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Animal

Thriller. Drama Antonio Decoud es un hombre de familia conservador que se ve obligado por el destino a enfrentar una situación inesperada que lo sacude hasta el núcleo, revolviendo su vida y sus prioridades, empujándolo a olvidar sus creencias y su forma de entender la vida y seguir el instinto más básico: el instinto animal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
26 de mayo de 2018
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho de ver a un actor como Guillermo Francella protagonizando un thriller, cuyo personaje trabaja en un frigorífico y que el director, ganador de un oscar, de dicha película sea el mismo guionista de Birdman daba mucho que desear.
La película comienza muy bien, el problema es claro y conciso. El ritmo es sencillamente normal. Los personajes demuestran el dolor que llevan en su vida y sentís empatía por ellos. Pero a medida que la película va pasando, se vuelve mucho más lenta y difícil de dirigir. Escenas que podrían ser más fuertes no te generan incomodidad o miedo a que pueda pasar, acciones que no tienen sentido alguno y personajes que parece que cambian de personalidad a medida que pasa el filme. Se llega a sentir que una película de simples dos horas se convierte en una de tres.
Algo muy remarcable es Francella y su Antonio Decoud. El cambio que va haciendo el personaje es notable y puede justificarse muy facílmente: Desesperación. Aquí también remarco el título de la película. El sentimiento de desesperación lleva al protagonista a tomar medidas drásticamente, sin pensar o actuando como un "Animal", al punto de sentir que no tiene una conciencia y hace lo primero que piensa.
En fin, la película tiene un buen mensaje, el cual logra explicar que gracias a la desesperación uno puede llegar a cualquier cosa, pero en cuanto a la película en sí, deja mucho que desear.
Mateo Martínez
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13 de noviembre de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Animal arranca con fuerza. Se produce un plano secuencia inicial de final abrupto. Desde allí, un espiral negro: nada será lo que era. Todo siempre puede volverse "un poco peor".

El prota necesita un riñón. Su tipo de sangre le dificulta conseguir donantes y todo lo que supo conseguir a nivel familiar y económico no le sirve en lo más mínimo. Pero que quede claro: al él no le sirve, no lo siente como tal, su riñón le recuerda que el convencionalismo del "buen vivir" puede quedar obsoleto a la primera de cambio. Este cachetazo a sus criterios de vida le quita un sostén mental que ya se antojaba resbaloso.

La primera mitad de Animal es impecable, un notorio regodeo trhilleresco con toques de terror psicológico. Por un momento, parece que la peli tomará ese camino y toda la estructura que ha formado parecía facilitar esa decisión.

Pero.

Al pasar la primera mitad, el abismo mental del protagonista se traslada a dos nuevos secundarios con manías y miserias propias. Dos marginales que aportan toques de humor negro, sátira y drama (entre pesado y ligero). Aquel drama único de Francella pasa a ser un triángulo de locuras varias y el guión opta por lo más delicado: trasladar la triple locura al devenir de la historia. Puede rozar lo inverosímil o camuflar tanta negrura con altas dosis de cinismo cómico. En medio de esa ensalada la peli pierde su enfoque: sabe hacia donde va, pero no consigue darle una dirección nítida.

El desenlace parece un flan agridulce que oscila entre el nihilismo, la esperanza y la falsa auto complacencia. Animal logra plasmar la desesperación por sobrevivir pero falla por no mostrarse lo suficientemente concisa como para sonar convincente.
Juan Rúas
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23 de mayo de 2018
17 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber escrito el guión de la brillante “Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance)“, Armando Bo nos trae un thriller sobre la miseria de un hombre, que desesperado por vivir, tras saber que necesita un transplante de riñon, busca cualquier alternativa para sobrevivir.

En sí, la idea no es mala, técnicamente está bien, imposible negar la gran calidad con la que está filmada. El problema es, y aunque increíble, el guión, viniendo de un tipo que ganó el Oscar… pero claro, un mal día lo puede tener cualquiera.

Sus 112 minutos carecen de ritmo, a tal punto que se hace interminable. Ni Guillermo Francella ayuda a que despierte algo de interés. Ni hablar de Carla Peterson, totalmente desaprovechada, si tiene 10 minutos en pantalla es mucho.

Los protagonistas no logran levantar la cinta y los secundarios dan pena, rescatable es el papel de Federico Salles, que te puede sacar una o dos risas, los demás no existen.

Una producción fallida por parte de Axel Kuschevatzky y Matías Levinson. La peli tenía todo el potencial, pero llegando a la media hora ya sabés que te vas a comer un embole. Animal es que ésta película se ha estrenado en cines.
D Van Costis
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26 de mayo de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una importante experiencia adquirida en el exterior, la dupla Bo/Giacobone demuestra en Animal sus habilidades de escritura. El guión de Animal es sólido, coherente, y por lo tanto, creíble. Nunca cae en puntos muertos y la continuidad de las escenas transcurre con espontaneidad.
El protagonista, Antonio Decoud disfruta de todas las comodidades de un típico burgués de clase media. Es un hombre que lo tiene todo y de la noche a la mañana se encuentra al borde del abismo. En él aparece un espíritu de sobrevivencia que lo lleva a transformarse en el animal que menciona el título. Al ver que la lista de donantes no avanza, decide comprar un riñón por su cuenta. Lo cierto es que en él se produce una metamorfosis. En la lucha que entabla aparece lo peor de un ser humano, un proceso de corrupción que lo lleva a ponerle un precio a la vida. Lo notable del caso es que el pordiosero que le ofrece su riñón es tan especulativo como él. Si bien la puesta en precio de un riñón puede verse como una consecuencia de la lucha de clases, también es cierto que podría decirse que todo tiene su precio más allá de cualquier tipo de desintegración social. Hay aquí cierta decepción simplemente por el ser humano.
Esta historia de lucha por la vida también puede ser vista como una gran metáfora de nuestro país. El edificio tomado donde vive el pordiosero que está dispuesto a vender su riñón es el famoso Chateau de Fontenac, un palacete construido hace 110 años y que fue una obra arquitectónica que caracterizó a Mar del Plata a principios del siglo pasado cuando la ciudad se transformaba en el balneario predilecto de las clases altas de la sociedad. Otrora vivienda de una de las familias más pudientes de la Argentina, hoy ha devenido en albergue clandestino de linyeras. Un signo inequívoco no solo del deterioro del inmueble sino de la descomposición social que ha sufrido la ciudad, que lamentablemente se hace extensivo al resto del país. Bo no solo utiliza un símbolo de la ciudad para marcar los signos de la decadencia sino también que aprovecha la ciudad y su costanera para llenar la pantalla de tonos grises. Mar del Plata deja de ser la ciudad de turismo veraniega para convertirse en la ciudad de Antonio, una ciudad tan fría y solitaria como las tonalidades de la bruma del mar, de las olas que rompen contra las piedras del Cabo Corrientes, el asfalto de las calles desiertas, y ese viento húmedo de la costa que se cuela en el alma.
Metáfora sobre un hombre enfermo que vive en un país enfermo donde toda se mercantiliza, Antonio está dispuesto a comprar vida mientras haya alguien dispuesto a vender un riñón. Y como bien lo dice el tango, todo se ha transformado en un despliegue de maldad insolente, da lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Antonio no se conforma con esperar su turno en la lista. Sale por su cuenta a buscarse un riñón. En esa actitud del personaje hay un abandono total de valores. Una falta de ética que señala que está dispuesto a todo. Pero del otro lado, encontrará a su par. Un pobre tipo que está dispuesto a vender un riñón.
En este camino hacia el infierno todo parece inducir que cada cosa y cada hombre tienen su precio. Pero un precio también reconoce un costo. Estamos ante la primacía del egoísmo. No importa cuánto uno sacrifica sino el resultado que se obtiene. Una sociedad que ya no se maneja por preceptos morales sino por objetivos. Como si no viviéramos en una sociedad sino en una empresa, la exaltación suprema del esfuerzo individual. Sin ética, sin valores. Sin importar el otro. Un país lleno de contradicciones cuyos habitantes quieren tener un Estado poderoso y protector pero a la vez viven evadiendo impuestos, trabajando en negro y eludiendo las reglas más elementales de convivencia. Un lugar todo se aplica a conveniencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charly Barny
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9 de julio de 2018
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a verla esperando encontrarme con otra cosa, y lo que termine sintiendo fue una sensacion de incomodidad durante todo el transcurso de la pelicula.
Animal muestra hasta donde puede llegar el ser humano para sobrevivir, incluso dejando de lado nuestras propias convicciones, o quizas dandonos cuenta que nuestras convicciones estan sostenidas de pequeñas pinzas invisibles que desaparecen en el momento en que nos encontramos con una situacion limite que nos lleva a cometer cualquier atrocidad con tal de salvarnos, tal como le sucede al protagonista de esta cinta.
La miseria humana en todo su esplendor.
paolita29
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