Perdón por molestarlo

Como primer largometraje de Boots Riley me ha recordado otros comienzos de directores con películas de bajo presupuesto y mucha imaginación.
El guion es un poco aturullado y plantea más temas de los necesarios y destaca en estos tiempos en los que el guion de la mayoría de las películas cabe en un papel de fumar. Pero es error de debutante tanto en literatura como en cine.
Ayuda un reparto competente con caras famosas. La de Danny Glover en particular porque parece que siempre va a ser recordado por participar en este tipo de películas locas.
Salvo algún efecto cómico relacionado con el color de la piel y el tono de voz asociado, o cuando le piden rapear y lo hace al ritmo de "niggi shit" (negro de m...) no es una película "de negros para negros" como "El lobo de Wall Street" no era una película de blancos para blancos. También hay un guiño a ella.
El final no me ha gustado pero es de los pocos peros a una película que pide que se siga a su director.

Otra "peli de negros", donde uno de ellos, para ascender en la empresa de telemárketing, tiene que poner voz de blanco. Que dicho sea de paso, es una voz chillona y ridícula (el actor de doblaje de Fry de Futurama).

La película pretende ser una crítica social. No sólo se ponen en huelga los trabajadores del call center, que cobran una miseria, si no que además hay una multinacional que ofrece un contrato de trabajo de por vida a cambio de la manutención y el alojamiento en una celda de una cárcel. Son los llamados "esclavos". Mientras tanto, los puestos más altos ganan auténticas fortunas haciendo negocios con temas turbios como la venta de armas.

No me ha parecido divertida, y la carga social está tan exagerada que no pasa de parodia.

Es un tanto complicado analizar y desgranar virtudes y defectos de películas tan extravagantes como la que nos ocupa. Lo mejor en este como en otros casos es comentar las sensaciones que produce todo en su conjunto, sin meterse mucho en interpretaciones detalladas y abiertas a cualquier tipo de opinión.

El debutante Boots Riley quiere llamar la atención, tirando de humor surrealista y conspiranoico, sobre los métodos de trabajo y valores cuasi esclavistas de las grandes corporaciones, y lo hace a través de un tipo (Lakeith Stanfield) que no se siente a gusto con su vida ni con su trabajo. Pero cuando le dan la oportunidad que estaba esperando, lo hace a costa de venderlo todo: sus valores, sus amigos, su relación con su novia (Tessa Thompson)… y hasta su voz.

Como comedia que es funciona bien, pero tiene más empaque el mensaje de que vivimos en una falsa libertad, donde el éxito se circunscribe sólo para los que han podido subir los más altos escalafones a base de dejar un reguero de víctimas por el camino. Para el resto de los mortales que trabajan de forma miserable pero con su honor intacto, no se permite la entrada al jardín de las delicias.

Riley le da a su ópera prima un tono satírico que combina con toques fantásticos, creando un original conglomerado de ritmo frenético y la suficiente mala leche como para meterse incluso con el “live art” o con las modas virales. Ningún fotograma escapa a la crítica más burlesca en un guion escrito por el mismo Riley.

Cabe mencionar al siempre genial Danny Glover en un papelillo casi anecdótico.

Entretenida, se deja ver, pero pierde puntos en su parte final. Actuaciones correctas. Es simpática pero previsible, y algo caótica en su segunda parte. No se me ocurre nada más que decir, salvo que es una trochería bien dirigida pero con un guión algo flojo. Ni fu ni fa. En definitiva, una comedia algo floja a la que le falta algo más de chispa. Recomendable pero sin esperar nada excepcional.

Fiera, rabiosa y originalísima sátira que filtra toda su apasionada indignación a través de un humor extravagante y su personal estilo, lo que tal vez le habría ido bien a Spike Lee en su maniqueista y decepcionante "BlacKkKlansman".
Boots Riley hace destacar su película por medio de una creatividad tan ridícula en apariencia como inteligente en el fondo, proponiendo una ambiciosa bofetada que no hace prisioneros y que sorprende por la complejidad de los hematomas resultantes.
Sin embargo su rebeldía es un arma de doble filo y la copiosa cantidad de ideas funciona sobre todo por acumulación.
Todo lo que le falta de solidez general lo compensa con creatividad y atrevimiento, pero es probable que esta arremetida hubiera funcionado mejor a través de una estrategia más precisa y planificada.