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El juez y el asesino

Drama Francia, 1893. Cuando Joseph Bouvier, un sargento francés, es rechazado por su novia, la mata y después se pega un tiro en la cabeza. Milagrosamente ambos sobreviven, y él es internado en un centro psiquiátrico. Con las facultades mentales aún perturbadas, sale del hospital y lleva una vida errante por las carreteras. Durante cinco años viola y mata a una docena de adolescentes en las granjas que va encontrando a su paso. Cuando, por ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2010
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estupenda tercera película de Bertrand Tavernier puede ser vista desde distintas ópticas, y en cada una de ellas termina confirmándose como un trabajo valioso y memorable. Por momentos un sólido drama de época, en otros un relato policial y criminal clásico, y en muchos instantes una sátira llena de humor e ingenio a pesar de la sordidez de los crímenes que motivan el proceso judicial, nos ofrece un formidable estudio de personajes, y una aguda y crítica mirada a la sociedad y la política francesa, particularmente al sistema legal; lo más interesante es que aunque se trata de una película que transcurre a fines del siglo XIX, el realizador parece darnos a entender que muchas cosas negativas de esos años aún seguían presentes en la época del rodaje... e incluso, si reflexionamos bien, en la actualidad.

"El juez y el asesino" sabe equilibrar sus distintas capas demostrando un excelente manejo del ritmo y el tiempo; muy bien filmada, sin excesos ni aspavientos, aunque en ciertas notables escenas y planos queda de manifiesto el dominio del cineasta, ya palpable en esos primeros filmes. El espléndido guión destaca tanto por la definición de los personajes protagónicos y secundarios como por los afilados diálogos, llenos de detalles y reveladoras observaciones sobre los caracteres y su época; muy lograda la recreación de la vida en esos pequeños pueblos en medio de bucólicos paisajes, y hermosa y acertada como siempre la banda sonora de Philippe Sarde, incluyendo la deliciosa colaboración del actor y músico Jean-Roger Caussimon (en esa melancólica canción que sirve para un inesperado momento musical en la película).

Y por sobre todo, Tavernier se luce una vez más como director de actores, aprovechando al máximo al magnífico elenco convocado, alejando a todos los papeles de la caricatura en la que fácilmente pudieron caer, convirtiendo a sus individuos en seres humanos creíbles en sus defectos y virtudes, partiendo por los dos soberbios protagonistas, un Michel Galabru justamente ganador del César como mejor actor por su compleja interpretación del asesino, un alma en pena que por momentos es insoportable y desagradable, y en otros nos logra conmover e incluso que lo compadezcamos; y como siempre un Philippe Noiret que se luce en un rol lleno de matices, al que podemos apreciar, pero también despreciar, tan pronto divertido como inquietante. Junto a ellos, una veinteañera pero ya destacada Isabelle Huppert, la simpática y entrañable veteranía de Renée Faure y, muy especialmente, la inteligencia y sensibilidad con las que Jean-Claude Brialy compone a su inolvidable personaje, responsable de algunas de las mejores frases y reflexiones de la cinta.

El realizador y los actores de "El juez y el asesino" triunfan en convertir este relato en un recorrido por la ambigüedad de la condición y la moral del ser humano.
Lawrence
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20 de marzo de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tercera película de su director y la confirmación de su talento. Cuenta la historia de Joseph Bouvier (imponente Galabru), un ex-sargento francés que tras ser rechazado por su novia emprende una errante serie de asesinatos y violaciones de jóvenes a lo largo de toda Francia, hasta ser puesto en manos del juez Rousseau (espléndido Noiret). Ambientada en la Francia de finales del siglo XIX.
"El juez y el asesino" es una lúcida, sobresaliente, reflexión sobre la Justicia, su funcionamiento y sus relaciones con los seres humanos, que al fin y al cabo, son los que las aplican a la sociedad, dicen que no aleatoriamente. Pese a estar ambientada en una época muy concreta, Tavernier hace un film universal y atemporal, de estilo clásico, con un guión frondoso, fértil, soberbio, construyendo, una vez más, un policiaco raro, centrado en la universalidad también del homicidio/homicidas y en las taras psicológicas de éstos. El personaje de Galabru es tan odioso como simpático, tan atroz como casi hasta querible y comprensible en algunos momentos: es un asesino lunático, anticlerical, "un anarquista de Dios", un hombre locamente enamorado que no acepta ser rechazado y descarga su ira en arrebatos criminales.
Es apasionante la dialéctica juez/asesino, con un contenido moral y ético que a veces se confunden, pues tanto uno como otro buscan fama, el primero para ascender y solidificar su posición, el segundo para que su lunático proceder alcance reconocimiento y paradójica felicidad al verse publicado en los periódicos sus textos.
Estamos tanto ante un drama de época, como ante una estupenda crónica criminalista, como, sobre todo, ante una sarcástica y aguda crítica a la sociedad y política francesas de la época y de cualquier época. Llena de matices, es un film soberbio en todos los niveles, con un Galabru especialmente genial y una joven y ya descollante Isabelle Huppert también. Obra maestra prácticamente.
kafka
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27 de septiembre de 2013
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bernard Tavernier se inició en el cine como periodista y crítico, autor de varios libros sobre cine, comenzó siendo ayudante de dirección en films de Godard y Chabrol, logró dirigir su primera película en 1973, “El relojero de Saint-Paul” con excelente éxito, este sería su tercer largometraje. “El juez y el asesino” es una reflexión sobre el arribismo y la hipocresía de la sociedad burguesa del siglo XIX, desde la denuncia del poder hasta la ridiculización de la justicia.

Historia basada en hechos reales, habla del oportunismo de un personaje que se aprovecha de la desgracia ajena para intentar sacar tajada política. Tavernier, que consultó los recuerdos del juez, conservados en la Biblioteca Nacional francesa, reconocía haber mezclado lirismo e ironía en su narración. Y afirma el cineasta que el resultado final responde a su idea de que "una sociedad puede ser juzgada en función de la manera como trata a sus enfermos mentales". La película, rodada en escenarios naturales tiene una magnífica fotografía y una cuidada ambientación.

Joseph Bouvier (perfecto Michel Galabru) es un desequilibrado que se considera un “anarquista de Dios” acusado de varios asesinatos tras escapar de un manicomio. El ambicioso juez Rousseau, soltero (estupendo Philipe Noiret) que vive con su madre, pero mantiene a una pobre chica como amante, se hará cargo del caso. La película se deja ver con simpatía hacia los personajes desfavorecidos, pero lo que no me gusta es un cierto tufillo político de mensaje panfletario que nos obsequia el director.
Antonio Morales
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21 de abril de 2021
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli tiene buenos actores y un guión más o menos potable, pero en su conjunto es bastante deficiente.

Lo primero que destaca es su relativismo moral, exacerbado por esa frase final donde más o menos nos están diciendo que el asesino este nunca tendría que haber sido juzgado porque el pobrecito estaba loco (sabía violar, sabía matar, sabía vivir sin trabajar, sabía escribir y sabía tocar el acordeón... pero "no era responsable de sus actos..." (SIC)). Si esta es la crítica a la sociedad francesa de la que todo el mundo habla, entonces acepto que es es una crítica a una sociedad totalmente podrida con la que el propio director se alinea. ¿El César Calígula era completamente irresponsable de sus actos, o más bien cometía sus actos de enfermiza egolatría porque nadie le detuvo a tiempo? Pues algo parecido...

En segundo lugar, la peli se me hace insulsa y larga, y sólo me parece que sobrevive a base de líneas de diálogo que le dan a Michel Galabru. Muchas de estas líneas son buenas, tienen chispa, una dualidad moral muy interesante, pero según va pasando el metraje se hacen cansinas, sin aportar más que una hueca repetición de lo mismo.

La peli me ha terminado por marear y por cansar, aparte de ser incapaz de sacarle a esto un mensaje mínimamente sólido. Me ha dado la sensación de ser una astracanada, una farsa de teatro. El tipo merecía que le cortaran la cabeza, para a continuación cortársela a quienes defendían su locura con tal de no ajusticiarle.
En Resumidas Cuentas
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18 de octubre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hijo de una familia campesina de Beaufort, Francia, con escasa solvencia formativa y económica, Joseph Vacher, fue, desde muy chico, un maltratador de animales y, ocasionalmente, de las muchachas campesinas a las que tomaba casi por la fuerza. Pero, su gusto no terminaba ahí, y a los 19 años fue llevado a prisión por haber abusado a un chico menor de edad.

Entonces, se unió al ejército, pero, la rigidez con que era tratado le causaba depresiones… y un día, intentó suicidarse cortándose la garganta. Mientras seguía en el ejército -donde alcanzó el grado de sargento-, Vacher se enamoró de una atractiva empleada de servicio, pero ella nunca le daba entrada y hasta llegó a burlarse de él… fue así, como el hombrecillo reaccionó en forma violenta, y tras hacerle cuatro disparos en diferentes partes del cuerpo, dirigió el arma hacia su cabeza y vacío las dos restantes balas que todavía le quedaban.

Es aquí, cuando comienza esta historia verdadera que, el director Bertrand Tavernier, ha adaptado en compañía de, Jean Aurenche y de Pierre Bost, conservando incluso varios de los nombres auténticos de los personajes. Por los matices ficticios que pudieron haberse agregado, el apellido del protagonista se cambió a Bouvier, pero, en francés, tanto Vacher como Bouvier, significan Vaquero.

Otros detalles de la difícil juventud que padeció Bouvier, se irán desgranando en esta interesantísima trama ambientada en un pueblo medio-fascistoide, monárquico y antisemita, cuando el famoso, Caso Dreyfuss -en cuya defensa interviniera el gran novelista Émile Zola-, estaba teniendo lugar.

Si bien, el capitán Alfred Dreyfus, era un hombre recto, mientras que, Joseph Bouvier, carga con por lo menos 11 asesinatos y era un infame depredador, el filme relaciona los hechos para dar cuenta de cómo, las instituciones encargadas de aplicar justicia, no juegan limpio como se esperaría de ellas.

La delgada línea que separa al que es juzgado y al que juzga, queda aquí muy bien trazada, y en un duelo de maquiavélicas inteligencias, cada uno jugará sus cartas: Para no ser llevado a la guillotina, el condenado… y para lograr hacer parte de La Legión de Honor, el señor juez.

El reparto, muy sólido, lo encabezan, Michel Galabru (Premio Cesar a Mejor Actor); Philippe Noiret, Isabelle Huppert y Jean-Claude Brialy.

Creo que nadie conseguirá salir indiferente de un filme como, <<EL JUEZ Y EL ASESINO>>.
Luis Guillermo Cardona
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