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La sombra de la ley

Thriller. Drama Año 1921. España vive un momento agitado y caótico: son los años del plomo, fruto de los violentos enfrentamientos callejeros entre matones y anarquistas. El gansterismo y los negocios ilegales están instalados en la sociedad. En esta situación de disturbios, Aníbal Uriarte es un policía enviado a Barcelona para colaborar en la detención de los culpables del robo a un tren militar. Aníbal y sus formas no encuentran mucho apoyo entre sus ... [+]
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2018
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que una película guste no tiene que estar, solo, bien hecha. Eso es algo que se supone que los implicados en ella se ocuparon en que así fuese. Pero una película debe mantener la atención del público; da igual si la trama es liosa o no. La atención y el interés en ella debe mantenerse. Sin embargo, eso no pasa en esta La sombra de la ley. Da igual todas las referencias cinéfilas que uno se pueda encontrar; desde Elliot Ness hasta Pulp Ficción, pasando por Uno de los nuestros. El cine gansteril está ahí metido y podría ser divertido buscar esas referencias, pero ni para eso sirve si lo que cuenta y como lo cuenta te produce el menor interés.

Ni siquiera la presencia de Luis Tosar hace que la película levante el vuelo. Es más, es quizás de lo peor. Mención aparte cuando se pone a pegar patadas y porrazos como si de un Chuck Norris de los años 20 se tratase.

Me interesan más ese equipo de polis extremadamente correctos, con unos estupendos Vicente Romero y Ernesto Alterio. Estupendos hasta que sus personajes se convierten en parodias de si mismos, que esa es otra; pero por lo menos consiguen que haya una emoción. En este caso, el desprecio ante semejantes individuos.

La película toca infinidad de temas sin profundizar en ninguno: las huelgas sindicales, la explotación laboral, el cine pornográfico, los puticlubs donde se juntaba la creme de la creme de la ciudad, el feminismo, la sombra de un golpe de estado. Incluso sacan la construcción de La Sagrada Familia para que se vean los medios. Todo para que al final solo sea una película de malos contra buenos.
jesus
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24 de octubre de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dani de la Torre dirige una producción con todo lujo de detalles. La recreación de la época es impresionante en todos los sentidos. Se ha invertido mucho esfuerzo y dinero en la España de 1921 y, desde luego, es lo mejor de la película. En cuanto a guion no está mal, pero es algo plana y sus personajes no son demasiado carismáticos. Y eso, con Luis Tosar en escena, es ciertamente difícil. Él interpreta a Aníbal Uriarte, un policía que se desplaza de Madrid a Barcelona para dar con aquellos que han robado un tren. Todo indica que son los anarquistas, por lo que su grupo de búsqueda deberá dar con ellos.

Vicente Romero y Ernesto Alterio forman parte de ese equipo. La corrupción se ha apoderado de ellos, se mueven en las sombras y sus métodos son de todo menos correctos. El personaje de Ernesto Alterio es, quizás, el que más matices e impresión deja en el espectador; un personaje soez, a la antigua, sin remordimientos, bien por Alterio. Michelle Jenner encabeza la lucha femenina por los derechos, y verá cómo la situación se complica hasta tal punto que su padre (Paco Tous), cabeza visible de la lucha trabajadora, verá puesta su vida en peligro. Mientras el equipo de policías busca a los ladrones y los trabajadores luchan por sus derechos, encontramos en el epicentro a un empresario de dudosa reputación que ansía subir a lo más alto de la sociedad barcelonesa (Manolo Solo). Él lo sabe todo, y utilizará su influencia cuando le convenga.

En definitiva, LA SOMBRA DE LA LEY cuenta con una producción asombrosa. La España de 1921 nunca ha lucido mejor. Los planos son interesantes, la fotografía y el detalle general de los emplazamientos y objetos de época. Sin embargo, el carisma de sus personajes y el guion no son para tirar cohetes. En todo caso, recrea a la perfección los problemas sociales de una época tan turbulenta como los años posteriores demostraron ser. Un placer visual que recuerda, de lejos, a película de mafia americana. No os la perdáis.
XuCoOo
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14 de octubre de 2018
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia frenética, donde abundan personajes sin escrúpulos y matones de todo tipo, en una época donde Barcelona ardía socialmente. Sin entrar a ver posibles remedos de otros filmes históricos, que los hay, sí puedo decir que el reparto es extraordinario, tanto en su planteamiento protagonista, como los secundarios. Tosar está inmenso, como nos tiene acostumbrados, Jenner sigue siendo una musa con una expresividad de alto nivel y para mi, el personaje que hace que la historia fluya está interpretado por Vicente Romero. En resumen, una excelente producción propia de otras latitudes y un reparto genial.
URSO
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9 de enero de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viejo debate de la crítica es aquel que discute sobre si se debe valorar una película en función de su adecuación a una serie de apriorismos que sus autores asumen, es decir, en lenguaje llano, si consigue lo que pretende. Es este un debate extraordinariamente falaz, en primer lugar porque es imposible saber qué pretenden los autores de un filme. En segundo lugar, porque esa pretensión también podría y debería ser sometida a crítica.

Viene esto al caso de La sombra de la ley, el nuevo artificio pirotécnico del aparato espectacular de la máquina de fagocitar subvenciones públicas, las televisiones españolas haciendo cine. En esta película, Dani de la Torre despliega todo su potencial de imitación de los prestigiosos blockbusters histórico-políticos de Hollywood, y en ese sentido, como imitación, no imita mal del todo. En efecto, los mismos planos enfáticos en rostros de actores muy concentrados en actuar, la misma parafernalia de producción excesiva fagocitando los planos, similares movimientos mareantes de cámara puramente gratuitos, una música ahogando cada segundo de vacío que pudiera quedar entre tanto hartazgo…, lo de siempre, solvencia tecnológica al servicio del vacío estético.

Por supuesto, no es un problema de género, y mucho menos de la cansina oposición de cine de género contra cine de autor. Uno puede aproximarse a espectáculos genéricos, incluso cargados con la misma intención sistémica y los mismos problemas ideológicos contenidos en La sombra de la ley, y encontrar un profundo sentido de lo estético dentro de su intento de funcionar como espectáculo. Pero la distancia entre cualquier ejemplo de James Gray, digamos We Own the Night (La noche es nuestra, 2007), y lo que nos ofrece Dani de la Torre es demasiada.

¿Qué hace, entonces, Dani de la Torre? Pues algo muy simple. Se trata de tomar unos hechos históricos genéricos, expurgar de ellos cualquier tipo de contenido incómodo, adaptarlos a temas de moda de la época y, sobre esa base, desarrollar una historia de amor a golpe de thriller político. Dirá el lector: ¿Otra vez? Pues sí, otra vez, Dani de la Torre vuelve a intentar la misma historia de siempre para regocijo de los mismos de siempre, mientras le pega un tiro al recuerdo del anarcosindicalismo catalán, seguramente, el movimiento más digno y avanzado de la historia social de la época contemporánea.

Reducidos los hechos a la anécdota perfectamente manejable, en los términos de cualquier serial de sobremesa, de la Torre procede a extender durante más de dos horas una historia que no da para más. Comparar esto con la magnífica contención narrativa y la capacidad de evocación de las elipsis de ese otro filme que se puede ver en estos momentos en las mismas salas, Cold War (2018), es ver con claridad la distancia entre el cine profundo y el espectáculo más banal y superficial.

Pero al menos, visualmente, será un filme impresionante y técnicamente estará muy bien resuelto, puede intentar pensar como última opción el lector más optimista. Pero el problema es que no. Dani de la Torre pone en marcha toda la serie de movimientos de cámara que aprendió en la escuela de cine, pero olvidó justificar su uso y vincularlos con algo más que sus ganas de mover la cámara. Por supuesto, tira también de toda la capacidad de hacer grandes enfoques en profundidad y no olvida los trucos de posproducción, pero elabora imágenes vacías de sentido y de contenido, intercambiables, sin función narrativa ni expresiva.

El gran problema es que La sombra de la ley no cumple ni como entretenimiento ni como espectáculo. Es más, ya puestos, este crítico no entiende por qué, como espectáculo y como entretenimiento, no es infinitamente más destacable cualquier partido del Liverpool con su grandiosa máquina de divertirnos a todos: Salah, Mané, Firmino. Y Shaqiri, claro, Shaqiri.
souldecember
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22 de octubre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filme muy entretenido, dónde se pone de manifiesto que también el cine español puede hacer una película de gangsters. Cuenta con un reparto de muchísima calidad encabezado por el siempre maravilloso Luis Tosar que luce como nadie la gabardina y el sombrero, arropado por unos secundarios de lujo, donde destacan las interpretaciones de Ernesto Alterio y Manolo Solo. La historia contiene pinceladas políticas, corrupción, sindicalismo, pero sobre todo y para disfrute de los amantes de este género, pistolas, tiros y sombreros, Por cierto, ¿todo el mundo fumaba en aquellos años?.
Jose Ojeda Gutiérrez
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