Legítimo rey

Pues eso, que ahora viene otra nueva moda made in Hollywood marcando tendencia con la idea de que el verdadero unificador de Escocia fue Robert I the Bruce y que Wallace fue un pobre tipo que sí, hizo que Escocia ganara alguna batalla que otra, pero en fin, como no tenía sangre azul, pues descartado, no fue más que un mamarracho, y el auténtico héroe es Bruce.

Pues si históricamente fue así, con todos mis respetos llegan un poco tarde para reclamar el título de Braveheart para Bruce, pues para todos nosotros siempre será William Wallace, cuya obra maestra de Gibson tiene la principal culpa, por mostrarnos que un hombre corriente con su dignidad, visión y valentía llegó a ser algo más que un rey.

Pues bien con la aparición de esta peli "The outlaw king" , no hace si no despertar más y más en nosotros la comparación. Y es que comparamos Braveheart con esta, con el otro "utilizable" producto de "Robert the Bruce" protagonizado por Angus M. otra vez, obsesionado no tanto con este personaje como sí en emular y superar a Mel Gibson, y estas dos nuevas salen perdiendo. Comparar es el recurso fácil para todos aquellos que no quieren hacer una crítica constructiva, pero es inevitable, por eso diré que al menos esta película presente era innecesaria pero está pasable. Pasable por el vestuario cuidado, el esfuerzo sobrehumano de Chris Pine en parecer un respetable caballero medieval y un guión que aunque más aburrido que el polvo es humano y cercano. El resto del reparto lo forman actores más acostumbrados a pelis indie que hacen lo que pueden para salvar la percha.

Robert trata de mantener la independencia de su país y se casa, con una mujer que idéntica a una seta y tiene su sabor, una Florence Pugh a la que parece que le debe y no le paga. Pugh posiblemente se trate de la actuación más fría y lamentable.
El resultado es un juego de politiqueo, peleas dentro y fuera y lealtades que aún palidecen, a pesar de que todo se acabó.

Me da mucha rabia cuando un director tiene en sus manos un buen guión, con una buena historia basada en hechos reales que contar, se queda en una simple película que se quedará en el olvido en poco tiempo. Tengo esa sensación de que podía haber sido una gran película, pero se quedó en eso, un casi pero no.
El reparto no ayuda mucho, empezando en un Chris Pine que te deja totalmente indiferente interpretando a un personaje histórico de la categoría del rey Robert Bruce, siguiendo por Billy Howle en su poco creíble papel de príncipe de Gales.
Lo mejor de la película son, sin duda, sus escenas de batalla, bastante bien elaboradas, aunque no evitan el ritmo extremadamente lento del resto de la película. Sinceramente, para pasar la tarde del domingo y poco más.

Leo a críticos americanos diciendo memeces. Hollywood hace un cine tan pretendidamente espectacular, que resta realidad a todo lo que toca. 'El rey proscrito' te sumerge en la historia. No recuerdo Braveheart pero... ¡No comparéis el entretenimiento con la épica!

P.D.: Comencé viéndola en 4K y me daba la impresión de estar en el set de rodaje, esperando el "corten" para finalizar toma y viendo a los medievales sacando el móvil o abriendo una lata de cerveza. Regresé a la definición de siempre. Volví a creerme una historia medieval... ¡con mayúsculas!

¡Long Live Robert the Bruce!

Deseaba poder verla, soñaba con rememorar "Braveheart", ansiaba impregnarme del mundo escoses y quizás eso hizo que más grande fuera la caída. Una duración alargada con escenas insulsas y breves momentos de espíritu. No encontré la épica por ninguna parte ni disfruté de prácticamente nada de la cinta.

Floja, eso es lo que es, quizá porque podría haber sido mucho y así te la mostraban... Y la realidad, la realidad es que yo sentí que perdía el tiempo. Eso si, tiene batallas y algunos detalles para poder hacerla soportable.

Creo que estoy en ese inevitable punto de la vida en el que determinados géneros cinematográficos son incapaces de llenarme, fase por la que imagino atraviesa todo cinéfilo que se precie. En los últimos tiempos me sucedía con el bélico, y tras ver “El rey proscrito” he descubierto que la épica medieval puede unirse también a dicha lista, al menos en su vertiente histórica ya que la rama fantástica si que me pasa sin excesivos problemas.
“El rey proscrito” me ha recordado, con punzante horror, a esa épica histórica inane que, por desgracia, viene practicando el Ridley Scott más reciente. David Mackenzie nos mete de cabeza en un esquemático tour por los lugares comunes de este género, poblado todo ello con personajes de trazo grueso incapaces de despeinarte lo más mínimo. Los buenos son muy buenos, los malos son muy malos e incluso idiotas, la lluvia aparece cuando tiene que aparecer, y los planos aéreos de paisajes con los protagonistas en pequeñito al fondo son preciosos. Vamos, todo en su sitio cual cliché.
La historia narrada en “El rey proscrito” no es, ni excesivamente novedosa ni especialmente evocadora, una nueva revisión al clásico mito de David contra Goliat que hemos visto ya mil veces. El guion tampoco ayuda, plano como el solo; parece mentira que hayan sido necesarias hasta cinco manos para llevarlo a cabo. En fin, si William Wallace levantará la cabeza y viera este desaguisado…
Cuenta la leyenda que el primer montaje de “El rey proscrito” estaba más cerca de las dos horas y media que de los ciento veinte minutos que dura el corte final, pero tras el paso del film por el festival de Toronto algunos críticos protestaron de la lentitud del film, y el bueno de David Mackenzie decidió bajarse los pantalones y pegarle tijeretazo a su película. ¿Se imaginan a Tarantino haciéndolo?… Al final tanta tijera se termina notando, hay algunas transiciones entre escena y escena que entran duras, y muchos momentos se notan apresurados.
Otra cosa que no ayuda a “El rey proscrito” es el fantasma de “Juego de tronos” sobrevolando toda la cinta cada vez que aparecen en escena rostros de dicha serie tales como los de Stephen Dillane o Clive Russell. Es para echarse a llorar de pura morriña.
Ojalá toda la película hubiera sido como sus portentosos primeros diez minutos, un alarde de dirección dominado por un intenso y épico plano secuencia que transmite más y mejor que los ciento diez restantes. “El rey proscrito” es cruda y sucia, lo que a la postre se termina convirtiendo en pobre virtud.
En resumidas cuentas, tras su paso por Toronto y visto el éxito de Mackenzie con su anterior film, se nos vendió “El rey proscrito” como la segunda venida de Cristo, pero por desgracia al final no ha llegado ni a primera venida del limpiacristales de mi barrio. Decepción gorda.