Han usado un par de coches dos caballos de Renault y el resto lo han dejado como está. Y en las imágenes de dentro de las discotecas, donde deberían haber conseguido recrear algo similar a aquello, y con todas las imágenes que hay reales, fallan estrepitosamente, porque no ha habido intención de recrear nada.

Respecto a la historia, ¿qué decir? Más simple que los pensamientos de mi perro caniche. Grupo de amigos donde hay uno listo, otro que es un pasado, otro que no le gusta lo que se está haciendo, una mujer... no diría que están estereotipados porque no consiguen ni siquiera estereotipar nada. Los actores lo hacen muy mal, por supuesto, pero la verdad es que los pobres tampoco podían hacer milagros con ese texto.

En resumen, "disparate" creo que es una definición que encaja bien con lo que he visto. "Innecesaria", "falta de talento", "oportunidad perdida" y casi diría que "falta de respeto por lo que fue la ruta y la movida valenciana".