El patrón, radiografía de un crimen

Me ha encantado. ¿Qué por qué? Pues porque sé lo que siente ese asesino, sé lo que piensa, y comprendo por qué hizo lo que hizo, aunque sea algo que no puedes aceptar.

Me ha tocado, a lo largo de mi vida, conocer el trabajo de un carnicero desde la recamara, desde la heladera, como llaman ellos, con un patrón usurero, que compra carne ya podrida, por vieja, y la saca a flote a base de malísimas prácticas, con cloruro sódico y otras sustancias químicas que esconden el olor y el color de la carne, también el sabor, con un carnicero aventajado (no el protagonista), , muy buen profesional, que enseña a los demás, y en este caso, a este pobre hombre, el asesino, y un dueño, el patrón, de hasta 8 carnecerías, todas con el mismo sello de producto barato y viejo, se supone, y ostensibles irregularidades en sus negocios a nivel administrativo y que lo maltrata, a él y a su mujer, económicamente y también en el plano personal que lo degrada hasta límites insospechados y se aprovecha de su ignorancia y carencia de maldad.

Como decía, yo he conocido esa forma de trabajar, en la carne con esos mejunjes, y el pescado con ácido bórico para esclarecer la cabeza de los langostinos y gambas. La película la estoy contando, como si fuera un spoiler, pero es que desde el principio se enseña todo esto, y se centra más en la trama de lo que supone para el analfabeto, poco carismático y muy bonachón carnicero desde que es encarcelado hasta la celebración de su juicio.

Me gusta el cine argentino, me gusta mucho y aquí nos cuenta una historia de las de verdad, de las de la calle de cualquier barrio pobre, bien contada y bien lograda. Este cine de la calle, de las cosas del día a día me conmueve y me enamora. Le doy un 8 porque el papel de los 4 actores principales, el detestable y usurero patrón (Luis Ziembrowski), el tierno, ingenuo buen trabajado y marido y carnicero (Joaquín Furriel), el carnicero profesional, y buen profesor de esas malas prácticas (Germán de Siva) y la mujer (Mónica Laurana), clavan el papel, cada uno en su cada una. El abogado defensor (Guillermo Pfening), interviene menos y no resulta tan relevante su papel que agranda su labor al final de la película. Recomendable por completo esta película

Vaz Ferreira decía algo así: <<Tratar situaciones desiguales en forna igual, contribuye a aumentar la desigualdad>>
Es decir, ¿la venda en los ojos de la Justicia, no tiende a favorecer a la oligarquía? ¿Es igual el homicidio que puede cometer un ilustrado, contra el homicidio que puede cometer un leguleyo?
Yo creo que no.
Los humanos somos básicamente animales, sin una educación, enseñanza de buenos valores y una socialización adecuada, reaccionamos por instinto, y en los animales existe matar para sobrevivir o imponerse, no sienten culpa por ello.

Argentina, el país del horror. Todo para ser una nación floreciente, y la "viveza criolla" que trae el Infierno a la tierra.
Desde Villas miseria infrahumanas, a modelos preocupadas por la protección animal, desde famosos frívolos, a niños desnutridos, desde un Presidente populista, fascista y filo nazi a astiz y el execrable asesinato de las monjas francesas, de una presidente llamada María Estela pero a la que llamaban Isabel ¿?, a el temible "sálvese quien pueda".....
Este tipo de películas, son tan geniales en el mensaje que dan, en el bien que hacen, que al menos yo, descarto calificarlas técnicamente.
Lamentablemente en muchos países pobres, las mujeres no controlan sus embarazosos, en muchos casos los bebes nacen con graves secuelas, ¿existe algo mas injusto que eso?

¿Que opción le deja la sociedad en muchos países pobres, a los mestizos, negros, personas sin educación?

Interesante film que ahonda en la vida de un campesino y su esposa llegado a Buenos Aires, quien comienza a trabajar en una carnicería en donde sufre todo tipo de abusos por parte de su patrón. Allí veremos todas las manipulaciones que realiza su jefe no solo con el sino con la carne que vende (podría decir que demasiado exagerado en algunos casos) intentando estafar a sus clientes vendiéndole carne en mal estado y usando a esta persona como instrumento para su engaño. Hay una buena actuación de Joaquín Furriel y más allá de lo previsible de su guion la película cumple con su propósito de entretener y de hacernos ver algo que no es nuevo pero que ocurre a diario como es la explotación humana en sus distintas formas.

Muy buena película que logra retratar fielmente una triste realidad.
Con algunas tomas muy fuertes que te hacen pensar mas de una vez donde vas a comprar las próximas milanesas.
Lo mas destacable son las buenas actuaciones de los protagonistas, en especial la de Furriel quien demuestra una vez mas que es un excelente actor.

El patrón: radiografía de un crimen

Digamos que Sebastián Schindler es un guionista y director de cine argentino que a mi entender debería, a estas alturas de su carrera, haber obtenido fuera de las fronteras de su país mucho más reconocimiento del que actualmente disfruta. Porque Schindler es un cineasta de los pies a la cabeza. Sus guiones y películas poseen emoción, fuerza, profundidad y muestran un perfecto conocimiento de todos y cada uno de los resortes que componen esta milagrosa ensoñación que es el cine. Además, en cada una de sus realizaciones, al margen de la principal línea argumental, subyace un trasfondo de valiente denuncia sobre la corrupción política, judicial y administrativa así como la desigualdad, abuso y violencia que se ejerce contra las capas más desfavorecidas e indefensas de la sociedad argentina, aisladas en una suerte de humillante olvido.
En mi opinión, tres películas vertebran la obra del director bonaerense: “El hijo” (2019), “Crímenes de familia” (2020), reseñada aquí por este cronista, y “El Patrón: radiografía de un crimen”, su ópera prima estrenada en 2014 y que acabo de ver en un permanente estado de consternación. Y en mayor medida cuando sabes que los hechos que nos cuenta Schindler no pertenecen al mundo de la ficción, sino a una realidad que se reproduce con aterradora frecuencia en el país sudamericano.
Estremece la sórdida puesta en escena concebida como una obra teatral tan frugal como lacónica. Schindler libera el guion de todo ramaje superfluo y enfoca la mirada en el hueso de la carne que con tanta precisión saja Hermógenes Saldivar con sus afiladas armas de carnicero.
La explotación es elevada aquí a un grado de abyecta esclavitud en la persona de Hermógenes, víctima de la codicia de un hombre en el que se desvanecen los rasgos más elementables que distinguen a un ser humano de una sanguinaria alimaña.
El actor Joaquín Furriel -transformado aquí en un inocente y desamparado analfabeto emigrante del campo a la ciudad de Buenos Aires-, da vida a Hermógenes para culminar una brillante actuación que requiere de una escrupulosa contención y del difícil equilibrio de la sobriedad.
No resulta fácil, mis improbables lectores, soportar impasible los 100 minutos de siniestra oscuridad que Schindler nos muestra en la pantalla y que en muchas sociedades resultan tan cotidianas que la realidad parece empeñada en devolvernos a las páginas más lóbregas de la historia de la humanidad.

Emilio Castelló Barreneche