Pajarico

Película de Saura manifiestamente mejorable que combina los recuerdos de la infancia del propio director con una ambientación en Murcia, tal vez como homenaje a Paco Rabal. Sin duda lo mejor de "Pajarico" es, aparte de la actuación del mito de Águilas (y de Dafne Fernández o Galiardo), la fotografía y las diversas secuencias que muestran la ciudad de Murcia y su Región, que apenas se han visto en el cine.

Porque por lo demás, el ritmo es nulo, el ritmo demasiado pausado pese a lo poéticamente bello de algunos fragmentos, y los personajes circulan y aparecen sin ton ni son, para desaparecer después o aparecer al final. Por no hablar de desconcertantes escenas típicamente Saura (y también de cierto cine español hasta hace poco) presenciadas por menores de edad como cuando el tío pastelero sodomiza a su amante, uno de los empleados, o cuando una de las tías del soso protagonista conmina al sobrino a que le toque el pezón.

Si la apruebo es por las imágenes de Murcia, la fotografía, Rabal y el tramo final.

Es lo que salvo de esta película, además del trabajo del niño, a pesar de que le hacen decir frases inverosímiles en un chaval.
Luego hay personajes ridículos, como el que interpreta el Brujo o el tío Fernando. Por no hablar de lo mal que lo hace Manuel Banderas.
Y lo de la tía haciendo que el niño le toque una teta. ¿No es pederastia?
Y el tan alabado aquí Paco Rabal, sí, es el mejor, con diferencia. Pero su discurso, de alguien que no anda bien del coco, resulta demasiado bien hilvanado. Alguien que por demencia senil se pierde no dice él mismo que se ha perdido. Un fallo de guión.
Saura, que ha hecho cosas buenas, como Los golfos y algunas otras, tiende cierta tendencia a que se le vaya la pinza. El paso del tiempo no ha perdonado a algunas de sus películas. Esta es una de ellas.

Carlos Saura no nos ha legado con “Pajarico” una de sus grandes obras maestras, pero sí una película con encanto, con un toque naif encantador, con una visión desde la preadolescencia estimable y con una pareja de jovencísimos actores (Dafne Fernández y Alejandro Martínez) que, junto con Paco Rabal, son los que hacen notable una película de no excesiva calidad, demasiado discursiva y teatralizada a ratos, pero de buenas intenciones.

"Pajarico" es la historia de un niño de 10 años que, ante el inminente divorcio de sus padres, es enviado desde Madrid con la familia paterna a Murcia a pasar tres semanas (tuvo que ser a Murcia, así es la vida…, que nadie se ofenda por mis recurrentes chistes con Murcia, por favor). Allí vivirá cada semana con uno de sus tíos, y cada cual esconde sus propios secretos personales inconfesables y sus propias manías, que ….. irá descubriendo con no menor sorpresa a la par que el espectador.

Pero, sobre todo, conoce a la primera mujer de su vida, el primer amor, que siempre es el que más cala y que jamás se olvida, personificado en su prima Fuensanta, interpretada por una maravillosa Dafne Fernández que se come la pantalla y a todo bicho viviente que se le ponga por delante desde su faceta normal como desde la paranormal (es una niña que ve cosas que van a pasar) En ella verá Manu su futuro y sus anhelos, en ella descubrirá un sentimiento inexistente hasta entonces, e inexplicable.

Una película que discurre en tono de comedia con algunos toques menores de drama hasta que, en su último acto, toma el mando de la función un Paco Rabal en estado de gracia, como siempre, y entonces lo eleva todo a la categoría de importante interpretando a un abuelo con tendencia discursiva a pesar de su demencia senil pero con muchos mensajes que transmitir al “pajarico” protagonista y a Fuensanta, la nieta que lo presiente todo. Película entretenida.

Homenaje claro el que hace aquí el director aragonés Carlos Saura a la región de Murcia y al actor Francisco Rabal, quién ya estaba muy mayor y en el ocaso final de su vida profesional y de su tiempo entre nosotros.

La película es lenta, muy surrealista al estilo de Berlanga y su "Amanece que no es poco", con unos personajes excéntricos y estrafalarios, donde se dan la mano una serie de miembros de una familia en la que el que no corre vuela y que gana en calidad en sus últimos 20 minutos en los que aparece el gran Rabal comiéndose la cámara y diciendo verdades como puños bajo la falsa apariencia de la locura.

Tengo que admitir que me he llevado una maravillosa sorpresa con la actriz Dafne Fernández, actriz que en su edad adulta me parece muy flojita pero que aquí, con apenas 10 años, está impresionante, con una madurez increíble para esa edad, siendo lo mejor de la película junto con Rabal, quién es un todoterreno de la actuación.
El niño Alejandro Martínez también está bastante correcto, al igual que otro grande de nuestro cine como es el sanroqueño Juan Luis Galiardo, actor que nos dejó demasiado pronto.

El resto de actores están para darles de comer aparte, Manuel Banderas muy guapo pero nefasto aquí, al igual que la veterana María Luisa San José o la mujer del director, una Eulalia Ramón muy limitadita.
No es de lo mejor de Saura, sinceramente.
Un saludo,
Tess

Saura no defrauda como grandísimo contador de historias. Es capaz de convertir cualquier cuento en algo emotivo, humano y verosímil. Los personajes están exquisitamente bien delineados. El desamparo de un niño cuyos padres se están divorciando, sirve de hilo conductor para conocer a sus peculiares tíos que lo han acogido cariñosamente, desde el modisto, dibujante y pintor que sabe contagiar el amor por el arte, el músico frustrado con graves conflictos personales o el médico con una hija problemática. En medio de todo surge un primer amor infantil, mientras que otra vida, la del abuelo, se va, víctima del alzheimer. Todos los actores están sensacionales, desde los más veteranos hasta los infantiles, destacando en especial el genial abuelo Paco Rabal.