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Nos habíamos amado tanto

Drama. Comedia. Romance Amarga crónica de la historia de Italia, desde la posguerra hasta los años setenta, narrada a través de un grupo de amigos de izquierdas que se conocieron cuando en 1944 lucharon contra los nazis. Este retrato del idealismo, pero también de la inevitable pérdida de las ilusiones a causa del acomodamiento burgués, fue el primer éxito internacional del realizador italiano Ettore Scola. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2006
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ví por primera vez cuando era estudiante allá por 1977. Me impresionó tanto que la vi muchas veces en los siguientes años durante los cuales era vista frecuentemente en los cine clubs. Es un fresco de la historia italiana admirablemente sintetizada en pocos personajes. El paso del blanco y negro al color con una vista de la plaza en la que se ve a los tres amigos distanciarse por muchos años y los momentos del reencuentro en la que uno de ellos expresa amargamente que quisieron cambiar a la sociedad, pero que ésta finalmente los cambió a ellos son sólo algunas de las escenas francamente inolvidables de un película construida a manera de mosaicos que se hacen imprescindibles en el contexto. Deben haber pasado cerca de 20 años sin verla y sin posibilidad de encontrarla, pero estoy seguro que cuando llegue esta oportunidad la apreciaré con el mismo placer y sentimiento con la que se abordan las obras maestras.
Gustavo
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25 de enero de 2015
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y el espectador no tiene que dejar la butaca para producir una “nueva cinta”. Así lo quiso Ettore Scola en “Nos habíamos amado tanto” (1974). Una obra de arte en 120 minutos de celuloide…y de eterna vigencia.

El filme está abierto a múltiples lecturas: la social, la histórica, la política, la humana… una obra de arte siempre es polisémica, posee múltiples significados, pero es el espectador quien con su interpretación la completa y al hacerlo aparece una propia, que es nueva, personal y auténtica.

“Una crítica es una cuestión de distancia correcta” dijo Walter Benjamin, sin embargo, la distancia implica un límite entre dos puntos y como sabemos: “un límite no es eso en lo que algo se detiene sino aquello a partir de lo cual algo inicia su presencia” (Heidegger).

Y esta presencia de lo nuevo, nos permite a cada uno contar nuestra propia historia eligiendo los protagonistas y las escenas de la obra. Para Scola todos somos directores de cine.

Con los personajes de Antonio y Luciana, el director hace una película dentro de otra película: la de Kim Novak en el papel de Mildred Rogers en Servidumbre Humana (Ken Hughes, 1964).

Scola, nos muestra el camino y con un guiño nos da a todos la oportunidad de escoger y ordenar la secuencia narrativa de las escenas, y dejar que surja, como una epifanía, una nueva versión, personalísima y única como la vida misma.

Como haría Scola, apago todas las luces del escenario y sólo dejo encendido el spot que ilumina directamente a los protagonistas.

En la primera escena Antonio está enamorado y no puede decírselo a su amada; lo tiene que hacer a través de un juego,” ¿Usted me oye?”, le pregunta, ella le contesta: “No”, está claro, solo si ella no escucha el hombre enamorado puede expresar su amor, porque si no, se rompe el encantamiento.

Scola nos muestra el arquetipo del hombre enamorado, de todos los Antonios del mundo, de todos los Antonios que se pierden en la noche de los tiempos, y de todos aquellos que se perderán en el futuro, que no podrán darle muestras de amor a sus Lucianas a riesgo de perderlas, porque como dijo el protagonista en la escena donde se reencuentran los tres amigos: “el futuro ya pasó”.

El estado patológico de Antonio es el de todo hombre enamorado, Luciana lo acerca y aleja. Antonio se desestabiliza, pierde el control y provoca con sus actos la violenta reacción de Luciana que le dice; “Yo hago lo que se me antoja”, “No tengo vínculos, ni quiero tenerlos”. “No te hagas ilusiones”. En otras palabras: “no estoy dispuesta a continuar, no eres el hombre que yo necesito”.

Años después se encuentran y con la mirada ya se han perdonado. Ella le dice: “¿Y tú?”(¿Cómo estás?) Y en ese: “¿Y tú?” de Luciana hay algo más profundo, le está diciendo: estoy aquí, me intereso por ti; y él mientras se sienta en la banca del parque le responde: estuve como un loco enamorado: “últimamente tuve una forma de ciclotimia”, lo dejé todo por ti: “estuve mal, tuve que dejar el hospital”, pero ahora ya estoy bien: “estoy sano ya volví”.

Pero si el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden y el fin último de la vida humana no es otro que la felicidad (Aristóteles, Ética a Nicómaco), no todos los Antonios y Lucianas del mundo disponen de la juventud que le permitió a Scola volverlos a unir.

Y, esa unión, ese encuentro, para Karl Jung no es una casualidad sino una sincronicidad, algo único en la dimensión del espacio-tiempo, que no tiene ninguna relación causal pero sí una profunda significación en nuestras vidas.

Gibrán lo explica bien cuando le dice a su amada Mary Haskell,

“Cuando dos personas se encuentran, son como dos Calas acuáticas que se abren de lado a lado, cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el remanso, las nubes y los cielos.”
(Khalil Gibrán, 1914)

Al final se produce la escena en la que Scola proyecta los deseos de todos los hombres enamorados del mundo; en ella Kim Novak como Mildred Rogers es Luciana y el actor Laurence Harvey es Antonio, que identifica y reúne a todos los Antonios que quieren escuchar de su amada: “…tú eres el único hombre de mi vida!”.

Kim Novak, ofrece a los hombres la satisfacción de un atávico deseo cuya cimentación cultural fue forjándose a través de la historia de la humanidad.

Este ideal romántico del hombre –que el genio de Scola descubre en su personaje Antonio–, nos permite ahora a todos los Antonios del mundo reconocernos en él.

Y en esto, hasta el mismo Freud en una de sus cartas a su novia –como un hombre sufriendo de amor–, víctima de la patología de todo hombre enamorado, le reclama y exige:

“No quiero sin embargo que mis cartas queden siempre sin respuesta, y dejaría de inmediato de escribirte si no me respondes. Perpetuos monólogos a propósito de un ser amado, que no son ni rectificados ni alimentados por el ser amado, desembocan en ideas erróneas sobre las relaciones mutuas, y nos vuelven extraños uno al otro cuando nos encontramos de nuevo y hallamos cosas diferentes a las que, sin asegurarnos de ello, habíamos imaginado”.
(Freud, Correspondance, 39)

Freud le está diciendo a su amada: el amor alimenta el amor.

(continúa en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Trillo
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3 de octubre de 2017
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nos habíamos amado tanto” venia precedida de tantos elogios que mis expectativas eran altísimas. Todas las críticas la catalogaban como una película brillante. Seré políticamente incorrecto, pero me decepcione al verla. Una película intermitente, que intercalaba escenas buenas, escenas malas, escenas geniales y escenas francamente mediocres, que no podía sostenerse en el tiempo. Diálogos exquisitos precedían a otros por decirlo menos del montón. Todo el análisis psicológico y sociológico de la película se me esfumaban ante lo difícil que se hacía de llevar cada ciertos instantes..
Crónica de 30 años de la historia de Italia, desde la posguerra hasta los años setenta, narrada a través de un grupo de tres amigos Gianni (estudiante de leyes, inteligente, apuesto y astuto), Nicola (profesor idealista y temperamental) y Antonio (enfermero noble pero inculto). Los tres eran de izquierda, veteranos de la resistencia anti-nazi pero solo compartían tres cosas en común: la amistad, su pasado en la guerra y una mujer, porque sus personalidades e intereses eran opuestos. Desde la óptica de estas tres personas tan distintas, se nos va mostrando la pérdida de las ilusiones a causa del acomodamiento burgués.
Al filme se le dan múltiples lecturas: sociales, históricas, políticas y humanas…a mí en lo personal, me parece un poco generoso, porque siento que en ni una profundiza demasiado.
Hay dos escenas que me gustaron bastante:
La primera en la que Antonio se le declara a Luciana, donde le director juega apagando todas las luces y sólo se enciende la que ilumina directamente a los protagonistas (como en el teatro). Es la forma, el juego, en que Antonio –que está enamorado- se lo puede decir a su amada. Escena muy bien lograda y emotiva.
La otra es por lo genial del concepto, es aquella en que Nicola ve a Vittorio de Sica en un estadio y le explica la respuesta que a él le habían dado como incorrecta en el momento culminante del concurso que perdió una década atrás.
Yo le recomiendo verla, pero le recomiendo no generarse tantas expectativas.
Jinx_888
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15 de mayo de 2009
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Scola más inspirado, más genuino y el que marcó la senda de un gran cineasta y una enorme carrera nacen aquí, en "C'eravamo tanto amati", un recorrido maravilloso a través de treinta años de la historia de Italia. Un viaje enriquecedor e inolvidable en el que, como siempre, Scola plantea infinidad de cuestiones que son tratadas de una manera humana y nostálgica. Trato sin duda influenciado por ese neorrealismo italiano que bajó la cámara a los "infiernos" y mostró con veracidad la vida que acompañaba a un pueblo que se movía entre trapos y miserias. Homenaje sincero a Di Sicca y a una generación de directores (Antonioni, Rosselini, Fellini, Visconti) que escribieron letras de oro en la historia del cine. Con estos ingredientes sumados a una estupenda utilización de las técnicas cinematográficas Scola firma su obra de arte.

Gianni, Antonio y Nicola son los tres protagonistas de esta historia. Una historia que comienza en los albores de la SGM donde los tres camaradas, convertidos en idealistas luchadores partisanos, pelean hombro con hombro contra la Wehrmacht. Jóvenes, amigos y repletos de vida, contemplan en primera persona el nacimiento de la República y la reconstrucción de un país hundido tras los estragos de la guerra. A ellos se suma Luciana, bella y esplendorosa, cuyos amoríos con los tres protagonistas acentuan el romanticismo final que desprende Scola. Esta primera parte, en blanco y negro, define a unos personajes que terminan muy alejados de sus planteamientos iniciales. Nicola, abandona su familia y se convierte en un cinéfilo idealista que pierde sus años en una lucha tan infructuosa como poco agradecida. Gianni se convierte en un abogado burgués, casado con una aristócrata, y metido de lleno en las mafias inmobiliarias que maneja la familia de su mujer. Condición esta ocultada a sus amigos y que se convierte en en la gran decepción de su vida y en la gran tragedia de la cinta. Mientras Antonio, conformista y estancado, se alimenta de sus encuentros con Luciana, un amor que le fue quitado y del que no se podrá desprender.

Encauzados pues en caminos diferentes, los encuentros y desencuentros a través de los años sirven perfectamente a Scola para desgranar esta historia de ideales perdidos en un mar que devora los años y hunde viejas ilusiones. Tragedia desesperanzadora esta, pero que Scola camufla perfectamente con un positivismo contagioso en lo que es y ha sido la principal virtud del director. Así cambia de registro y llena de colores la pantalla para regalarnos innumerables momentos emotivos sorteando de nuevo y con acierto el tremendo fondo oscuro propio de cualquier fatalidad existencial. Y esta lo es, sin duda.

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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24 de abril de 2006
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Mejor Juventud ha venido recibiendo la etiqueta de segunda parte, o continuación natural de Novecento, lo que no es del todo cierto, pues Bertolucci se sirve de los cambios en la Italia de la primera mitad de siglo más para exponer alegóricamente sus tesis más o menos panfletarias que para retratar el paso del tiempo en el país, la sociedad, y más concretamente sus protagonistas, como era el caso de la de Tullio Giordana. Por eso es más bien el film de Ettore Scola del que esa miniserie es una excelente heredera. Una Mujer y Tres Hombres -o mejor dicho, Nos Habíamos Amado Tanto, que sería la traducción del título original- cuenta las andanzas de tres amigos, Gianni, Nicola y Antonio, veteranos de la resistencia anti-nazi. Gianni , estudiante de leyes, es inteligente, apuesto y astuto; Nicola, profesor, es idealista y temperamental, y Antonio, enfermero, es noble pero inculto. Es Antonio quien conoce en el hospital a Luciana, de quien se enamora pero es incapaz de retener, al igual que les pasará a los otros dos a lo largo de los años. Los tiempos cambian, y los ideales por los que lucharon en los años 40, y las aspiraciones que llegaron a tener se han esfumado, por ellos mismos y por la omnipresencia de la Democracia Cristiana y el Vaticano en la sociedad; sólo les queda su mutua compañía, el recuerdo de tiempos mejores, y un amor que podría darse, o desaparecer definitivamente. Hay un par de secuencias magníficas, como las últimas de Vittorio Gassman y Aldo Fabrizi, o aquella en la que Nicola ve a Vittorio de Sica en un estadio explicando la respuesta que a él le habían dado como incorrecta en el momento culminante del concurso que perdió una década atrás. Su respuesta era correcta, pero ya no le resulta ningún consuelo viendo que el momento culminante de aquel film cuyas ideas tan vehementemente había defendido durante décadas se había fundamentado en un pequeño truco.. Sí, es una película magnífica, que desgraciadamente no pude disfrutar del todo porque tuve que verla en italiano con subtítulos en francés. Aún así, y con ciertos recursos más bien convencionales por parte de Scola de vez en cuando, es un film imprescindible.
Crackdown
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