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Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.217
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
10 de mayo de 2024
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111/06(07/05/24) Sugestivo en su premisa, aburrido en su desarrollo este film de ciencia ficción estadounidense en tecnicolor de 1950, producido por el artista animador magiar George Pal y dirigida por Irving Pichel. Se considera primera gran película estadounidense de ciencia ficción aborda desafíos científicos y de ingeniería prácticos de viajes espaciales y especula sobre cómo sería una expedición tripulada a la Luna. Pal encargó el guión inicial a James O'Hanlon y Rip Van Ronkel, el afamado escritor de ciencia ficción Robert A. Heinlein contribuyó significativamente al libreto final, desempeñándose también como asesor técnico de la película. Ciertos elementos de la historia de la novela juvenil de Heinlein de 1947 “Rocket Ship Galileo”, fueron adaptados para su uso en la película, y en septiembre de 1950 publicó una novela corta, "Destination Moon", basada en el guión. La trama de la película también se parece a partes de la novela de Heinlein “El hombre que vendió la luna”, escribió en 1949 pero no publicó hasta 1951, un año después del estreno de la película Pal. Aunque el relato tiene enormes similitudes con la obra de culto silente alemana de Fritz Lang “Una mujer en la luna” (1929), donde el clímax final es una clara copia.

Entre los alicientes del film cuenta con los f/x de Lee Zavitz (creador de los efectos visuales del incendio de Atlanta en “Lo que el viento se llevó”, y también obras como “La vuelta al mundo en 80 días” o “El tren”); Esa nave espacial-cohete que parece salida de una ilustración de un cuento para niños, creada por el diseñador artístico Ernst Fegté (“Cinco tumbas al Cairo”), con esos trajes espaciales tan divertidos en su infantilidad; Los f/x, la nave y la fotografía se funden en muchas escenas, me ha gustado y tuvo que ser espectacular en su momento en cine ver como la pantagruélica plataforma se mueve del cohete para dejar espacio a su despegue, como notable es la secuencia del despegue; están los fondos pintados de la Luna de Chesley Bonestell, apodado el "Padre del arte espacial moderno", sumergiéndonos en una Luna árida, agreste, ignota, con el fondo (muy falsete) iluminado por infinitas estrellas (entrañable como cantan son bombillas);realzados por la fulgente cinematografía de Lionel Lindon (“La vuelta al mundo en 80 días” o “El mensajero del miedo”), con secuencias vistosas, como las de ver la Tierra desde la Luna pero a través del ojo de buey del cohete; Reseñable la labor de maquillaje de Webster C. Phillips (“La americanización de Emily”), sobre todo para exponer los efectos de la fuerza G en los rostros de los astronautas, esto visto hoy es muy cándido, pues no se puede hacer sin cascos; Se puede destacar el recurso narrativo integrado de colocar en el metraje un corto animado didáctico con nada menos que El Pájaro loco de Walter Lantz; También mencionable la singular banda sonora creada por el compositor Leith Stevens (“La Guerra de los Mundos”), innovadora creando un halo de misterio cuasi-místico en sus melodías inquietantes, emitiendo desazón y misterio, evocando lo desconocido.

Es una obra hija de su tiempo, encuadrada en el sub género Guerra Fría, donde en producciones serie b se advertía de los peligros de la amenaza soviética. En este caso, se nos hace ver la importancia de la conquista de la Luna para que no la tomen los malos, nunca se mencionan a los comunistas bolcheviques, aunque se saben son ellos, y la puedan utilizar como base para lanzar misiles a todo el planeta. Esta idea se adorna con mensajes sobre lo que ha hecho ser lo que es USA, ósea, la iniciativa privada hace que todo se mueva, aun con las trabas gubernamentales, el motor individual y emprendedor arrastrando al Imperio USA, en contra de lo que era la URSS, todo por y para el estado. Cinta que se adelanta casi dos décadas al alunizaje que si fue primera USA (hay conspiranóicos que lo niegan), de esa primera pisada de un humano sobre el satélite de Neil Armstrong, y con ello, vista hoy día, resulta entrañable por lo infantiloide que resulta en muchísimos aspectos. Ejemplo de esto es que para convencer a unos potenciales empresarios de que inviertan en el proyecto, los reúnen y les proyectan un corto de animación con el Pájaro Loco explicando la teoría y la práctica el método de propulsión para el viaje a la Luna y con ello hasta los más escépticos caen rendidos a los parabienes del plan espacial, como digo, esto es de una puerilidad supina, conmovedor por lo patético que resulta.

Esto indaga en el modo chusco en que se toman muchas de las decisiones cruciales de la misión, rayando en lo absurdo, como la forma en que sustituyen a uno de los astronautas que tiene una enfermedad y cogen al primer mecánico que pasa por allí, este acepta como el acepta tormar se una copa en el abr de al lado, ridículo no! Lo siguiente! Por supuesto lo de las pruebas físicas y psicológicas para acceder a tamaña misión es algo que ni están ni se le esperan. El modo de despegar a la carrera, sin tener en cuenta la posición de la Tierra y de la Luna es d elo más risible.

Hay una trama plana, sin alicientes, sin chicha, sin personajes con carisma en los que simpatizar, los protagonistas son clichés sin alma, sin fondo, sin pasado, sin anhelos, ello actuado por John Archer, Warner Anderson, y Tom Powers y como meros soportes para pronunciar diálogos sin sustancia alguna. Solo es algo diferente Dick Wesson como el mecánico Joe Sweeney, en un rol irritante de chistoso de Broolkyn sin gracia, soltando cinismo y paridas sin la menor gracia, intentando ser el elemento desengrasante.

Como la historia tiene poca chicha le ponen durante el trayecto a la Luna una salida fuera del cohete (por que el mecánico echo grasa a la antena telescópica, y se congeló, menudos utilleros’ había!), ello para mostrar al mundo los avances en f/x de ese momento, vistos hoy bastante primarios, ello ataviados con traje de astronauta y ridículo calzado con imanes, como esto da poco de sí,... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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8
10 de mayo de 2024
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110/05(06/05/24) Notable drama en el trasfondo del mundo pugilístico tan grandes films nos ha dado, por su cariz de deporte violento de supervivencia, sexteado de aprovechados buscan fortuna embaucando a pobres tipos solo tiene su físico como aval. Film dirigido con gran pulso narrativo por Ralph Nelson, adapta el guión firmado por Rod Serling, el crack tras de la exitosa “La Dimensión Desconocida” (1959-1964) y Galería Nocturna (1969-1973), guionista de films aclamados como “Siete días de mayo” o “El planeta de los simios”, él mismo boxeador durante sus años de servicio en la milicia USA en el contexto de la WWII, mientras entrenaba como paracaidista, ingresó a las prácticas de boxeo y llegó a ser peso mosca, alcanzando un total de 17 combates. Esta experiencia, le serviría luego para animarse a escribir la amarga historia de un boxeador que, tras 111 peleas y haber alcanzado el puesto 5° entre los pesos pesados, de pronto se ve obligado a retirarse, pues, de seguir correría el grave riesgo de quedar ciego. Historia esta suya filmada previamente para tv bajo el mismo título (que no he visto) para Playhouse 90 (1956-1961), legendario ciclo de unitarios de la CBS que en su mayoría se transmitieron en vivo e inspiraron a otras recordadas adaptaciones cinematográficas. Serling tuvo mayor libertad creativa, ampliando los márgenes, tras su nombre tras la exitosa “T.T.Z.”, añadiendo (al parecer) la sub trama del posible trabajo que le ofrecen de cuidador en un campamento de niños en las Montañas de Adirondack, en el Estado de Nueva York.

Arrollador Anthony Quinn en el papel original de tv de Jack Palance, amén de unos estupendos Jackie Gleason y Mickey Rooney en papeles retratados en tv por Keenan Wynn y su padre. Ed Wynn y la trabajadora social Grace Miller interpretada por Julie Harris, en tv Kim Hunter. Muhammad Ali, entonces conocido como Cassius Clay, aparece como el oponente de Quinn en un combate de boxeo al comienzo de la película.

Es un relato entrañable sobre perdedores, muy en la onda del reciente film “The Wrestler” (2008) de Aronofsky, con un descomunal Mickey Rourke en un rol similar al de Quinn, sobre luchadores en el crepúsculo de sus vidas. La historia, reescrita por el propio Serling, se incrementó con nuevas y oscuras situaciones dotando de elementos noir a la trama, incluso se alteró el final, buscando mayor impacto emocional. Todo ello en el núcleo de una historia de amistades entre los protagonistas, con sus matices y diferencias, siendo recurso ‘intrusivo’ una tierna mujer que entra en la vida de ‘Mountain’, que le da una nueva esperanza. Para acabar en un final cortante y satisfactorio por su crudeza nada acomodaticia.

Luis "Montaña" Rivera (Quinn) es un boxeador de peso pesado envejecido. Está dirigido por Maish Rennick (Gleason) y Army (Rooney) actúa como su ‘cutman’. Después de su última pelea, contra el joven prometedor Cassius Clay, Mountain recibe una dura paliza y el médico Doctor Gilbert (Lou Gilbert), se niega a certificar a Mountain para futuras peleas. Luego, Maish se enfrenta a "Ma" Greeny (gran Bertha Levine en un papel inquietante en su nivel amenazante, sobre todo destacable pro una mujer la capo) y sus matones. Amenazan la vida de Maish si no les paga por las pérdidas que sufrieron después de apostar que Mountain caería en una determinada ronda del partido, una solución que Maish había garantizado. El trato de Maish con ellos había sido que debían deducir de sus ganancias las enormes sumas de dinero que las pérdidas de apuestas de Maish les habían acumulado. Mientras tanto, Mountain lucha por encontrar trabajo y visita una agencia de empleo, donde conoce a Grace Miller (Harris). Al principio, Grace se muestra distante, pero rápidamente simpatiza con Mountain y dice que se pondrá en contacto. Más tarde, Grace se reúne con Mountain para informarle de una vacante para un puesto de consejera en un campamento para niños, que le interesa a Mountain. Los dos se unen mientras toman una copa y Mountain comparte historias de su tiempo en el ring.

Tiene un ingenioso y punzante inicio, de los que se quedan en el subconsciente por su poderío dramático visual, gracias a la incisiva cinematografía en glorioso b/n de Arthur J. Ornitz (“Serpoco” o “Una mujer descasada”), también marcando los fotogramas en fuertes contras de grises, sabiendo componer cuadors sentidos entre la multirud, así como maravilloso ese último plano desde la grúa al cuadrilátero. Pero volviendo al inicio, primero estamos en un bar neoyorquino de Charlie (Herbie Faye), los clientes en la barra observan entusiasmando un combate de boxeo en la tv, mientras la cámara recoge en un incisivo travelling los rostros de estos televidentes alineados bebiendo con la mirada fija en la (fuera de pantalla) pantalla (valga la redundancia). Entonces hay un corte y saltamos al ring de la tv y todo de forma electrizante lo veremos en modo subjetivo a través de la mirada de ‘Mountain’, tenemos a Casius Clay (antes islamizarse el nombre) atizando una paliza al protagonista, su visión es borrosa y confusa a modo de su sentido atrofiado por la golpiza, se le nubla la visión ante las arremetidas del coloso, hasta desvanecerse mientras ve al árbitro contar la cuenta atrás de lo que será su derrota por Nocaut. El juez da vencedor a Clay, su curador intenta levantarlo, Clay le felicita por la pelea, la mirada continúa desvanecida. Lo sacan como pueden a Rivera del cuadrilátero, lo llevan a los vestuarios, y por el camino el público le insulta haciendo chanzas. Hasta que lo ponen frente a un espejo, se oye una alta música de fanfarrias neurálgica y vemos su rostro demacrado por las heridas provocadas (gracias al gran trabajo de maquillaje de Dick Smith: “El Exorcista” o “Amadeus”) por la violencia de Clay.

Para a continuación entrar de lleno en el estudio de personalidad humanista de unos seres a la deriva, desorientados ante la nueva situación. Con ello entramos en el patetismo de estas vidas... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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7
10 de mayo de 2024
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108/03(04/05/24) Más que interesante drama enmarcado en la WWII durante la ocupación nazi de Francia, torpedo contra la edulcorada imagen de que todos los galos fueron de la Resistencia o simpatizantes de ella. Film visto por mi afición a efemérides, hace medio siglo que lo estrenaron (30/01/1974), siendo en su momento una peli muy controvertida por su tema, el director y guionista (junto al Premio Nobel de Literatura de 2014 Patrick Modiano) Louis Malle abordó el colaboracionismo de ciudadanos franceses tuvieron voluntariamente al nazismo en la época de la Resistencia. El sombrío film se basa en parte en lo que experimentó el director, por lo que cuestiona el heroísmo del compromiso con respecto a la posibilidad de las circunstancias, el lado que los franceses no quieren ver, siendo fuente de controversia que llevará al autor al exilio a USA de la Francia posterior a Charles de Gaulle. Lacombe Lucien es el ejemplo y Malle lo retrata como un joven en plena vorágine de perder la inocencia, ser impulsivo e inconsciente de su futuro próximo, sin idealismo, un superviviente que solo tiene el deseo tribal de querer sentirse parte de un grupo, teniendo la particularidad la dirección de no juzgar, simplemente exponer con sobriedad y crudeza como un joven desorientado amoral se une a los nazis al no poder unirse a la Resistencia, esto en un claro reflejo de la cacareada por la filósofa Hannah Arendt ‘La Banalidad del Mal’, como alguien puede ejercer la maldad como algo natural, como algo rutinario. Esto atomizado por la ‘pandilla’ de advenedizos agentes colaboracionistas con la Gestapo que se reúnen en la mansión, un grupo de zoquetes tarugos brutos y torturadores (‘un ex ciclista, un ex inspector, una "funcionaria" indiferente, un niño de papá, una actriz frívola estúpida, un tipo siniestro, un negro que pasaba por allí’), tan idiotas que no se dan cuenta que sus días han terminado y se creen unos reyezuelos entre el lodazal. Ello retratado con un halo de tristeza y desesperanza.

En junio de 1944, mientras los aliados luchan contra los alemanes en Normandía, Lucien Lacombe (Pierre Blaise), chico de campo de 17 años, intenta unirse a la Resistencia. El líder de la Resistencia local, el maestro de escuela del pueblo, lo rechaza por motivos de edad. Lucien regresa al pueblo donde trabaja en bicicleta y se topa con el hotel que es la sede de los Carlingue, auxiliares franceses de la Gestapo, y es detenido. Bajo los efectos del alcohol, traiciona al profesor, que es detenido y torturado. Al ver que Lucien podría ser útil, los Carlingue lo reclutan en su régimen anárquico de extorsión y terror. Disfruta de su nuevo poder y posición, pero se enamora de France Horn (Aurore Clément), hermosa niña judía nacida en Francia que vive recluida con su padre Albert (Holger Löwenadler), un sastre, y su abuela paterna Bella, quienes abandonaron París con miedo y están tratando de cruzar. la frontera hacia la seguridad de la España neutral. Su sofisticación contrasta con la naturaleza tosca y la falta de educación de Lucien. Obligándose a entablar una relación con la chica, Lucien llega a ser protector con las mismas personas a las que se dirigen sus superiores. Se le advierte que los aliados están ganando y que, como colaboracionista, lo matarán.

Tiene un inicio harto descriptivo del carácter voluble juvenil del protagonista Lucien, este trabaja en el hospital de asistente de enfermería, tras verlo ayudar a enfermos, cambia el chip. Coge un tirachinas y desde la ventana mata a un pajarito que canta en el exterior, solo por el placer de hacerlo. Tras ello continúa limpiando en el hospital como si no hubiera roto un plato. Lo vemos como chico asilado y lacónico, en secuencias mientras lleva su bici enmarcado por la hermosa campiña gala, mientras la guitarra crispada del belga (gitano sinti) Django Reinhardt (vivió en París durante la ocupación), en miscelánea de melodías de piano que toca la protagonista France, la sonata de Beethoven “Moonlight”, que el padre tilda de ‘música triste’.

Tras ello entra en una mini odisea buscando un lugar en el mundo Lacombe, primero visitando a su madre en la granja, esta vive amancebada con un amante, tras el marido hacerse marchado con los makis y haber muerto. Entonces quiere emular al padre e intenta unirse a la Resistencia, y al no aceptarle, sin ética, ni idealismo alguno traiciona a su maestro para entrar a colaborar con la Gestapo, sintiéndose entonces poderoso, alguien importante, lleva dinero, es respetado (temido), y lleva un arma (ametralladora), buena ropa hecha a medida por un sastre, no viéndose como traidor, no parece saber ni que esa palabra, no tiene dilemas morales por estar con los invasores nazis. Acomete su labor de intimidación y detenciones de modo ordinario, asiste a las torturas en la mansión sede de la Gestapo con indiferencia. Se deja llevar por la inercia, hace su trabajo sin pensar si lo que hace es bueno o malo.

El núcleo real del relato está en la relación que termina estableciéndose entre el colaboracionista y la familia judía del sastre, pues el joven Lacombe se siente atraído por la bella hija de este, France (nombre nada sutil alegóricamente). Utilizando su poder de intimidación de estar con la Gestapo y llevar siempre colgando una ametralladora para instalarse ‘porque yo lo valgo’ en esta casa, ello ante la clara oposición del sastre, que se asquea de los acercamientos del chico a su retoña. Relación entre los jóvenes turbadora, se mueve entre el deseo de él, el miedo de ella, dejándose ella pasivamente seducir por él. Una estancia en esta casa cargada de tensión cortante por los rostros agrios del padres y la abuela, donde el carácter elegante y sofisticado de los judíos chocan con la personalidad cuasi-atávica de Lucien. El padre termina viéndose humillado y vejado, ve a su hija como a una ramera (en clara metáfora de cómo era Francia entonces vista por sus gentes). Todo desemboca en un tramo final bueno, pero sin arriesgar demasiado.
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TOM REGAN
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6
10 de mayo de 2024
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113/08(09/05/24) Interesante documental de una hora afiche a la superproducción televisiva bélica “Masters of the Air” en formato miniserie (9 episodios) producida por Apple TV+. Dirigida por Mark Herzog (“Lady Valor: The Kristin Beck Story”) y Laurent Bouzereau (“La Guerra de Holywood”), con voz en off por Tom Hanks, es un relato de no ficción de la armada aerotransportada, famosa tanto por su tasa de mortalidad como por su heroísmo, pretende aumentar la serie dramática. Acercándose al ‘The Bloody Hundredth’, apodo del grupo de bombarderos número 100 de la WWII dramatiza la mencionada serie. Producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, colaboraron en Salvar al soldado Ryan, la atención se centra en los grupos de la Fuerza Aérea del Ejército cuyos sacrificios y coraje en el esfuerzo por lograr la superioridad aérea sobre los alemanes hicieron posible la invasión terrestre de Europa el Día D con misiones de vuelo contra fábricas y patios ferroviarios en Alemania, objetivo vital no era sólo derruir la infraestructura y los recursos, también agotar el poder aéreo nazi antes de la invasión de Normandía. Esa invasión marcó el comienzo del fin de la guerra y predijo la victoria de los aliados.

Surtida de conmovedores testimonios de los reales pilotos, tripulación, oficiales en tierra, con referencias a personajes de “Masters”, como John Egan (interpretado por Callum Turner ), Gale Cleven (interpretado por Austin Butler ), Harry Crosby (interpretado por Anthony Boyle ), Robert “Rosie” Rosenthal (interpretado por Nate Mann ), Frank Murphy (interpretado por Jonas Moore ), Alexander Jefferson (interpretado por Branden Cook ), Richard Macon (interpretado por Josiah Cross ), además de los veteranos John “Lucky” Luckadoo, Robert Wolf y otros. Algunas de las entrevistas fueron realizadas para este programa; otro material es de archivo, incluida una escena de 1997 en la que Rosenthal, en una entrevista de 1997, primer ex piloto vemos, parado frente a un B-17, embelesado por la estructura del aparato al que tilda de “Una pieza de escultura… Cuando volabas en formación, a veces con mil aviones, era una vista muy dramática y hermosa”. Rosenthal voló la increíble cantidad de 52 misiones (solo estaban obligados a 25 misiones, pero él decidió reengancharse) de bombardeo con el Grupo de Bombardeo 100 de la Octava Fuerza Aérea. Rosenthal describe cómo se involucró en el esfuerzo bélico en primer lugar. “En aquella época había mucho antisemitismo. Y Hitler, con su discurso sobre la superioridad de la nación aria, me hizo sentir frustrado porque no podía hacer nada al respecto. De repente, esa frustración desapareció. Pensé que la mejor manera de servir sería como piloto. Fui al día siguiente y me ofrecí como voluntario para ser cadete de la Fuerza Aérea”. También reseñable su comentario gozoso sobre los vítores cuando los pilotos y tripulaciones de la Octava Fuerza Aérea supieron realizarían misiones sobre Normandía para el Día D. Bloody Hundredth explica cómo la Centésima necesitaba controlar los cielos de Europa para asegurar el desembarco.

Hablan algunos expertos y hasta Spielberg, mención especial para Donald L. Miller (quien escribió el libro de no ficción en el que se basó la serie) también aparece como cabeza parlante ante la cámara, para conformar un mosaico didáctico de esta odisea militar tan crucial en la Historia, haciéndonos sentir por momentos, ayudados por las imágenes de archivo (añejas fotografías o secuencias reales de los combates aéreos, mirando a través del famoso visor Norden las fábricas alemanas que explotan a kilómetros de altura de donde se lanzan las bombas, u observando los proyectiles anti aéreos detonan contra aviones compañeros de misión; noticieros de la época, a veces en color; vemos las cabañas Nissen que se convirtieron en cuarteles y el Club de Oficiales, el tráfico aéreo en formaciones de avance, la torre de control y la sala de instrucciones de la misión con su mapa gigante detrás de la cortina), así como imágenes contemporáneas de los aeródromos protagonistas (aeródromo de Thorpe Abbotts, adornado por fotos retro con mecánicos y oficiales al mando mirando nerviosamente los campos verdes y planos, esperando que sus muchachos reaparezcan en el horizonte; el bar de oficiales), para hacernos sentir dentro de las fortalezas aéreas, esto maximizado por la vigorosa edición de Chris A. Peterson (“American Crime Story”). Ayudando de modo diáfano a entender el teatro de operaciones buenas secuencias de recreación, añadiendo mapas animados trazan los avances del 100º suroeste hacia el corazón de Alemania.

Aunque en su debe está que se hablan de misiones mientras vemos secuencias de aviación atacando Alemania, cuando es evidente que es un montaje que no cuadran imágenes con narración.

Fundamental haber visto primero la serie, pues ello atomiza la empatía con muchos de los testimonios de los personajes reales protagonistas décadas después de los eventos dan fe de las sensaciones con el filtro del tiempo. Desbordando sentimientos sobre la intensidad de lo vivido, sobre los peligros, los miedos y las numerosas bajas, tanto de muertos como de capturados y enclaustrados en insalubres campos de prisioneros, como el de Stalag-Luft III, dodne (como vemos en la serie) Gale Cleven y John Egan, pilotos cuya confianza colectiva dio forma al 100 y cuya amistad es el centro de ‘Masters’, realmente se encontraron en aquí después que ambos fueron derribados. Además, como en la propia serie, se dedica un pequeño espacio para la segregación racial USA en el ejército, separando por el color a los pilotos blancos y negros, para ello los entusiasmados y emocionados comentarios de Alexander Jefferson y Richard Macon, aviadores de la Tuskegee y pilotos de combate del prestigioso grupo de combate 332.
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TOM REGAN
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10 de mayo de 2024
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114/09(09/05/24) Insulso western enmarcado en la Revolución Mexicana, ese acontecimiento indescifrable, de una enorme complejidad Histórica. Donde se dan cita en diferentes facciones con zapatistas, huertistas, magonistas, obregonistas, maderistas, carrancistas, y por supuesto, villistas, diez años de alianzas y traiciones sin fin. En este film se obvia por completo cualquier indagación en las causas y motivaciones de los protagonistas, es de una asepsia insultante, casi se puede tildar como un film apolítico, nunca se habla de que quiere Villa, a que aspira Villa, que desea Villa, de donde viene Villa, simplemente batalla fiel al presidente Madero y punto, es de una ligereza supina, casi una cinta de parvulario en este sentido, que nadie aspire a una clase mínima de historia, pues esto brilla, y mucho por su ausencia. Pero es que tampoco su historia aparte aporta nada, nada tiene sustancia en este relato plano y sin más chica que algunas coloristas secuencias de batallas con cargas de caballería con cientos de extras, asistidos por una avioneta.

Film en tecnicolor de 1968 en Panavision dirigida por el artesano inanae Buzz Kulik y protagonizada por un desubicado y errado Yul Brynner con ridículo peluquín y bigotitos postizos a la legua como el revolucionario mexicano Pancho Villa y Robert Mitchum como el aventurero busca-fortunas y piloto, en una actuación sin alma, parece cansado, como si no quisiera estar allí. El guión basado en la biografía de William Douglas Lansford, es en gran parte de Sam Peckinpah, por aquel entonces andaba prácticamente defenestrado después tras ser expulsado de sus dos últimos rodajes, las posibilidades de volver a dirigir eran escasas y se dedicó más a escribir (todo cambiaría con “Grupo salvaje”, donde hizo no solo uno de los pináculos del género, sino del Séptimo Arte).

El caso es que el guión de Peckinpah se alteró bastante, Yul Brynner se negaba a interpretar a Pancho Villa (nombre verdadero José Doroteo Arango Arámbula) si salía tan mal parado su personaje, si no alteraba a una versión complaciente con el líder revolucionario. Brynner fichó a Robert Towne (“Chinatown” o “El padrino”) para reescribiera el guión, con Kulik como director, Towne dijo más tarde que hizo esto como un favor a Robert Evans, director de Paramount, y que odió la experiencia. El resultado final es un trivial film de aventuras bélicas, que no parece tomarse en serio a sí misma en ningún momento, con momentos tan sonrojantes como las ejecuciones sumarias del lugarteniente de Villa, Fierro encarnado por el único que parece disfrutar en la peli, un Charles Bronson por primera vez con su popular bigote achinado, la primera en un juego sádico por llegar a saltar un muro los condenados y el segundo aún más chusco cuando alinea a otros tres para matarlos de un solo disparo, y esto se supone que es humor (negro).

Un producto confuso, violento, y sobre todo muy olvidable. Ni tan siquiera hay escenas en que los personajes puedan expresarse de alguna forma como seres con dimensión humana, no secuencias para que fluya química alguna entre ellos, no se entiende el embelesamiento del aventurero aviador por Villa, se produce por Imperativo del guion, no hay una sola frase a recordar, si acaso aquella de Villa: ‘A las mujeres les gusta casarse, por seso me he casado ya 11 veces’, lo cual da idea del nivel del libreto final. Solo perdura de esta intrascendente la electrizante banda sonora creada por el francés Maurice Jarre, que en su fuerza motriz vigorosa es capaz de hacer llevadero en muchas fases este pasable film, con una evocadora melodía de orquesta adornada por silbidos (influenciado por el Morricone de la leoniana saga del dólar?), que recuerda a la del “Dr. Zhivago”.

Nos cuelan escenas porco realistas, como las de Villa tomando calces de vuelo en el biplaza de Lansford, cuando era un analfabeto. Villa tiene una guerra contra los ‘Coloraos’, pero no sabemos quienes son estos, quien los dirige, que es lo que quieren, simplemente son un ente a exterminar porque sí. Villa tiene un pique con el general Huertas (un caricaturesco Herbert Lom), pero no se sabe porque, de donde viene la inquina entre ambos, porque Villa cree que va a traicionar al presidente Madero (Alexander Knox transparente), pues incluso le dice a este que no lo conoce (debe ser un vidente). En el tramo final detiene y van a fusilar a Villa, pero nunca nos dicen porque, simplemente es así y punto, y ese twist (*spoiler) que se estira más que la visita de los suegros. Y luego nos enteramos, en los créditos finales que la acción más épica de Villa se queda fuera de la historia, lo cual me deja estafado (**spoiler).
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TOM REGAN
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