All Cheerleaders Die

Decía Stephen Dalton, periodista del The Hollywood Reporter, sobre "All cheerleaders die" que es una película con la energía de los primeros Sam Raimi o Peter Jackson. Yo estoy de acuerdo en dicha afirmación, aunque con una pequeña aclaración que cambia radicalmente el significado de la frase. La cinta tiene energía, pero dicha energía no está canalizada de la forma más correcta.
Yo siempre he defendido, por encima de todo, que en el cine es fundamental que lo que se cuenta resulte creíble. Una película puede narrarme: una invasión zombie, una fuga carcelaria de una prisión futurista, o la destrucción de una ciudad por parte de un monstruo de cien metros. Todo parece (y es) inverosímil, pero si quien dirige es capaz de creérselo, transmitirá esa credibilidad al espectador. Pues el principal inconveniente que le he visto a "All cheerleaders die" es su rotunda carencia de credibilidad. Lucky McKee y Chris Sivertson narran la película como quien cuenta un chiste, divertido pero a sabiendas de que es falso. La cinta tiene buenas ideas en su trama, pero están escondidas bajo inmensas capas de cartón-piedra que la hacen más difícil de digerir que un polvorón. Sirva como guinda al pastel su desenlace, más cercano a la comedia que al terror. Todo ello puede hacer que muchos espectadores se tomen la película como una broma, y el resto como una de mal gusto.
Y si a una película le quitas la credibilidad, por desgracia no te queda nada. "All cheerleaders die" me acabo resultando un pasatiempo brusco y hecho como a trompicones. Vamos, lo que antes decía de canalizar la energía. Lucky McKee y Chris Sivertson terminan diciéndonos que esto es la parte uno. Yo les recomendaré que olviden la parte dos, y a cambio prometo dejar esta crítica aquí.

Cuando disfrutamos de las primeras imágenes de All Cheerleaders Die pensamos, ¡oh no, la típica comedia americana de adolescentes!, no es del todo así, aunque no por ello renuncie a las situaciones que acarrean ese tipo de filmes. Supongo que para desmentir esa idea inicial, no tiene rubor alguno en mostrarnos imágenes impactantes y situaciones perversas, y es que la peliculita se las trae. Su originalidad hace que la sigamos con interés aunque no seamos muy partidarios de las historias rosa.

El inicio es tremebundo sacando las primeras carcajadas de un público que no sabe lo que le espera. No obstante los espectadores también son de armas tomar, seguramente si pudieran se meterían en la pantalla y dejarían todo hecho un asco. Me imagino un decorado lleno de restos de comida, latas de cerveza, ceniceros a rebosar, sustancias altamente nocivas, basura acumulada, bueno cosas de esas que aunque las hayamos sufrido en nuestras carnes, nunca las podremos asimilar. A medida que va avanzando la cinta, la cosa se va complicando y afloran temas no tan simpáticos como puede ser el de la violencia de género, que flota en el ambiente sin que sea el principal, pero que deja un cierto mal cuerpo.

Nos encontramos con otra película bicéfala. Últimamente parece que esto se ha puesto de moda. En este caso tenemos a Lucky McKee y Chris Sivertson, que hacen las funciones de directores y guionistas. El primero es un viejo conocido nuestro ya que dirigió y escribió la impactante The Woman allá por el 2011, en cuanto a Chris estamos ante un hombre de cine, que ha tocado todos los palos, tanto técnicos como creativos.

Mäddy es una adolescente que tiene ciertos problemas con el capitán del equipo masculino de fútbol americano del instituto. Para arreglar esos asuntos, a su manera, no duda en inscribirse en el grupo de cheerleaders. De un tema tan simple se deriva una historia que tomará increíbles caminos sobrenaturales.

Entretenida y divertida cinta que tiene como principal misión la de hacer pasar un rato divertido, que no es poco. Para ello se sirve de un guión muy bien estructurado que plasma, por la manera en que está dirigida, de manera simpática y amena una obra truculenta y salvaje. También se sirve de unas interpretaciones que cumplen sobradamente su objetivo. Los nuevos valores del cine estadounidense muestra aquí su talento, aunque están dibujados de manera un tanto simple y superficial, es lo que tiene hacer películas sobre adolescentes. Entre el amplio reparto, destacaría a Tom Williamson, como malo, malísimo, y a todas las chicas, empezando por una alocada Brooke Butler, una enigmática Sianoa Smit-McPhee y la protagonista Caitlin Stasey. La música de Mads Heldtberg da un toque de frescura muy acertado, porqué oxigena las, a veces, asfixiantes imágenes.

En fin, no es la típica alocada comedia americana. Tiene mucho más, todo ello tenebroso y con un trasfondo que hay que mirar detenidamente para darse cuenta. La fabulación quizás se les va de madre, quedando un film, para mi gusto, demasiado serio al final. De todas maneras es recomendable al 100%.

http://www.terrorweekend.com/2013/10/all-cheerleaders-die-review.html

Con excepción de Red (2008), Lucky McKee ha hecho de la mujer su fetiche cinematográfico. Un recurso que ha explotado en la medida que su tendencia hacia el Terror le ha permitido –cualquier tipo de Terror– teniendo en May (2002) una especie de comedia negra acerca de como una chica perturbada va con su hielera rodante matando gente para cual Dr. Frankenstein hacerse del novio perfecto, Sick Girl (2005) título con el que participa en la serie Masters of horror, donde retuerce el cuento de Quiroga el Almohadón de plumas para producir la historia de una entomóloga y su amor por los insectos, The Woods (2006) de un ambiente lésbicamente sugerente (aunque poco de ello hay) sobre un colegio de señoritas dentro de un bosque maldito, y la excelente secuela de Offspring (2009), The Woman (2011) que vira por completo el aterrador matriarcado caníbal de su primera parte a un enfoque completamente diferente donde la cazadora es cazada y torturada por una familia aparentemente de una civilidad y ética intachable. La mujer protagónica, un sello inconfundible de McKee complementado de momentos tenuemente lésbicos y violentos.

Previo a este recorrido filmográfico se encuentra All Cheerleaders Die (2001), el debut de dos directores: McKee y Sivertson –quienes después trabajarían por separado, Silvertson menos productivo–, un filme de bajo presupuesto que recreaba un ataque zombi en el tan conocido mundo de las comedias americanas de adolescentes, los zombis eran las porristas. Poca comercialización tuvo. Y es en el 2013 que vuelven a reunirse, ya más maduros, pulen el guión y ofrecen una versión supongo más “fresca”. Un remake que entre lo Jennifer's Body (2009) de Kusama y The Craft (1996) de Fleming resulta una colección de clichés –las porristas, los jugadores de fútbol americano, la chica rara y marginada, la hermanita menor, etc.– facilona. Sin embargo me entretuvo y agradó en términos generales y creo que también a McKee y Sivertson, ambos deben saber que está muy lejos de sus otros filmes y aunque podría significar un retroceso gigantesco para McKee luego de The Woman lo veo como un break para divertirse un rato y recordar viejos tiempos.

Y es que finalmente es lo que es, una comedia adolescente que inicia con una impresión más oscura, alejada del factor cómico, en donde Maddy, una chica “diferente” entre la necesidad de venganza y una curiosidad sociológica decide entrar al club de porristas y hacer así el peor y último año en la escuela para Terry, el exnovio de su recién fallecida amiga y capitana de las porristas, Alexis. Aunque esto signifiqué romperle el corazón a su amiga Leena (a Leena le gusta Maddy) y enamorar a la novia de Terry, a quien desprecia y tacha de superficial, fácil e hipócrita. Sí, uno de esos enredos amorosos colegiales más o menos típicos en comedias americanas de adolescentes guapos y bellos, protagonizado por porristas tontas y deportistas patanes. Y esta oscuridad para nada inquietante pero si presente se termina con un puñetazo en el rostro del patán a la porrista.

Adiós oscuridad, venga la comicidad de la mano de la magia negra capaz de revivir a los muertos. Una segunda mitad dada a la sangre, a los CGI de pésima calidad, a lo absurdo, al sexo y a las traiciones, todo convergente en un final depurado y soso.

Una película que no hay que mirar con ganas de criticar la actuación o el guion lleno de agujeros. Si partimos de que decidimos ver una película de porristas que lleva de etiqueta “comedia de terror”, creo que está de más fijarse en eso, pero sí en los momentos divertidos que no todos son efectivos pero en general entretienen, y en lo personal, nunca me había caído tan bien la clásica rubia tonta, de hecho puedo decir que me encariñé con ese personaje y su manera tan dulce de beber leche.

http://teatro-vandrian.blogspot.mx

"Para gustos los colores"
Esta frase me la repite a menudo mi madre para hacerme ver que lo que yo veo de una forma puede tener una muy distinta interpretación a los ojos de otra persona. Viendo el algunas criticas a la película que se hacen desde esta web enseguida se me vino a la cabeza. Entiendo que hay gente a la que este genero B le atrae pero deberían tenerlo en cuenta a la hora de opinar sobre ella porque ,a mi entender, pocas bazofias mayores he visto en la vida: Guion horroroso, interpretaciones malísimas, efectos especiales cutres, diálogos absurdos...A mi entender desde luego un uno ya es darle mas nota de la que merece esta película.

Lucky Mckee ha llegado a sorprendernos con algún título de culto como May (2002) o con la brutal Woman (2011) y es uno de los directores independientes más interesantes del género de terror.
Con “All cheerleaders die” nos muestra su cara más comercial pero sin perder su sello más personal.
Maddy Killian, es una joven rebelde que ha trazado un plan oscuro para arruinar la vida del capitán del equipo de fútbol. Una serie de terribles acontecimientos convierten a Maddy, una de las chicas marginadas, aficionada a las ciencias ocultas y la brujería, y a tres de sus compañeras animadoras en unos seres hambrientos de sangre y violencia. Cuando uno de los chicos golpea y se mofa de ella, éstas acaban dentro del coche que después de una infernal carrera por la autopista termina en un fatal accidente y con el coche hundido en el fondo del lago.
La película transcurre entre el terror y lo fantástico con ciertos toques cómicos y en el que abundan los ingredientes típicos del género y aunque guarda cierta similitud con “Jovenes y Brujas” o “Jennifer Body” se distancia de ellas con la introducción de algunos giros que llegan a sorprender al espectador.
De hecho es un film para no tomárselo muy en serio y disfrutarlo como lo que es, una cinta de serie B que toma prestados ingredientes de otras películas.