La buena estrella

Con unos creíbles Antonio Resines y Marible Verdú y un tanto exagerado Jordi Mollà, es "la Buena estrella" una historia sencilla, tanto por su complejidad como por su nobleza y cotidianidad.
Los tres protagonistas dan todo de sí en la interpretación pero no los tres consiguen igualmente sus objetivos, llegar al espectador.

Un cuento sobre el amor y los lazos familiares que conlleva. Sobre como sobevivir y no perder el ardor, sobre la selección natural (unos crean a los hijos y otros los crian).

Última película del director Ricardo Franco y seguramente su mejor trabajo. "La buena estrella" es un relato intimista que nos cuenta la historia de un solitario carnicero (Antonio Resines), que una noche socorre a Marina (Maribel Verdú), una mujer embarazada y sin techo que está siendo maltratada por su pareja llevándola a su casa y empezando poco después una vida juntos, pero pasado un tiempo aparece de nuevo el maltratador (Jordi Molla) dando comienzo a una extraña relación entre los tres. La película es un drama social y romántico basado en hechos reales, una película pesimista y triste que merece ser destacada por la magistral dirección de Ricardo Franco y sobretodo por la brillante interpretación de los tres protagonistas siendo además la gran triunfadora de los Goya de 1997 con cinco premios (música, actor principal, guión original, dirección y película).
No es una película fácil de ver por el dolor y la tristeza que transmite en todo momento pero merece ser vista por el excelente trabajo de Antonio Resines, Maribel Verdú y Jordi Molla.
En resumen, una de las grandes películas del cine español.

Maravillosa despedida tuvo Ricardo Franco. Su última película fue Lágrimas negras, que codirigió con Fernando Bauluz, pero no llegó a verla terminada.
La buena estrella, su última cinta completada y estrenada en vida, arrasó en los Goya y otros premios porque, sinceramente, se lo merecía. Es una historia desgarradora, absolutamente cautivadora. El espectador es uno con los dolidos silencios de Rafael, y entiende perfectamente (aunque no lo comparta) ese amor desesperado, tóxico, pero inevitable entre Marina y Daniel, y su explosivo desenlace. No hay nada que falte o que sobre en la película, y su impacto emocional en el espectador es enorme, porque el guion es fabuloso y los actores que lo interpretan están en estado de gracia. Antonio Resines (que en los últimos años se ha convertido, en ocasiones, casi en una especie de meme en sí mismo) jamás ha estado mejor, y es probable que Jordi Mollà tampoco. Su Daniel es absolutamente arrebatador, y muy bien podría haberse hecho con el Goya que ganó Resines. Maribel Verdú, por su parte, también está maravillosa, frágil y perdida, como Marina.
Una película absolutamente excepcional.

Lo mejor: La fuerza de la historia, y el impresionante trabajo de Resines, Verdú y Mollà.
Lo peor: Nada, realmente.

No conozco el mundo del hampa, pero el personaje de Jordi Mollà me ha parecido demasiado tópico en su definición, y parece que sobre todo se definió para la comodidad de Jordi Mollà.

Y un ruego para el cine español en general. Por el amor de Dios que los actores mejoren la pronunciación, y que la grabación sonora se haga con un poco menos de ruido ambiental que también dificulta la comprensión de los diálogos.

Ricardo Franco se inspira en un hecho real para mostrarnos un drama social y romántico intimista y conmovedor, de tono pesimista y triste. Una radiografía del dolor tan dura como la vida misma, con sus buenos y malos momentos. El director madrileño venía del rodaje de ‘¡Oh, cielos!’, una irregular comedia protagonizada por El Gran Wyoming, que no tuvo éxito en taquilla.

‘La buena estrella’ es una película de excelentes interpretaciones. Por un lado está Rafael, interpretado soberbiamente por Antonio Resines, un hombre solitario y buena persona, cuya rutinaria vida empieza a desestabilizarse cuando conoce a Marina, interpretada de manera sutil por Maribel Verdú, una prostituta embarazada que le cambiará la vida y con la que dará el primer paso para formar una familia. Y por último Daniel, interpretado magníficamente por un altanero Jordi Mollà, el novio macarra que siempre va por la mala vida, que intentará hacerse un hueco entre sus vidas. Los tres personajes formaran un intenso triángulo amoroso, en el que cada uno buscará su felicidad, aunque para conseguirla tengan que hacer daño al otro.

Un profundo drama que fue el protagonista de la doceava edición de los Goya de 1998, alzándose con cinco premios: mejor película, director, actor (Antonio Resines), guión original y música original, compuesta por Eva Gancedo. Sin duda la mejor película y la más célebre obra de Ricardo Franco.