Pajarico

Dios existe y se llama Paco Rabal , que manera tan peculiar y tan espectacular de interpretar. Pasara la eternidad y seguirá sin exitir alguien como él.
¡Ojo! la película es bonita, tiene escenas dignas de recordar para siempre, pero a mi me impactó por encima de todo eso: la interpretación que hace Paco Rabal de un hombre con amnesia y que no sabe lo que dice a ratos.
La película trata el tema de los conflictos familiares, de la vida en familia.

Pajarico de Carlos Saura es un drama romántico basado en la familia de un joven cuyos padres se están separando y va a Murcia durante 3 semanas para conocer a los miembros de su familia. Dirigida con un ritmo pausado y con un estilo profundo e intimista algo distinto al cine más habitual y usado del director, es una obra hermosa que recoge varias experiencias en pocas semanas vividas por un niño que lo hacen madurar y descubrir ciertas situaciones más propias de un adulto que de un niño, siendo ese el principal fuerte del film para satisfacer a los seguidores del género y del director, concluyendo un film notable que te hace vivir varias situaciones algo inusuales a través de la mirada de un niño.
La fotografía lumínica es hermosa y naturista en sus evocadoras imágenes que confortan y llenan de encanto el film, logrando una labor idónea y repleta de detalles aunque en alguna escena sea de lo más desconcertante. La música es emotiva y triste en la mayoría del film, con unos sonidos instrumentales y tranquilizadores que son profundos en sus inspiradoras melodías que acompañan el film en los momentos oportunos. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica particular y propia del director mediante el uso del travelling, seguimiento, subjetivos, voyeur, avanti, retroceso, primeros y primerísimos planos, cámara en mano, reconocimiento y panorámicos que sacan lo mejor tanto de las interpretaciones como de su entorno.
Las actuaciones son auténticas y admirables. Como protagonistas infantiles Dafne Fernández y Alejandro Martínez están naturales y acertados en su labor, siendo estupendas las interpretaciones de Francisco Rabal, Manuel Banderas, Juan Luis Galiardo, María Luisa San José y Borja Elgea. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones normales de personas de a pie en una correcta labor que junto con los decorados y exteriores te transportan.
El guion, escrito por el director, es hermoso por un lado en el autodescubrimiento del niño junto a su familia y también cuanto menos curioso por las complejidades y excentricidades de los familiares del joven protagonista, siendo esa exposición de personajes el verdadero fuerte y atractivo del film para los que busquen películas personales y con complejos personajes. Esto se lleva a cabo con una narrativa natural y expresiva que es poética, profunda o desesperanzada en una labor que define las personalidades de cada uno de los miembros de la familia. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que se hace algo lento, pero que no hace el film excesivamente largo en cuanto a su duración.
Concluyendo, la considero una obra particular e íntima de Saura en la exposición de sus complicados personajes y el autodescubrimiento del joven protagonista de ciertas cuestiones de la vida más propia de adultos experimentados que en niños, cautivando con esa cuestión a los seguidores del género y del director. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que vuelven a Pajarico, un film bello y natural que merece la pena ser descubierto.

Una película con niño con pretendido ambiente bucólico que no llega a conseguir y cuya trama resulta a duras penas interesante, hasta que aparece el personaje de Paco Rabal. En la pareja de niños destaca la niña Dafne Fernández y en el trío de tíos protagonistas, Eusebio Lázaro peca de engolado (como muchas partes del guión de la película entera), Manuel Bandera está un poco sobreactuado en su típico papel pseudofolclórico y solo Juan Luis Galiardo mantiene su nivel habitual. En las tías, poco a destacar, solo que la escena de Marisa San José enseñándole de pechos al niño resulta bastante innecesaria.

La estación de tren, la colección de tíos y primos que ni conoces, la ribera del Segura, la confitería, los azulejos del rellano, la sierra y la huerta, el violonchelo, el misterio de un artista bohemio, sus cuadros y lápices, unas manos que buscan otras manos, creer ver el Gran Diseño culminado en la hermosa mirada de una mozuela...

Podría seguir enumerando las cosas de esta película que, como por artes mágicas, me han devuelto por un entrañable rato a mi infancia tardía, a algunos de esos tiernos momentos que casi había olvidado y que hoy he revivido mediante la piel del joven protagonista. No es ni mucho menos una película perfecta, pero por estas y otras cosas -qué momentos tan fantásticos tiene; qué personajes tan carismáticos, especialmente y por supuesto el del abuelo-, de corazón tengo que ponerle esta nota, con la que compartirá puesto en mi ranking solo con las obras maestras de Tarantino y Cameron. No podría haber sido de otra forma, es una cuestión personal.

Yo también me enamoré de una mozuela vestida de huertana a los once años, estando de viaje por Murcia. Por cierto, mi prima.

Luz de domingo.
Un niño, su enamorada, tres tíos, un abuelo y un funeral.
La luz delicada y sensual, las intrigas del mundo adulto y los recuerdos viejos.
Fuensatica está estupenda como visionaria. El chico es bonito, pero más soso.
La historia es tierna, amable, también crispada, pobre, un realismo didáctico de poco vuelo que solo al final con Paco se eleva, con su falta de aire, el pobre, su voz rota, su cara marcada y su verbo fértil; surrealismo castizo.
El modisto que pinta tanto, tan alegre y siempre bien rodeado; el pastelero del violoncelo con el corazón roto; el oftalmólogo atacado y muchas mujeres. El cine que reúne todas las artes y disciplinas; la pintura, la música, la ciencia y, sobre todo, supone una mirada sobre el mundo.
La familia como monstruo acogedor y enloquecido. La infancia atónita y maravillada.
La película es solo regular, pasable a duras penas, bastante inane y convencionalmente rara.
Se deja ver.
Galiardo y Rabal superan al resto con holgura.
Baroja, Velázquez..., los clásicos presentes.