Al otro lado del espejo

Como todas las de Jesús Franco esta película es "rara", en el sentido de atípica y original. Se puede clasificar como drama de misterio, con toques de terror sobrenatural y leve erotismo. Pero vamos, que es una definición aproximada, porque también tiene unos estupendos números de jazz, con lo cual aplicaría el género musical ... En fin, difícil de catalogar. Pero lo que importa es que todo eso mezclado funciona bastante bien. Es sin duda de lo mejor que hizo Jesús Franco como director.

La protagonista absoluta es Emma Cohen, por la que siempre he sentido debilidad. Ese rostro tan extraño pero fascinante, mezcla de ingenuidad y perversión, le va perfecto a su personaje atormentado. Y es una estupenda actriz que borda el papel. El guión es claro, la historia se sigue con facilidad e interés, los secundarios cumplen. los exteriores preciosos en la Isla de Madeira y la banda sonora excelente (a cargo de Adolfo Waitzman, una garantía). A destacar un par de números de jazz, con la propia Emma Cohen cantando, aunque seguramente doblada, realmente buenos. El director está más fino y detallista de lo habitual, sin sus típicas excentricidades. Buena película, ya digo.

Muy recomendable.

[ Y una aclaración, para evitar confusiones: existen otros dos montajes de esta película. Una para el mercado francés, llamada "Le miroir obscene" que es pastiche de corta-pega (sólo en francés, sin subtítulos) cambiando un poco el guión para sustituir algunos personajes, añadiendo escenas de sexo duro que no vienen a cuento y convirtiendo una buena película en un bodrio de mal gusto. Y un tercer montaje hecho para Italia, que al parecer es aun peor que el francés, con más escenas añadidas de porno puro y duro ].

Esta es una de las películas mejor hechas de las que he visto de Jesús Franco. Se nota que aún se preocupaba de la calidad en su cine. Es una historia de terror gótico, aderezada con algo de erotismo y cierto libertinaje que escandalizaría a principios de los 70. La babosería de los personajes masculinos resulta repugnante.

La peli no aterroriza a nadie hoy en día. Imagino que sí lo haría en 1973, cuando el público era más ingenuo.

Pese a que sólo dura hora y media, está llena de fragmentos musicales que llegan a ser cansinos, máxime cuando abusan una y otra vez de la misma melodía.

Me ha resultado curioso que la vestimenta de los hombres haya quedado obsoleta, desfasada, y que sin embargo la de las mujeres es perfectamente actual.

Los ojos verdes de la protagonista son fascinantes, y Jesús Franco no escatima en primeros planos para mostrarlos. De hecho, Emma Cohen ha muerto recientemente, y en un foro recomendaban esta película para verla en el esplendor de su juventud, y fue por lo que me decidí a verla.

El final es de lo más degenerado.

La película tiende a mostrarse ambiciosa en lo cultural pero su acción transcurre sin pauta homogénea, como a saltos, mientras la trama intenta despojarse de su evidente languidez mediante inesperados giros, voces de ultratumba y algún lance de suave erotismo.
Sus diálogos buscan la naturalidad pero sólo encuentran las notas de lo vulgar mientras algunos sentimientos y emociones revolotean entre los fotogramas sin acertar con el lugar que les corresponde.
Una fotografía sugerente y una acariciadora banda sonora no bastan para atraer la atención.
Convencional, lenta y un poco cursi, la propuesta de J. Franco da la impresión de inspiración escasa y los metros de celuloide parecen los plazos de una condena de obligado cumplimiento.

Omitiendo el simbolismo del espejo, del previsible (leer título), la película pasa continuamente del ensimismamiento a la melancolía de Cohen, y quizás es ahí donde Jess Franco peque: los largos trances de Cohen no ayudan, contradictoriamente a lo que él pueda pensar, a que el espectador conecte con ella, puesto que el recurso del espectador no puede ser únicamente la mirada fija de la actriz, perdida entre recuerdos, paisajes, música y varones. Por otro lado, la melancolía sale al rescate del resto de elementos: las evocaciones a la tragedia, la combinación de realidad presente y realidad pasada, las elucubraciones.... Al final nos cuenta una historia de amor, pero no la esperada. Para ello juega con elementos como el sexo y la muerte.

"- Cómo se puede hablar de la libertad del hombre. No pedí a nadie que me trajeran a este mundo ni pedí a nadie que me lleve de él" (Boris Vian).

Para comenzar mi comentario debo decir que he visto solamente la versión "española", creo que con diversos cortes, lo que hace que lo que escriba quizás no sea del todo justo, pero debo ceñirme a ello.
Y lo que he visto (en noviembre de 2021) es un pastiche de padre y muy señor mío. No hay quien entienda bien el argumento, hay saltos en el tiempo y en el espacio y diversas situaciones rayan lo absurdo.
Así, la cinta me ha parecido tediosa en gran parte, con un buen punto de partida eso sí, y la siempre grata presencia de la Emma Cohen de los setenta, sencillamente preciosa y con unos ojos bellísimos, que aquí lo hace francamente bien, como atestigua el premio como mejor actriz otorgado por el Círculo de Escritores de Cine Español, en el año 1973.
Pero el desarrollo no convence en absoluto, resultando en líneas generales bastante aburrido.
Leo por aquí y por ahí algunos comentarios positivos y me alegro por ello pero no puedo estar más en desacuerdo si me ciño a lo visto y oído por mi.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/