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Cliente muerto no paga

Comedia. Cine negro. Intriga Rigby Reardon es el mejor de los sabuesos. Es un tipo duro, dispuesto a investigar lo que sea. Juliet Forrest lo contrata para que investigue la misteriosa muerte de su padre, un célebre científico, filántropo y fabricante de quesos. Reardon enseguida huele algo sospechoso, y sigue un intrincado laberinto de pistas que le llevan a las “Carlotta Lists”. Contando con la ayuda de algunos colegas, intentará atrapar a los culpables. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su día, ocurrente cinta dentro del genuino género negro, pero tomada a broma con gags visuales y verbales que la convierten en pura comedia.
Fue un comentado éxito crítico y comercial, pasando desde ese momento a considerarse como película de culto, algo que vista hoy en día parece excesivo, aunque su visión sea agradable.
Se trata de una cinta amena y simpática, que tiene buenos momentos, sobre todo a cargo de Steve Martin y Rachel Ward, aquí guapísima y chistosa, con números que hacen reír, como cada vez que le saca una bala del brazo con la boca o cuando se dan golpes entre ellos (la tapa del cubo de basura).
Sin embargo, el verdadero encanto estuvo en los numerosos insertos de films de género negro clásicos a lo largo del metraje. De repente sale Humphrey Bogart, Ava Gardner, Barbara Stanwyck, Bette Davis, Joan Crawford, Edgard Arnold, Lana Turner, Alan Ladd, Charles Laughton, Vincent Price, Burt Lancaster… Y todo ello perfectamente encajado en la trama principal.
Esta es una labor, no cabe duda, estimable en cuanto a imaginación y montaje, pero, repito, vista hoy en día, más parece una broma muy bien hecha.
Exquisita fotografía de Laszlo Kovacs en blanco y negro, conseguidas interpretaciones y un guión jocoso que no pierde la cara en ningún momento a la verdadera esencia del "film noir".
Lo cierto es que se ve con una sonrisa en la boca, aunque haya perdido mucho de su leyenda.
Ignacio Larrea
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8 de agosto de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dead Men Don't Wear Plaid es una parodia al cine negro perfectamente elaborada. Lejos de ridiculizar al género fue hecha como un peculiar y original tributo.

Cuando parecía que las bromas absurdas estaban saliendo de control, la aparición de íconos del género –Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Kirk Douglas, Bette Davis, Lana Turner, Cary Grant, por citar algunos– hizo que el público recupere el interés y siga con atención cada escena.

Los diálogos hilarantes de principio a fin nos dejaron algunas citas para recordar: “Las armas no matan, el amor sí”. Por otro lado, la voz en off y la fotografía en blanco y negro le dieron ese aire de cine de los años 50 y 60, entrañable e inolvidable.

Una bella mujer (Rachel Ward) aparece en la oficina del detective Rigby (Steve Martin), indicándole que su padre murió misteriosamente y hay algo turbio detrás de aquel supuesto accidente. Todas las pistas lo conducirán a Carlotta, un destino impensado.
La Mente Maestra
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7 de diciembre de 2008
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trama chorra, algunos chistes fáciles, Steve Martin, cameos de las más famosas estrellas del Hollywood de antaño, buena ambientación y BSO...

Se deja ver.
metabaron
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8 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cliente muerto no paga (1982) es una película del multidisciplinar realizador Carl Reiner: actor, director, guionista, productor y cómico, natural del Bronx donde nació en 1922. Llegado a la veintena actuó en musicales, trabajó en televisión, se inició como guionista y productor. Es, a partir de 1967 que dirige sus primeros films, colaborando con Steve Martin en varias realizaciones a partir de los años 70. En 1982 dirigió la singular Dead men don’t wear plaid (Cliente muerto no paga), en un destacado montaje con la inclusión de clásicos del cine negro, que durante más de dos largas décadas ocupó las pantallas de multitud de salas oscuras iluminadas por el variable haz de luz del proyector, el inquieto y expectante público y los inevitables sonidos de los ruidosos recipientes de palomitas.

Con guión de Carl Reiner, Steve Martin y George Gipe, Cliente muerto no paga, se ha convertido en un respetable homenaje al cine negro de gánsteres, exterminadores, mujeres fatales, rudos e introvertidos investigadores de lo ajeno, ambiciosos expropiadores e indolentes malvados aspirantes a dominar el mundo a cualquier precio. El poder y la ambición se cogen de la mano para hacer realidad las aspiraciones ocultas del malvado Field Marshall VonKluck (Carl Reiner), pero la inquietante sagacidad del detective Rigby Reardon (Steve Martin) y la proverbial ayuda de su cliente Juliet Forrest (Rachel Ward) harán entrar en acción a míticos personajes del género policiaco desde las oscuras sombras de la noche que todo lo cubre.

Con la ayuda de exterminadores, histéricas rubias, alcohólicos en dura remisión, sobornos, bellas espías, oscuros gánsteres, sórdidos escenarios, sospechosos e incómodos viajeros, peligrosas relaciones, ambiciosas aspiraciones, intransitables caminos o apasionadas visitas surgidas de la casualidad, además de un considerable contingente en forma de atrezzo, redondea el resultado final de cómo mínimo, un inquietante metraje noir en clave de comedia que se pasea con sus carismáticos personajes entre la parodia y el género policiaco desde la dirección de Reiner, convirtiendo esta cinta en un tributo al cine negro que a lo largo de dos generosas décadas, (tres si contamos sus titubeantes inicios en los años treinta), inundó las salas de medio mundo de un público expectante, receptivo y deseoso de vivir las aventuras de sus héroes desde la butaca, que no era ni es poco.

Al elaborado guión de Carl Reiner, George Gipe y Steve Martin, hemos de añadir la música del oscarizado Miklós Rózsa, el veterano trabajo en la fotografía en el inseparable blanco y negro de Michael Chapman, el vestuario de la gran Edith Head, y la siempre necesaria producción, en esta ocasión a cargo de David V. Picker y William E. McEuen, que nos da en su conjunto un ejercicio de saludable inmersión en el cine negro donde la corrupción campaba entre buenos, malos, y un escéptico sabueso que todo lo solucionaba de la mejor manera posible.

Para descubrir a los ‘clásicos invitados’ insertados en esta singular película, no existe mejor manera que dejarnos seducir por un más que aceptable hilvanado de los emblemáticos títulos del género que tan acertadamente editó el veterano Bud Molin bajo la dirección de Carl Reiner en 1982. Solo tenemos que verla y disfrutarla y, a ser posible, con la suficiente transigencia para gozar, como pocas veces del factor sorpresa y de un inusual reparto reunido en 89 minutos de film noir que como en este caso dan para mucho, que no es poco.
avanti
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30 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más simpáticas con las que uno pueda encontrarse, que logra sacar adelante una arriesgada propuesta si se analiza detenidamente, pero que gracias a una curiosa trama (en la que el montaje tiene un papel importante) un carismático protagonista y la “inclusión” casi imposible de algunos de los rostros más inolvidables del género “Noir” en su etapa más icónica y dorada.

Como dije en el párrafo anterior, lo interesante de la divertida propuesta firmada por un Carl Reiner inspirado es conseguir que el relato tenga una fluidez increíble y que los “detalles” encajen a la perfección (tienen que ver el film para entender este punto) a un nivel tan alto que hace prácticamente imposible lograr tal sutileza y elegancia en la actualidad, ni con el más moderno CGI. Ahí es donde entra el cariñoso trabajo en el guion realizado a seis manos por Steve Martin, Carl Reiner y George Gipe, en donde se puede notar el enorme respeto y amor hacia (no solo) un género, sino una época que nos otorgó algunas de las más grandes joyas de todos los tiempos.

Del reparto destaco a un adorable Steve Martin, cuya “vis” cómica brilla como nunca, y lo dice alguien que no apreciaba su trabajo interpretativo. Se dejan ver de soporte por ahí el mismo Carl Reiner, que se dio tiempo para participar en casi todo. Junto a él, también se dejan ver Rachel Ward, Reni Santoni, George Gaynes, Francis X. McCarthy y Adrian Ricard, a lo que hay que sumarle la “particular reunión” de algunos nombres que colocare en el “Spoiler”, para no arruinar “la sorpresa”, y en resumen una experiencia memorable.

La “cereza del pastel” la ponen la deliciosa música del genio Miklós Rózsa y la impecable fotografía de un “veterano” del oficio, un genio en el trabajo de la luz como Michael Chapman.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
darkman
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