Petite maman

Céline Sciamma, directora de la llamativa y muy alabada Retrato de una mujer en llamas, cambia totalmente de registro con este delicado y mágico drama con tintes de fantasía y ciencia-ficción en el que pasado, presente y futuro se entrelazan para contar una bella historia sobre la familia y la pérdida.
Las pequeñas Joséphine y Gabrielle Sanz están fabulosas, y la directora logra combinar el tono de drama de la propuesta con unos planos temporales que podrían haber resultado algo confusos, pero que saben encajar todas las piezas del puzzle.
Notable y recomendable. Y ojo a su ajustadísima duración, casi más de mediometraje que de largometraje. Ejemplo de cómo no alargar una historia innecesariamente yendo al grano. Bravo.

1980 ha dado una excelente cosecha de directoras europeas: las francesas Mia Hansen-Love, la propia Céline Sciamma y la italiana Alice Rohwacher. Por acotar un año y tres de las más destacadas.

Aún en el paladar "Retrato de una mujer en llamas" (2019), Sciamma cambia el registro y el tono volviendo al mundo de la infancia de su excelente "Tomboy" (2011) para regalarnos este cuento fantástico de una aparente pasmosa sencillez en apenas una hora y diez minutos en que una hija y una madre conviven gracias a la magia del amor en un espacio tiempo límbico que les permite conocerse a niveles imposibles y superar los problemas temporales que las separan. El trabajo con las dos niñas hermanas es soberbio, emotivo, nos atrapa sin sobresaltos en su candidez. Sciamma prácticamente suspende el puntaje musical y deja que los silencios y las miradas de estas dos niñas construyan en común lo que no se puede expresar con palabras.

cineziete.wordpress.com

"Petite Maman" es una entrañable historia que se adentra en lo fantástico de una forma muy minimalista para hablarnos sobre el duelo y la niña interior.

Nadie nos enseña como seguir adelante tras la pérdida de un ser querido, como realizar ese duelo o como gestionar esos sentimientos. La directora, Céline Sciamma, nos coge de la mano y, a través de las dos pequeñas Josephine y Gabrielle Sanz nos lleva a explorar la infancia y a revivir los recuerdos vinculados a un espacio que poco a poco se vacía para dejar paso a todo lo que venga después. Una propuesta muy interesante y llena de pequeños detalles que hacen que al pensar en ella vayas desgranando esa fase tan dolorosa aunque siempre vista desde el punto de vista más inocente que conocemos.

No es un tema fácil de tratar, sin embargo, Céline en poco más de una hora consigue que nos adentremos en la vivencia de sus personajes y los observemos hasta el final.

Nelly, una niña de 8 años, acaba de perder a su abuela. Mientras ayuda a sus padres a vaciar la casa en la que su madre creció, explora intrigada el bosque que la rodea, donde su mamá solía jugar de pequeña. Allí, Nelly conoce a otra niña de su edad y entre ambas hay una sintonía casi inmediata, lo cual da paso a una preciosa amistad. Juntas construyen una cabaña en el bosque y, entre juegos y confidencias, se irán contando sus cosas y desvelarán un fascinante secreto.

Película que cautiva por su delicadeza y su magia. La directora Céline Sciamma nos ofrece una historia de amor filial que trasciende el tiempo y el espacio, y que nos hace reflexionar sobre la infancia, la memoria (“la patria del hombre”, según Rilke) y la identidad.

La película se centra en Nelly, una niña de ocho años que acaba de perder a su abuela y que se encuentra con una misteriosa niña llamada Marion en el bosque cercano a la casa de su abuela. Pronto descubrirá o entenderá que Marion es en realidad su madre de pequeña, y que ambas comparten un vínculo muy especial.

La película se desarrolla con una sencillez y una naturalidad admirables. No recurre a efectos especiales ni a explicaciones innecesarias. El guion de la propia Sciamma está plagado de detalles sutiles y emotivos, que nos hacen sentir la complicidad y la ternura entre las dos niñas.

Las actuaciones son muy creíbles y espontáneas, especialmente las de las dos protagonistas, Joséphine Sanz y Gabrielle Sanz, que en la vida real son hermanas. Se ve la gran labor de dirección actoral con las niñas de la Sciamma.

La fotografía de Claire Mathon es muy hermosa y acogedora, con tonos cálidos y una luz suave que envuelve las escenas. La música de Para One es discreta y delicada, acorde con el tono de la película.

La realización es impecable, con un ritmo pausado y una puesta en escena cuidada, amén de saber mantener la atención, con un clima de amor e incluso de intriga.

Película entrañable que conmueve sin caer en el sentimentalismo, y que hace recordar la inocencia y la alegría de la infancia. Una obra de arte que merece ser vista y apreciada por todos los amantes del buen cine.

No entiendo nada. La crítica ha puesto a esta película por las nubes, como si fuera el no va más en sensibilidad y arte cinematográfico. Así que uno se pone a verla, y resulta que es la típica película en la que acabas sucumbiendo al sueño. Cómo una cinta tan breve se puede hacer tan larga. Eso es porque es mala de solemnidad. Las dos niñas son inexpresivas. La fotografía, sí, muy bonita, pero, ¿algo más? Nada de nada. Si lo que quería era hablar del amor de una madre y una hija, podría haber hecho un corto, y ya está.

Es una pena, porque Retrato de una mujer en llamas estaba bien, era una película potente, con dos actrices en estado de gracia, una fotografía soberbia, que hizo que la gente de MUBI la considerara, durante un tiempo, como la mejor película de la Historia del Cine (que ya es decir). Dos años después, en plena pandemia, decide rodar una historia minimalista, con dos niñas, una madre, una abuela que ya no está…, una especie de fábula para adultos… un desastre cursi, que parece pensando para la Crítica. ¿Cómo se pueden hacer películas para los críticos? Es un desatino total, un absurdo. Y los espectadores normales ¿qué? Pues nada, a echarnos a dormir, y que sea en nuestro salón, porque pagar 8 € o más por esta tontería, ya tiene delito…

Por si fuera poco, la secuencia ahí en el lago, con las dos niñas remando, y esa música horrible, ¡horrible!, que encima MUBI subtitula en francés, para que se entienda, ¡como si nos importara algo lo que se canta, a estas alturas, después de la breve cabezada!

Dan ganas de cantar, sí, pero la canción de Shabu:

Rema, marinero, rema, ya habrá tiempo de sacar las velas
Y navegar la mar entera, la mar entera...
Rema, marinero, rema, ya habrá tiempo de sacar las velas
Y navegar la mar entera, mi dios lo quiera...


Esta fábula gustará sólo a los gafapastas y a las mujeres concienciadas con cierto feminismo. Para el resto, será sólo una pérdida de tiempo.