Cézanne y yo

La historia de Cézanne es contada a través de los ojos de su mejor amigo, Zola. Danièle Thompson se mantiene neutral y no toma partido por ninguna de las dos personalidades, a los que la obsesión por el trabajo, lo que querían conseguir era mucho más importante que cualquier otra cosa de sus vidas. Zola fue un escritor de gran éxito en su época y muy respetado, mientras que a Cézanne no le fue reconocido nunca su talento en vida. A día de hoy la figura de Cézanne es más importante e influyente en el mundo de la pintura que Zola en la literatura. Cézanne de ser un idealista compulsivo pasó a ser un notable post-impresionista, considerado el padre de la pintura moderna y una referencia para muchísimos artistas como vimos recientemente en la película Paula (Christian Schwochow), biopic sobre la pintora Paula Becker.

A principios de 1850, ambos artistas se encontraron por primera vez como escolares en Aix-en-Provence, en circunstancias completamente diferentes, Zola era inmigrante, hijo de un ingeniero italiano cuya muerte temprana dejó a su familia empobrecida, en cambio Cézanne pertenecía a la alta burguesía, su padre era banquero. Fascinados por el arte y la literatura, mantienen reuniones con frecuencia para compartir su pasiones comunes. A pesar de sus diferentes caracteres, su amistad es inquebrantable, comparten sus alegrías, esperanzas y decepciones. Cuando Zola se va a vivir a París siguen manteniéndose en contacto a través de cartas y se visitan cada vez que tienen la oportunidad.

La disparidad de criterios y desavenencias empeoró aun más, cuando Zola, escribe en 1886, La Obra, donde su personaje principal es un prometedor y fracasado pintor, retrato en el que Cézanne se ve dolorosamente reflejado. La película se inicia en 1888, con Paul Cézanne, después de un largo periodo de separación, visitando al afamado y próspero Emilio Zola a su mansión del norte de París. En la visita, además de reprender a su amigo de la infancia por el libro, aprovecha para recriminarle haber sucumbido a las comodidades de la burguesía. Un Cézanne gruñón y resentido atribuye parte del aburguesamiento de su amigo a la necesidad de sostener a la familia y anteponerla a sus principios, y Zola se resiente del idealismo y poco pragmatismo del pintor que prefiere la pureza del arte sin hacer ningún tipo de concesiones. Cézanne mantiene su intensa pasión creativa, trabajando en la soledad de Aix-en-Provence. Esta visita no se sabe si realmente tuvo lugar, no hay pruebas de ello, pero si pudo perfectamente ocurrir, por lo que Danièle Thompson se toma la licencia poética para imaginarse tal encuentro.

En Cézanne y Yo, la producción artística del dúo es tan importante como los enredos románticos, además de que contribuyeron a sus continuos enfrentamientos y piques. Zola se casó con la antigua modelo de Cézanne, según los rumores de la época, amante del pintor. La esposa de Zola (Alice Pol), fue una prostituta llamada Gabrielle que intenta escapar de su pasado creándose una identidad nueva como Alexandrine.

Con muchos saltos en el tiempo, Cézanne y Yo utiliza los flashbacks para ofrecernos un retrato completo de como fue la legendaria amistad entre ambas figuras, durante un periodo de casi 50 años, desde sus inicios como escolares hasta los últimos años de sus vidas. Las escenas de su temprana amistad en la niñez y en la juventud son agradables, llenas de espontaneidad pero excesivamente idílicas, mientras que las de su etapa posterior, en plena madurez artística e intelectual, son las más interesantes a través de sus continuas discusiones. En esta parte aparecen frecuentemente los dos amigos conversando, intercambiando pareceres y se siente como una especie de teatro filmado. Estas largas escenas llenas de diálogo ralentizan el ritmo de la película.

La fuerza de Cézanne y Yo radica principalmente en los buenos diálogos de los dos artistas, y en el talento tanto de Guillaume Gallienne, para interpretar de forma maravillosa a un Cézanne rebelde e inestable, como en el de Guillaume Canet para hacer lo propio con un Zola pragmático y más centrado. Hay celos profesionales, celos románticos, el reconocimiento de Emilio Zola como un genio por sus contemporáneos y el fracaso permanente de Paul Cézanne, a la sombra en el mundo del arte por artistas como Auguste Renior, Camille Pissarro, Eduardo Manet o Claude Monet.

A destacar los sublimes paisajes de la Provenza y los fantásticos juegos de luces del director de fotografía Jean-Marie Dreujou, que consigue, como si de una maquina del tiempo se tratara, transportarnos a mediados y finales del siglo diecinueve. La fabulosa imagen de Dreujou está presentada como si fueran cuadros de Cézanne. Cézanne y Yo se cierra con un maravilloso plano de la montaña de Sainte-Victoire para transformarse a través de un hermoso montaje en una de las muchas pinturas que Cézanne realizó en la zona.

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La directora Danièle Thompson dirige su sexto largometraje, deja atrás la comedia para hablar sobre la larga amistad entre el pintor post-impresionista Paul Cézanne y el escritor Émile Zola. Entre sus anteriores trabajos cabe destacar “Cena de amigos” y “Patio de butacas”.

Nos cuenta la historia ente estos dos amigos, que duró más de 50 años, llenos de encuentros y desencuentros entre los dos artistitas muy distintos entre ellos. La directora empieza su historia en el año 1888 cuando Émile Zola acaba de publicar su novela La Obra, protagonizada por su amigo Paul Cézanne retratado como un fracasado. Los dos artistas venían de dos clases muy distintas: Zola era hijo de clase pobre, que se enriquece al final de su vida y Cézanne, de familia aristocrática, muere en la miseria y sin reconocimiento alguno.
En la cinta se refleja muy bien el arte parisino que se produce durante finales del siglo xix. La belleza tanto de País como de la Provenza son aspectos fundamentales en el relato de la historia.

Aunque tiene algunos altibajos durante el metraje y se va perdiendo en alguna parte el interés de los dos protagonistas, la película va de menos a más y consigue que finalmente entres en la historia y puedas disfrutar de la misma

El trabajo de la pareja protagonista es impecable, tanto Guillaume Canet como Guillaume Gallienne tienen unos papeles bastante difícil de realizar, pero logran reflejar de manera impecable a los dos artistas. El elenco de actores secundarios también tiene un papel fundamental en la historia.

Como en la vida real las relaciones de amistad pueden ser muy profundas, dolorosas y ambiguas y aquí la directora consigue que todo eso quede bien reflejado.

Lo mejor: El trabajo de los dos actores protagonistas.
Lo peor: Algunos altibajos que tiene durante el metraje.

Parece ser que el novelista y el pintor terminaron su relación en 1886 y nunca más volvieron a verse. Así pues el encuentro de ambos en 1888 con el que comienza la película al igual que la diabetes de Cézanne que dio la cara en 1890, es una licencia dramática que se permite la directora Daniéle Thompson para revisar y hacer balance de las vidas paralelas de ambos artistas. Rompe Daniéle con esta su sexta propuesta el camino tachonado de comedias aceptables que conforman su curriculum y de la que recuerdo con cierto agrado "Jet Lag" (2002). 

La producción es notable y el dúo protagonista, sobre todo Gallienne como Cézanne componen sus personajes con eficacia. Es la mayor baza junto con la fotografía de Jean Marie Dreujou que nos traslada a los paisajes y el entorno que el pintor interpretó en sus cuadros y que hoy andan por los museos de medio mundo.
Aprendemos con el guión que Zola triunfó la mayor parte de su vida y que Cézanne tuvo que esperar casi a su última década para ser reconocido. Hoy la influencia del pintor en la pintura posterior es más valorada que la obra naturalista de Zola en la literatura. Sabemos que Zola era pobre y Cézanne de una familia burguesa acomodada. Ambos, como casi todos los artistas jóvenes y en general cualquier ser humano ven como sus ideales de juventud van dando un resultado diferente en su madurez, acomodándose unos y frustrandose otros.

Sabemos que la mujer de Zola de indecoroso pasado fue modelo y probablemente amante de Cézanne y que al final el novelista tuvo dos hijos con la criada Jeanne Rozerot. Sobre el calvario que pasó Cézanne con su esposa Hortense con la que se casó muchos años después de convivir con ella, con la que tuvo un hijo y que acabó por deseredarla, poco nos cuenta Thompson. También pasa ligeramente sobre la revolución artística de finales del XIX en París desmitificándola en esas reuniones de café donde se dan cita Pisarro, Renoir, Manet...
Pero es precisamente donde la directora quiere hacer hincapié, que es la relación estrecha entre ambos artistas, donde más falla su propio guión, donde no acaba de encontrar el modo, más allá de los reproches mutuos y la escena emotiva final, de expresar aquello que los unió y los separó después de 50 años de ideales comunes. La narración se vuelve farragosa y repetitiva y el esfuerzo de los actores acaba por diluirse. La novela de Zola "La obra" para cuyo personaje central Zola tomó prestadas vivencias mutuas y referencias del propio Cézanne a día de hoy no se considera la razón determinante para que rompieran su relación. Probablemente fue un compendio de factores arrastrados y frustraciones personales durante el medio siglo que compartieron. Al final Thompson nos regala una bonita coda con la montaña Sainte-Victorie transformándose en ella misma a través de la mirada genial y la paleta de colores del pintor.

cineziete.wordpress.com

Película insufrible que, o se ve en clave de humor, o no se ve. Actuaciones que incitan a la risa, organización temporal absurda, trama anodina y repetitiva. Encontramos a dos señores que van de aristas atormentados y a los que lo que de verdad les gusta es mirar descaradamente a jovencitas y sufrir mucho. Parece un concurso de reinas del drama.

Con lo bueno que es el cine francés y lo poco que me ha gustado esta película. Digo que es una oportunidad desaprovechada porque carece de todo ritmo. No para de haber saltos en el tiempo hecho que impide que puedas seguir está interesante amistad. Y mira que bien desarrollada hubiese sido una maravilla pero bajo mi punto de vista es un derroche de presupuesto porque es infumable. Gracias por leerme