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La última caza

Western Historia de cazadores de búfalos ambientada en las praderas del noroeste de los Estados Unidos a comienzos de 1880. Sandy McKenzie está cansado de cazar búfalos; en cambio, Charlie Gilson, disfruta tanto matando búfalos como indios. A pesar de sus diferencias, siguen cazando juntos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y bien, pues grata sorpresa la que me he llevado con este más que estimable western de marcado carácter ecologista, pro-animal y de respeto por la figura del indio americano, de esos que empezaron a marcar el género en los 60, cuando John Wayne se vio obligado a dejar de cabalgar a lomos de un caballo. Muy buen trabajo de Richard Brooks a los mandos y fantásticas actuaciones de Stewart Granger (a destacar una pelea de bar en la que recibe hostias sin perder el puro de entre los dientes) y, especialmente, Robert Taylor, que ejecuta uno de los mejores papeles que le recuerdo. Y alguna líneas de diálogo son puro cine negro, con esa socarronería característica.
Un western especial, sin duda. He pasado un gran rato.
Peter Gabriel 77
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23 de octubre de 2020
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer, por lo que he leído por ahí, ésta es una película de las consideradas malditas.
Fue, en su día, un sonoro fracaso de taquilla. El público americano no estaba todavía preparado para enfrentarse a su historia y Brooks no se corta un pelo en desmontar ciertos mitos y denunciar la verdadera masacre que se realizó en suelo americano y que no tiene nada de heroico. El exterminio sistemático de las enormes manadas de bisontes y, con ello, el sustento y la forma de vida de las poblaciones indígenas.

Brooks, un director nada complaciente, franco, honesto y muy interesado en los claroscuros de los personajes, recordemos que es el director de títulos como " A sangre fría", " La gata sobre el tejado de zinc", " Semilla de maldad", " El fuego y la palabra"...., toma en esta ocasión una novela de Milton Lott de tintes ecologistas para crear un notable western psicológico con figuras de antihéroes como protagonistas.

Me parece conveniente avisar al espectador actual, muy concienciado con el maltrato animal, lo que la cinta nos revela desde su cartel anunciador.
" En 1855 las praderas americanas estaban pobladas de enormes manadas de bisontes. Se calculaba que debía haber millones de cabezas. Tan sólo treinta años más tarde, en 1885, la población del bisonte se reducía a unas tres mil".
La cinta agradece al gobierno el permiso recibido para poder rodar la criba controlada que éste realizaba anualmente en las poblaciones de bisontes, donde las escenas rodadas son imágenes reales de expertos cazadores del gobierno abatiendo a los animales ya viejos. Lo que se va a ver pues, puede hacer revolverse incómodo a más de uno.

Dicho esto, nos vamos a la historia. Robert Taylor, licenciado de guerra, decide dedicarse al lucrativo negocio de la caza del bisonte. Para ello, se asocia con Stewart Granger, antiguo experto cazador, al que una mala racha en su vida, le hace retomar su antiguo oficio del que está hastiado. Un viejo desollador cojo y un joven mestizo que trata de integrarse en un mundo de blancos, completan el equipo de cazadores.

No he leído la novela y, por lo tanto, no tengo ni idea de cuánto se le debe al autor de ella o al guionista, el propio Brooks. Sólo sé que me parece una excelente reflexión, con unos portentosos diálogos realmente destacables, del instinto depredador del hombre y la sed de poder que le ataca, donde matar por el placer de matar, está excelentemente escenificado en la figura de Robert Taylor, racista, machista, personaje psicopático que, para mí, hace una interpretación memorable. ( spoiler).
Pero es que el retrato de Stewart Granger, en mi opinión, no se queda atrás. Al parecer, es el bueno de la peli. Comparado con Taylor por supuesto. Un hombre que ha cazado toda su vida y no sabe hacer otra cosa. Empieza a cuestionarse muy tarde, su implicación y participación en el derrumbamiento de una nación y un modo de vida y empieza a asquearse de sí mismo. El detonante del conflicto lo causará una india cautiva ( Debra Paget, muy hermosa pero de actuación mediocre), en manos de Taylor y de la que Granger se enamorará.
El espectador no va a sentirse cómodo al ver este film. Odiará a Taylor como figura extrema pero, además, tampoco va a simpatizar con la representación del supuesto bueno, nuestra conciencia, por su complicidad pasiva y su tardío despertar.
Seres que odian o seres débiles. Este es el retrato que hace Brooks de la sociedad americana y no es de extrañar que fuera un fracaso de taquilla en su tiempo. Pero a mí me parece que ver hoy esta cinta tiene muchísimas cualidades que el espectador actual va a poder apreciar.
No he mencionado las abundantes escenas de interés que contiene así como la buena fotografía del film. Creo que es un muy interesante western. Merece la pena descubrirlo.
! Ah, y para curiosos!. ¿ Qué cogió Kubrick de esta peli para su " El resplandor"?.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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9 de diciembre de 2021
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una auténtico resplandor es lo que sufre en su cerebro Robert Taylor que por eso se le ponen los ojos transparentes cuando empieza a matar bisontes. Un ansioso. Es lógico rechazar de plano secuencias de la películas pero no por eso hay que decir que la película es mala, al revés. Uno logra sentir repulsión ante el espectáculo de tiros y piensa con asco en los responsables de tantas matanzas, esos colonos asquerosos, cerriles y fanáticos religiosos que llegaron de Inglaterra. Respecto a la polémica de si era bisontes o búfalos los animales que habitaban aquellas tierras, sin problemas, ni bisontes ni búfalos, ¡Reses!

La historia conmueve y te enseña parte de su relación y apego con la tierra y los animales de los pueblos que allí vivían. Mientras, se sucede una transformación en la conciencia de uno de los cazadores por la que el espectador sentirá un alivio, y esa transformación es causada por la india (Debra Paget) que tocará las fibras sensibles de los dos cazadores de diferentes maneras.

Con este planteamiento se puede afirmar que la película es buena y está muy bien hecha. Los tiros no sé si serán reales pero las matanzas de las reses tienen todo el aire de ser auténticas. Si fueron reales serían abatidos los ejemplares viejos o enfermos para mantenimiento de la manada y agregadas las imágenes a la película. Como uno de los casos que se ve. Los espectadores sensibles lo rechazarán de plano pero la película consigue que te impliques emocionalmente lo que le da un valor diferente. Un tema espinoso tratado con crudeza y realismo. Una película para apuntarse si te gusta el género y lo dicho.
floïd blue
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19 de septiembre de 2007
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las praderas americanas se desarrolla esta historia, en muchas ocasiones desgarradora pero así simplemente fue la historia de la devastación del búfalo americano y con ella toda una cultura india que dependía de ellos para su alimentación y su cultura misma. La intolerancia del Europea y su ambición y enceguecimiento por apoderarse de todo lo que estuviera a su alcance, representado en el personaje de Charlie Wilson, interpretado magistralmente por Robert Taylor y en general muy buenas actuaciones de todos los personajes, excelentes tomas de los búfalos en sus estampidas con muy buena fotografía. Una civilización cimentada en los cadáveres de búfalos e indios, que a la vez eran uno solo.
Juan_Diego_GP
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19 de noviembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los volúmenes 7-990 de la Oficina de Censos de los EE.UU., se encuentra un reporte de los indios (indígenas) existentes en los diferentes Estados de la nación, entre 1789 y 1890. Según el reporte de 1789, en el territorio se encontraron 76.000 nativos indios. En 1822, en EE.UU. ya habían 471.417 indígenas (el notable aumento se debe al haber anexado el extenso territorio de Texas). En 1860, quedaban 339.421; y en 1890, la cifra de indígenas se redujo a 248.253. Esto significa que si comparamos las cifras de 1822 y 1890, en menos de 7 décadas, casi la mitad de los nativos habían fallecido… ¡o habían sido eliminados!

Desde cuando comenzaron las llamadas Guerras Indias (conflictos entre el gobierno de los EE.UU., el gobierno de Canadá y los nativos blancos contra las tribus indígenas, de cuyo territorio y riquezas querían apropiarse), hasta finalmente someter a los diferentes pueblos nativos y obligarlos a permanecer en territorios minúsculos (reservas), todas se resolvieron a sangre y fuego… o exterminando a los búfalos, animales sagrados para los indios, pues -como se oirá contar en la película-, de ellos obtenían la carne para su alimentación, sus mantas para el invierno, la piel curtida para su ropa y para sus canoas, sus escudos de guerra… y hasta la piel con la que hacían sus mocasines.

Lo realizado por el director, Richard Brooks, es un filme impactante que, por razones más que obvias, en EE.UU. no obtuvo la acogida de público que se merecía, pero, por suerte, hoy podemos verlo con otros ojos, otra sensibilidad y otra comprensión de la historia que nos permite valorarla como se merece. Brooks, se adelantó a su tiempo, y en el guion escrito por él mismo -basado en la novela homónima que, Milton Lott, publicara en 1954-, dará cuenta de la amoralidad y la falta de principios de gran parte de esa sociedad a la que él deja claramente representada con su personaje, Charlie Gilson, rol para el que eligiera -muy calculadamente- a Robert Taylor, el ultraderechista actor sobre el que pesaba su deplorable intervención como, “testigo amistoso”, frente al Comité de Actividades Antiestadounidenses, en octubre de 1947.

Como su opuesto “amigo” -Sandy McKenzie-, el director eligió al inglés, Stewart Granger, no obstante que éste no lo veía con demasiada simpatía desde que, Brooks, se casó con su exesposa, Jean Simmons; y como la joven india, se había elegido a Anne Bancroft, pero, ésta se accidentó durante el rodaje, y en su reemplazo se llamó a Debra Paget (a quien se recordaba por su papel de indígena en, “Broken Arrow” (Delmer Daves, 1950). Empero, como reconocimiento, Brooks conservó un plano de la Bancroft en la escena en que, la joven india, desciende la falda de la montaña para encontrarse con McKenzie.

<<LA ÚLTIMA CAZA>>, es uno de esos westerns que, hoy día, se merecen un lugar entre los filmes ecológicos.

P.D. La matanza de búfalos fue auténtica, pero, las balas salían de la escopeta de un tirador profesional del ejército, en un plan programado por el gobierno para reducir el número de ejemplares.

Título para Latinoamérica: <<LA ÚLTIMA CACERÍA>>
Luis Guillermo Cardona
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