Al calor de la noche

Clásico filme policial cargado de claras referencias contra el racismo, donde Sidney Poitier brilla con luz propia, junto a un excelente Rod Steiger, en el papel de un recto y disciplinado inspector de policía, que ha de resolver un misterioso asesinato en un pequeño pueblo sureño.
Junto a ambos intérpretes, el malogrado Warren Oates, (Grupo salvaje, El día de los tramposos), realiza un excelente papel como el perverso ayudante de Steiger.
Para pasar un buen rato viendo buen cine.

De lo mejor que se ha visto en dramas denuncia del racismo, es escenario criminal esta cinta nos recuerda a "Sed de Mal" de Welles, trasladada a la confrontación racial del viejo Mississipí trocando al mejicano por afroamericano.

Aun así, aporta cosas nuevas y destaca enormemente la aportación de Sidney Poitier, frío, profesional. Un aunténtico tipo duro que sabe mantener los nervios en la situación más adversa posible. Hay que verla.

En el calor de la noche es una película que retrata perfectamente lo que era el racismo en el sur de los Estados Unidos en los años sesenta. En un pueblo de Mississippi se produce un asesinato y el primer sospechoso es un hombre negro que está esperando el tren, después de ser detenido descubren que en realidad es policía y a pesar de las reticencias de la mayoría les ayudará a descubrir al asesino. La película es una dura crítica a la intolerancia, el racismo y la xenofobia, comparte con “La jauría humana” la visión que se da de los pueblos de la América profunda. A destacar la gran actuación de los dos protagonistas, bién Sidney Potier y sobre todo Rod steiger que ganó el Oscar merecidamente. En resumen película que no ha envejecido mal y merece ser vista.

El mismo año en que Stanley Kramer dirigió “Adivina quién viene esta noche”, entre otros con Sidney Poitier compartiendo un reparto de lujo (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/420852.html), pues bien, en ese 1967 el canadiense Norman Jewison, con una realización impecable, dirige de nuevo al gran Sidney Poitier en un policial sureño que aborda de pleno –otra vez más- el tema del racismo; conseguiría el Oscar al mejor film.

Con un emocionante e intenso guión de Stirling Silliphant, adaptación de la novela de título homónimo de John Ball (“In the Heat of the Night”), el film es un thriller donde el protagonista es un policía negro de Filadelofia, Virgil Tibbs (Sidney Poitier, genial e inteligente), que llega a un pueblo de Misisipi para investigar un crimen descubierto por un policía (Warren Oates, un actor de carácter), siendo confundido a su llegada e interrogado con inusual ímpetu por el jefe de la policía local, Billl Gillespie (Rod Steiger, rudo en un papel de rudo).

Recuerdo esta película en mi primera adolescencia como una mezcla de dureza y sexo, que de todo hay un poco-bastante. Y la injusticia del racismo sureño yanqui que no puede asimilar que un hombre de color sea un prestigioso policía especialista en homicidios.

Además de película de crímenes y policías, el film es un drama en toda regla, un drama criminal que por cierto fue multipremiado, 5 Oscar y 3 Globos de Oro, entre otros, con un Poitier inconmensurable y pletórico en su rol y un Rod Steiger que se sale de tan bien como encarna al brutal y prejuicioso policía del pueblo, papel que parece hecho a su medida y por el cual consiguió un Oscar. O sea, un tipo sereno, profesional y muy perspicaz (Poitier), frente a un iracundo y violento Steiger que no tolera que el negro sea mucho más inteligente que él en la investigación del asesinato misterioso e intrigante que se ha producido.

A la estupenda música de Quincy Jones (excelente la secuencia inicial, con el tren llegando a la estación de noche, mientras suena la canción de Jones que da título a la película) y la magnífica fotografía de Haskell Wexler con unos planos innovadores, se le une una ambientación y puesta en escena perfectas, que refleja la sordidez de esos pueblos americanos profundos donde unos pocos que ostentan el poder de la ley, se imponen a una mayoría de gente atemorizada a la vez que conniventes con la mentalidad facinerosa del Sheriff y su equipo.

Película, en fin, que encierra una potente y dura diatriba social que nos pone delante de los ojos el racismo en toda su magnitud. Intriga bien dosificada. Insinuaciones sexuales en la mujer que se desnuda tras la ventana en una ‘calurosa’ noche. Diálogos de gran nivel. Grandes actuaciones bien desarrolladas en ese ‘tource de force’ de los dos potentes personajes enfrentados, el pulcro y sagaz Tibbs y el rechoncho, obstinado y tirano Gillespie, con unos Poitier y Steiger muy entonados dentro de un guión sólido para una película asfixiante.

Esta película tuvo el mérito de dar a conocer al mundo el grave problema de racismo que existía y sigue existiendo en algunas zonas de la autoproclamada "tierra de la libertad".
Hay films que han retratado esto con más crudeza y contundencia, como "Arde Mississippi", pero eso no le quita puntos.
Poitier era uno de los más famosos actores de color del momento, y hace aquí uno de sus papeles más recordados. Por ejemplo, el momento en el que se da a conocer en la comisaria es absolutamente magistral.
La investigación policial es interesante. Vista la película décadas después puede que parezca que no es para echar cohetes, pero el crimen en realidad es una excusa para hablar del racismo, que es lo que verdaderamente importa aquí. Esto no creo que fuera muy conocido en su momento, cuando por desgracia es algo que, aun sin esclavitud, ha estado presente en todo el siglo XX y yo diría que del XXI.
Solo por remover un poco la conciencia en este sentido, ya es una película que merece todo mi respeto.