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Pasión que redime

Drama Madeleine Damien, una bella ejecutiva de una revista, se ve continuamente seducida por un compañero. Cuando le presentan al principal cliente de la revista, un galán millonario, será también seducida por él. Esta situación la llevará a un punto límite. Adaptación de una exitosa representación de Broadway. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un intenso drama psicológico dentro de los cánones del cine negro clásico –estamos en 1947– con un buen guion, una magnífica puesta en escena y unos actores idóneos que redondean sus papeles, en especial sus dos protagonistas, Hedy Lamarr y Dennis O'Keefe, nos ofrece esta película tan atractiva.
Hedy Lamarr -impresiona su belleza; su atractiva modernidad-, interpreta a una mujer frívola que va buscando un nuevo sentido a su vida, huyendo de sí misma, de cierto desequilibrio mental de índole sexual y de un acontecimiento delictivo. Dennis O'Keefe -tierno y duro a la vez-, da vida a un científico abnegado que persigue un medicamento para beneficio de todos los hombres, añora una compañía que disuelva su insoslayable soledad e intenta descifrar el enigma que recae sobre su amada.

Estas dos historias paralelas de dos seres en conflicto –aunque solo hasta ahora se nos ha mostrado con gran habilidad la acción de la primera– se enlazan en una apartada y anónima pensión, donde predomina cierto grado de extrañeza ambiental gracias al comportamiento de una ambigua -y siniestra- patrona, dando fruto a una arrebatada historia afectiva, a una trama policial y a una redención gracias a la constancia del amor.

El director de la cinta, Robert Stevenson, realizador, en una primera etapa, de obras de la talla de Alma Rebelde (Jane Eyre, 1943), fue mundialmente conocido por una serie de trabajos –muchas veces de consumo– para la factoría Disney, de la que sobresale la aclamada y deliciosa Mary Poppins,1964.

En resumen, Pasión que Redime (Dishonored Lady, 1947) nos ofrece, con elegancia y sin estridencias, y con un sugestivo argumento, dos de los géneros y de los contenidos más recurrentes del cine clásico americano de los años cuarenta: el cine negro, el melodrama y las temáticas del falso culpable y del psicoanálisis.
Intriga, acción y sentimientos -el trasfondo es de un romanticismo sin paliativos-, tratados con una intachable sobriedad, recorren los casi noventa minutos que dura este turbador film.
Para disfrutar.
Luis Ángel Lobato
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25 de abril de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcto melodrama dirigido por Robert Stevenson ( artesano de la época al que también se debe " Mary Poppins " ).
Con un guión sencillo a la par que preciso y amparado especialmente en la buena labor actoral de Hedy Lamarr ( actriz que protagonizó el primer desnudo de la historia del cine en el film mudo " Extasis " de 1.933 ) transcurre esta historia mezcla de thriller con toques psicológicos ( la protagonista Lamarr acude a un psicólogo ).
Dos buenos secundarios ( Dennis O'keefe, protagonista de " La Brigada suicida de Anthonny Mann. 1947, y John Loder ) dan empaque y sustento a dicha historia con su profesionalidad delante de las cámaras.
Un rato después de una cena, a oscuras y en buena compañía aun le dan mayor gratitud a dicho film si cabe.
Un saludo, Efelson.
efelson
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12 de septiembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante trama psicológica que está dentro de las innumerables películas que utilizan la base de este tipo de argumento: un crimen, una intriga y un juicio esclarecedor. Es una trama que con las debidas variaciones se repite una y otra vez en el cine negro desde siempre, utilizándose como fondo la falta de consciencia del protagonista, ya fuera por una hipnosis, una fuerte amnesia o, como en este caso, un trauma psicológico.

La presentación de la protagonista tiene en el inicio una carga de feminismo muy actual. Madeleine Damien, (Hedy Lamarr), es una mujer prototipo de la mujer moderna, activa e independiente, en este caso además posee un cargo importante en una revista y encima es una mujer de un atractivo irresistible. Eso la convierte tristemente en objetivo de los hombres que se cruzan con ella. A estas circunstancias hay que sumar un pasado que le ha dejado huella imborrable: un trauma a causa de su padre, por lo que la presentación de dicha mujer termina completándose como una mujer errática que busca desesperadamente una estabilidad emocional. Hasta aquí hemos ocupado medio tramo de la película que es cuando llegan los hechos cruciales de la trama.

La actuación de ella es clave ya que interpreta muy bien el personaje antipático…, odiosa en una palabra, una persona agobiada que opta por a ser cortante (creo que es fácil comprenderla). Ella, Hedy Lamarr, es la película en sí y todo está muy bien hilvanado gracias a un argumento que no se dispara en disonancias argumentales; y en las psicológicas, sólo las justas.
floïd blue
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31 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de una exitosa representación de Broadway, que se empeñó Hedy Lamarr (no lo olvidemos, todo un genio en ciencias e inventora de no pocos ingenios que aún hoy y por siempre se están empleando en diversas facetas de la vida humana), en pasar a la pantalla grande.
El resultado es un film más que aparente, que al comienzo parece será un film de corte sobre todo romántico, para pasar a ser un film de intriga criminal.
Está bien llevada, resulta entretenida en todo momento y la parte final es muy interesante.
Lo más importante, empero, sobre todo teniendo en cuenta la época en la que se rodó (aunque antes estaba la obra de Broadway), es la pero que muy peculiar (para las mentes algo obtusas del vulgo), personalidad de la protagonista. Una personalidad que en estos tiempos presentes no representarían ninguna sorpresa ni estudio psicológico, pero que en aquél entonces estaba considerada poco menos (y sin menos) que una verdadera enfermedad. Aquello de que una mujer soltera tuviera varios amantes (no a la vez) estaba pero que muy mal visto y era sinónimo de estar mal de la cabeza...
Pero bueno, entrando en el film en sí, Robert Stevenson, que años después solo trabajaría para la factoría Disney, consigue un relato fluido, y las interpretaciones son entonadas, destacando la de Hedy Lamarr, que lo hace bien y además es un verdadero placer ver sus primeros planos, donde podemos apreciar lo guapísima que era.
Es amena la película y ha envejecido de forma satisfactoria, aunque no es tan buena, creo yo, como he leído por ahí.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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18 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madeleine Damien es la editora de moda de una elegante revista de Manhattan con una agitada vida nocturna. Desafortunadamente, las presiones de su trabajo y su mala suerte con los hombres la están llevando a un colapso. Tras buscar la ayuda de un psiquiatra, inicia una nueva vida como pintora y conocerá al doctor Cousins, patólogo que lucha por abrirse camino en el mundo de la investigación. Pronto descubre su pasado cuando se ve implicada en un asesinato de uno de sus admiradores más insistentes, el joyero millonario Sr. Courtland.

Con un estilo algo recargado, melodrama y cine negro de serie B de carácter psicologista –uno de los personajes clave es un psiquiatra que parece saberlo todo- se combinan para el talento y la belleza de Hedy Lamarr, lamentablemente acompañada por un plantel de actores de 3ª división –inexpresivo Dennis O’Keefe, paralizantemente mediocres John Loder y William Londigan- en papeles apenas abocetados.

Como suele ser norma en las folletinescas películas de Stevenson, la felicidad depende únicamente del azar, lo que acaba por depararnos un bastante caduco melodrama desde el punto de vista argumental, donde todo recae sobre la reputación de la protagonista. Ello que resta fuerza a una propuesta hecha, al menos, con oficio, si bien realizada con cierto apresuramiento –un guion más que descuidado, un montaje atropellado- y del que nuestro recuerdo sólo atesorará la electrizante belleza de Hedy Lamarr.
Gould
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