La escalera de caracol

Magnífica cinta de suspense con innumerables alicientes pero sobre todo con un gran desenlace. Lo mejor del film es que el autor consigue convencernos de que cualquiera puede ser el asesino y esto sólo se desvela al final. Además la película tiene fuertes dosis de drama y parece más británica que americana. Un OCHO me parece una nota correcta y lo que no me gustó es que algunos personajes aparecen demasiado estereotipados. En cambio sí me gustó el tema de las pistas falsas muy en la línea de las novelas de misterio e intriga.

Sin duda la dirección artística es excepcional y la muda actriz protagonista se marca una actuación de gran mérito levantando la compasión del respetable en cada plano. No se cae en la lágrima fácil en ningún momento salvo en la última secuencia pero es comprensible debido a los sucesivos traumas vividos por la protagonista. La atmósfera de la casa transpira crimen y misterio, secretos ocultos e intrigas familiares a cual más escabrosa. Ya digo, la película es muy buena y me alegro de haberla visto ya que no la conocía y me imaginaba algo peor.

Si nos centramos en las actuaciones el papel que se lleva la palma es el de la testigo muda pero los otros personajes tampoco le van a la zaga. La enemistad que surge entre ellos nos hace sospechar de todos y, como ya he dicho, pienso que la principal virtud del film es precisamente ésta ya que ningún personaje parece inocente salvo la sordomuda. Planos muy cuidados y una atmósfera inquietante nos introducen en una misteriosa casa marcada por el crimen. Algunas secuencias parecen sacadas del expresionismo alemán aunque, insisto, para mí el film reúne las mejores virtudes del cine inglés por eso me extrañó ver que en realidad es americana. Una vieja obsesión heredada del padre lleva a uno de los personajes a destruir a los más débiles ¿pero quién es este tipo?

Lo más irónico es que al final la heroína del relato resulta ser quien menos uno se espera. No diré más. Merece mucho la pena y, sinceramente, la recomiendo.

Cine con velas, sombra, truenos, la lluvia de invitada de gala, los ojos de Ethel Barrymore y un guión magistral, un puzzle en donde todo encaja.
El sabor del arte bien logrado, a pesar del paso de los años, deja un regusto exquisito en el paladar. El elenco de actores, amén de la extraordinaria dirección de fotografía y tímidos exteriores.
Se pasa miedo, sobre todo vista en una cabaña enmedio de un bosque, con la leña encendida, sin luz eléctrica y con tazas de té caliente. Escuchando de lejos el chasquido de los leños convirtiéndose en brasas.
Es la primera obra que veo de Robert Siodmak, y me he quedado gratamente impresionado. ¿Qué tenían los alemanes para dirigir de esa manera? Hollywood se benefició del éxodo de cerebros antinazis, y a su vez ellos se aprovecharon de la industria de calidad que había montada en LA.
Esta es una película para disfrutarla sin leer mucho sobre ella. Luego, es de las que te hace reflexionar cuando sales del cine. Con frío cortante, abrigo, bufanda y sombrero. Por los añejos tiempos.

Irregular thriller a cargo de Robert Siodmak, uno de los más renombrados realizadores de la edad dorada del “noir”, lo cual no hace sino agravar la decepción que me ha causado su visionado. Porque se queda a medio camino de casi todo y sólo funciona a pleno rendimiento en sus tramos más netamente surrealistas y expresionistas. Lástima que no abunden: apenas el arranque —eso sí, magistral, incluyendo un emotivo homenaje a los viejos nickelodeones— y un puñado de secuencias en la antedicha línea, insalubre y bizarra, bastante logradas.
El gran problema de la cinta de Siodmak radica en que el componente melodramático y costumbrista acaba devorando lo que debiera haber sido una historia freudiana y “exploitation”, un poco al estilo de “Recuerda” (“Spellbound”, 1945), de Alfred Hitchcock, coetánea e infinitamente mejor. No hay en “La escalera de caracol” ni misterio ni suspense, con un villano cantado desde su entrada en escena, y aquejado encima del “síndrome del asesino parlanchín” —Para más información acerca de tan inoportuno trastorno, les recomiendo leer al maestro Roger Ebert—. Ni siquiera la ambientación resulta acertada. Presumiblemente ubicada a principios del siglo XX, las trazas e indumentarias de sus intérpretes, en especial las de los varones —y de manera exagerada en el caso de Gordon Oliver, quien, con su jersey de cuello vuelto, parece un existencialista francés—, se antojan muy posteriores, incluso al propio año de la película, que ya tiene mérito.
En fin, tampoco ayuda un reparto de secundarios escasamente carismáticos. Únicamente la veterana Ethel Barrymore —hermana de John y Lionel, no se me ocurren otras muchas familias que reúnan tantísimo talento— dota a su personaje de una cierta entidad. Esa anciana suya, semi demente, gruñona y amante de las armas de fuego, constituye además la versión jocosa y en femenino de un Ernest Hemingway pasado de éter. Sencillamente impagable.

Buena película, pero sin el fulgor del mejor cine de Robert Siodmak.

De hecho, y por el momento, la coloco entre las menos destacables que filmó.

Visualmente es una delicia, qué duda cabe, pero ni el reparto me pareció especialmente memorable, ni narrativamente es una película que enganche e hipnotice especialmente, sobre todo un tramo central sorprendentemente tibio.

Hacia el final la cosa mejora. Cuando las cartas se ponen boca arriba, la resolución del tinglado es más previsible que una nota de Maniac a una película de Dario Argento, eso sí.

Pero en fin, está bien.

Ha pasado mucho tiempo, más de 75 años, y la verdad es que se le nota. Mantiene el tipo como para considerarla una película notable pero se aprecia cierta rigidez y afectación, Digamos que resulta algo afectada y artificial.
El Director no para de hacer florituras de todo tipo, con los distintos planos, enfoques, la iluminación, el contraluz, la perspectiva, la composición, etc . No hay nada vulgar en cómo filma y en cómo narra la historia. Quizá con algo de prisa.
La Historia es la que es y se ve venir desde el principio, Por mucho que intenta engañarnos y escondernos el As, no lo consigue. En su época seguro que lo consiguió.
Los actores están bien, algunos mejor que otros. Pero a todos se les nota una actuación afectada; poco natural. Era lo que se llevaba en aquellos tiempos.