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El valle de la muerte

Western Mannaja captura a un bandido fugado y va al pueblo más cercano para cobrar la recompensa. Pero el pueblo se encuentra en manos de una banda de asesinos capitaneada por Valler, y sin sheriff. Mannaja se juega al póker con Valler la recompensa del bandido... (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
17 de febrero de 2015
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de confesar que he visto pocos SW. Como mucho, unos 20. Pero cuando uno ha visto los cinco que rodó Leone y otras cinco o seis joyitas del subgénero como “Salario para matar”, “Django”, “El gran silencio”, “El halcón y la presa”, “El día de la ira” o “Keoma”, las esperanzas de que un SW vuelva a sorprenderte positivamente son —por desgracia— más bien escasas. Precisamente por ello, cada vez que veo un SW el tope de mis expectativas suele situarse en torno a las 6 estrellitas. En torno a aquello que FA califica como “interesante”. Y eso mismo es lo que me ha parecido “Mannaja”, un SW interesante. Un SW que cumple con las expectativas depositadas en él y que justifica someramente su visionado. ¿Cómo? Pues manejando con corrección sus ingredientes principales (buenas dosis de violencia, estética embarrada y brumosa, trama argumental ágil y entretenida…), constatando desde un primer momento que estamos ante una producción considerablemente holgada y cuidada y esquivando a la perfección, sobre todo, el patetismo y esperpento de muchas de sus producciones coetáneas.

¿Qué “Mannaja” evidencia lagunas en el guión, que Maurizio Merli no es Franco Nero y que la peli de Martino tira descaradamente de tópicos y clichés? Pues claro, para qué vamos a engañarnos. Pero si a todo lo bueno que he dicho de “Mannaja” le añadimos dos o tres frases bien dichas, cierto espíritu de crítica social y hasta ecológica y un par de secuencias muy bien resueltas (las que alternan el tiroteo y el baile de las rameras a base de cámara lenta, muy a lo Peckinpah, y la del fantasmagórico duelo final) el producto resultante es, sin lugar a dudas, un SW que se puede y se debe ver si eres un verdadero fanático de este subgénero. Y más teniendo en cuenta que “Mannaja” —junto a “Keoma” y “California”— contribuyeron a echar el cierre de forma más que digna a un subgénero que jamás contó con demasiadas joyitas y sí, en cambio, con algunas de las peores pelis de la historia del cine.
Taylor
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26 de julio de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este tardío spaghetti del 77 tiene la meritoria consideración de certificado de defunción del género. De entrada, es de agradecer que sus responsables no estuvieran pensando en convertirla en tal cosa (impresión que si que da la presuntuosa “Keoma” de un año antes) y que obvie el humor de garrafón que había terminado de degenerar el subgénero durante sus últimos años.

Para mí, el punto fuerte del western europeo siempre estuvo en el carisma de los protagonistas y en su capacidad para producir detalles, situaciones y momentos capaces de trascender la propia película. Así a bote pronto y sin recurrir a Leone se me ocurren el grito de “Cuchillo se va…!!!” de Tomas Millian en “El halcón y la presa”, el duelo con jarra de cerveza de por medio en “Joko invoca a Dios… y muere” o los consejos de Lee Van Cleef a Giuliano Gemma en “El día de la ira”, pero hay ejemplos a patadas . Sin embargo en muy pocas ocasiones esas perlas encontraban el engarce suficiente, debido a unas historias intercambiables repetidas hasta la saciedad y unos guiones anecdóticos con nula progresión narrativa (ya no digamos dramática).

Este caso es un buen ejemplo de todo ello; todo empieza con la recurrente escena de caza de un forajido y la llegada del protagonista al aún mas recurrente pueblo sin ley bajo el dominio de un omnipresente patrón. A partir de ahí la historia se enroca en los lugares comunes habituales: cruces de miradas, engarradas, tiroteos, cacicadas… la cosa no empieza a avanzar hasta pasados los tres cuartos de hora, cuando empieza una sucesión de giros de guión que, tras alguna escaramuza mas, nos lleva hasta el inaplazable duelo final. No ayuda tampoco el blandito Maurizio Merli, que encima acaba medio enamorao (esas cosas a Lee Van Cleef no le pasaban…)

Con todo, no faltan los detalles desperdigados, como los dos enormes mastines que acompañan siempre al villano, ni la escena-antológica-de-turno (al prota le aplican un primitivo “experimento Ludovico” con astillas clavadas en los párpados), y cabe reconocerle a Sergio Martino cierta clase en algunos momentos, como el montaje paralelo entre un baile de coristas y una matanza al ralentí (¿alguien ha dicho Peckinpah…?) o en la primera y última secuencia, ambas apenas intuídas a través de una espesa niebla que las envuelve en un halo fantasmagórico inexistente no obstante en el resto del metraje.
daCapo78
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22 de marzo de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente una de las mejores películas de Sergio Martino. Un sucio y violento western de la última hornada de “espaguetis” en los 70s, si no el último de todos.

A pesar de la calidad media de los “espaguetis” y además, por fecha, ser un subgénero agotado y dando sus últimos y aislados coletazos, estamos probablemente ante una de las mejores muestras de este tipo de cine. Reúne todos los tópicos pero los lleva más allá, elevando el nivel de podredumbre todo lo posible, con escenas realmente violentas y crueles (no hay más que ver la típica captura y tortura del protagonista, que es casi obligatorio en estas películas, pero en ésta le añade un plus enfermizo que el espectador no se espera). Las escenas de acción están bien hechas, con tiroteos que satisfacen al aficionado al western.

El protagonista, Mannaja, aunque el nivel interpretativo de Maurizio Merli le deja en mal lugar, es un personaje que de haber nacido diez años antes habría tenido la fama de Django, Sartana, Cuchillo o Sabata. Su principal peculiaridad es que es un experto en manejar el hacha tomahawk, con el que despacha a varios de los malos.

En definitiva, uno de los mejores “espagueti western”, para qué nos vamos a engañar, sobre todo para los que les gusten las escenas algo fuertes. Difícil de olvidar.
Hanshiro Tsugumo
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8 de junio de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descompensando western europeo, en este caso verdadero spaguetti western al ser italiano completo, que es muy irregular en su ritmo e interés. Pero al menos es serio, no cayendo en la parodia como ocurriría regularmente en la década de los setenta, a la que pertenece.
Su primera parte, por así decirlo, es muy deslavazada y demasiado convencional, todo ya bastante visto en otros filmes, salvo el que el protagonista utilice, si puede, más el hacha que la pistola.
Pero poco a poco la historia va tomando cuerpo y la presentación de diversos personajes enriquecen el argumento, que tampoco es para echar cohetes pero sirven para amenizar un poco más la cinta.
Tiene una buena y elegante decoración en interiores y la misma canción y música de los hermanos De Angelis, que se oye una y otra vez, la verdad es que no cansa y se agradece por su oportunidad al aparecer en escenas claves.
Como cosa que me agrada, aparece en un pequeño papel mi admirado Nello Pazzafini.
Con todo, aunque en líneas generales se pase el rato entretenidamente y siendo la duración stándard, creo que se alarga innecesariamente.
Discreta pero eficaz.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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3 de marzo de 2024
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Casi como en la canción de Labordeta, pero cambiando "viento y sol" por la lluvia y el barro que desde el primer momento marcan el devenir de la cinta. Son también el humo y el vaho, o los efluvios mefíticos de la mina, las miasmas de un ambiente corrompido.
Una cinta donde la atmósfera juega un papel muy importante.
La atmósfera y la excelente banda sonora de los De Angelis que machaca con el mismo tema en los momentos culminantes.
Western mediterráneo interesante, extraño, original.
Más que pistolero, hachero, el protagonista que da nombre a la obra. "Me llaman Mannaja (Merli) porque dicen que sé manejar bien ésta", y señala su hacha. En mal momento se deja caer por Sutton Ville donde MacGowan (Leroy) impone su ley, tullido y misógino, sobre una silla de ruedas, con el apoyo de Valler (Steiner), de sus secuaces y de su dinero.
Una historia original desarrollada con un guion desordenado que junta en heterogénea mezcolanza una banda de forajidos que anda por allí, un carromato de "bailarinas" que llega a la ciudad y la inevitable ambición del capataz.
Demasiados ingredientes en el guiso que se traduce en personajes superficiales. Sobre todo en el caso de Mannaja, solo regularmente interpretado.
Western rotundo, violento, serio, sin espacio para bromas. Con escenas brillantes como la que combina el baile de las "señoritas" con sus zapatitos moviéndose sobre las tablas mientras los cascos de los caballos atruenan el suelo persiguiendo la diligencia, la "ciega" venganza que prepara Mannaja en el fondo de la cueva, los tiroteos o los vuelos mortales del hacha.
Polvo, niebla, humo y vaho. El western mediterráneo está haciendo dignamente mutis por el foro.
Gloria al rey de los géneros cinematográficos.
Lafuente Estefanía
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