Así nacen los héroes

Al menos para mí, una de las mejores películas bélicas de todos los tiempos, no sé bien si la primera, la segunda o la tercera, pero por estar construida de tal forma que su interés y acción cautivan desde el primer minuto al último, yo la considero una de las tres mejores película sobre la II G.M. en el Pacífico que sin duda se han hecho. Es sencillamente apasionante, no cae ni por un momento en un descanso o disminución de la tensión angustiosa.

Muchas buenas películas bélicas se han realizado basándose en aspectos muy distintos de la guerra, pero si algunas atraen a los espectadores sobremanera son aquellas cuyo guión se sustenta en una misión a cumplir con enormes riesgos en terreno enemigo: desde "Los cañones de Navarone" (GB 1961), hasta "Salvar al soldado Ryan" (USA 1998), pasando por esta misma de "Comando en el mar de China" u otras muchas, lo que las hace verdaderamente atractivas es que su contenido se centra en una misión peligrosa en campo enemigo, del que es muy difícil regresar. Este tipo de películas bélicas siempre ha sido el que más ha provocado el entusiasmo en los consumidores de cine, primero porque tocan lo que es un arquetipo o paradigma existencial: la misma vida humana cual misión peligrosa, estresante, en un mundo extraño y de la que difícilmente se logra salir vivo, y además por toda esa incertidumbre que nos hace estar "con el alma en vilo".

Mención especial para el director Robert Aldrich, por lo bien que va presentando las psicologías de cada personaje: la de capitán Hornsby, al mando de la misión (Denholm Elliot), un oficial valiente, pero sin carisma de mando, que no sabe cuidar la vida de sus hombres ni cuenta con el respeto de éstos; el soldado sanitario Tosh (Michael Caine), el clásico criticón, inteligente y poco dado al heroísmo; el teniente Lawson (Cliff Robertson), norteamericano asignado a esta misión del ejército británico, hombre vividor, egoista o vitalista y que de estar dándose la gran vida de mujeres y borracheras en un puesto de guerra sin riegos para su pellejo, es repentinamente enviado a un berengenal de primera línea de batalla cuerpo a cuerpo; y además el soldado Campbell (Ronald Fraser), probablemente el papel más ingrato y repelente de todo el film aunque muy bien interpretado, un raso gordito, desagradable, menospreciado por sus propios compañeros, ladrón y traidor.

Excelente película, de dinamismo apasionante, que se ve y se repite con igual atención de cuando en cuando.

Fej Delvahe

Me es complicado recordar en la historia del cine a un director que haciendo películas de género fundamentalmente pueda darlas a todas ellas un tono tan personal y atípico. Ese es Robert Aldrich, el que cogía el cine negro, el western, el bélico o el drama y lo convertía en otra cosa muy distinta a lo que estamos acostumbrados.

“Comando en el mar de China” es un ejemplo extraordinario de ello, todos los ingredientes parecen destinados a una película bélica más, sin embargo es tan original que por ello es muy imperfecta.

La historia que pudiera parecer simple es del propio Aldrich que lo escribe conjuntamente con el guionista Lukas Heller, habitual en muchas de sus películas. Son tres los elementos que hace de esta película una rara avis en su género; la atmósfera creada, esa pequeña isla (rodada en Filipinas) con altavoces en medio de la jungla, el templo en ruinas al más puro estilo “Indiana Jones” y una larga explanada antes de llegar a casa que hacen que sea físicamente un personaje más. El esplendido reparto, todos ellos desde los secundarios a los principales, con un Michael Caine hipnótico, un Henry Fonda notable y sobre todo un Cliff Robertson sobresaliente en uno de sus tres mejores trabajos de siempre. Y por supuesto la música de Gerald Fried, el compositor de las primeras películas de Stanley Kubrick que nos deja una melodía del todo inquietante cercana al terror.


“Comando en el mar de China” está lejos de ser una obra maestra o incluso una gran película, pero sí es y por mucho una verdadera obra de culto dentro del cine bélico.

Nota: 7,1.

Sabía de esta cinta por su comercial título y porque hace muy poco alguien me la recomendó. Por supuesto. antes me cercioré de su presunta calidad consultando las opiniones vertidas en F.A., cosa que hizo que terminara convenciéndome de su visionado.

La verdad es que me quedé algo desilusionado cuando finalicé de verla. Los personajes están bien definidos, el ambiente claustrofóbico está presente durante toda la cinta, la trama es amena y no se desvía de su cometido con subtramas insustanciales o diálogos absurdos, pero......

Creo que el paso del tiempo ha pesado mucho sobre esta cinta bélica, haciendo que todos estos elementos no terminen de cuajar y dejando una cierta sensación de superficialidad en el conjunto.

Mención aparte merecen las actuaciones del elenco de actores-extras que figuran como soldados japoneses, son, simplemente, para flipar, sobre todo cuando mueren abatidos por el fuego "amigo".

Aldrich es, hoy en día, un director olvidado. Sin embargo, sus películas de acción renovaron el género, dotando a los protagonistas de claroscuros y profundidad de las que carecían. No eran héroes, eran personas ante situaciones extremas, buscando la supervivencia y la redención. Una visión más compleja y realista de lo que es el ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor. Suyo es el clásico Doce del patíbulo, fuente de inspiración o plagio de numerosos fiolmes bélicos hasta ahora.

Comando en el mar de China muestra sus intenciones con el titulo original, Demasiado tarde el héroe, una historia descarnada sobre la naturaleza humana en un acto bélico casi suicida. Nadie de los miembros del comando quieren cumplir la misión excepto un capitán inglés, muy profesional y nada humano, capaz de ejecutar a prisioneros porque le estorban. El oficial americano, obligado por sus superiores a formar parte de la misión, encarnado por un convincente Richardson, se debate entre su obligación y su amor a su pellejo, el cabo despierto, genial Caine, aborrece a todos los mandos pero tiene imbuido los valores de camaradería y honestidad de los que adolece el repugnante soldado Campbell, prototipo del escaqueado que uno se encuentra en todos los aspectos laborales, odioso manipulador, asesino, sin conciencia ni remordimientos. Y por último, el oficial japonés, el presunto malo de la película, que, por virtud de Aldrich, deviene en el caballero y oficial respetuoso que deberían haber sido los héroes anglo británicos. Porque en el filme el peor enemigo no es el de enfrente sino los miembros de tu comando y, finalmente, tu mismo.

La escena final debería ser considerada una de las mejores del cine bélico, por cuanto a la incertidumbre de su resolución. Y es que Aldrich sabia mantener la tensión hasta la conclusión del filme.

Aldrich nos ofrece mucho más que un gran film bélico, como seria Los Cañones de Navarone, nos ofrece un detallado estudio sobre las miserias y contadicciones del ser humano, lo que hace del ser humano un ser execrable o bien alguien que sacrifica su vida por un bien mayor.

28(17/01/09) Entretenida cinta bélica del maestro Robert Aldrich, no parará a la historia pero resulta muy amena, que encierra en su interior un estudio psicológico de los personajes. Personajes con multitud de aristas, que al ponerlos contra las cuerdas salen a relucir sus miedos, el sentido del deber, el instinto de supervivencia, la rebeldía, los pocos escrúpulos para traicionar, etc... Aldrich consigue involucrarnos en esta atmósfera enfermiza, donde llegamos a estar casi tan exhaustos como los protagonistas en su lucha contrarreloj por llegar a tiempo y escapar del oficial nipón que les persigue a golpe de altavoz por la selva. Michael Caine y Cliff Robertson ayudan bastante a sumergirnos en este juego del gato y el ratón, con sus magníficos trabajos. Recomendable a los que gusten de films bélicos. Fuerza y honor!!!