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El Reino (Serie de TV)

Serie de TV. Intriga Serie de TV (2021-2023). 2 temporadas. 14 episodios. Cuenta la historia del pastor Emilio Vázquez Pena (Peretti), candidato a Vicepresidente de la República, cuyo compañero de candidatura es asesinado súbitamente durante el acto de cierre de campaña. Tras el horror llega la oportunidad: Vázquez Pena podría convertirse ahora en el próximo presidente de la nación. Entre intrigas, intentará descifrar quién es el asesino y cuáles fueron sus ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
14 de agosto de 2021
28 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Reino (2021), gran apuesta de Netflix por la ficción realizada en Argentina, es una miniserie de ocho capítulos que cuenta un momento de crisis durante una campaña política luego de un magnicidio. La realización técnica sostiene un relato con muchos agujeros e inconsistencias.

Por Nicolás Bianchi

Lo más destacable de El Reino se encuentra dentro de los llamados rubros técnicos. La serie se ve y se escucha como un producto de primera clase, por lo que es destacable el trabajo de fotografía de Christian Cottet, la dirección de arte de Daniel Gimelberg y la música original de Nicolás Cotton, dentro de lo que se debe incluir al tema de apertura, muy bien lograda también, a cargo de Cazzu.

En una Argentina en la que se resaltan varios componentes de la actualidad post 2001, como los movimientos sociales, las desigualdades, los escándalos mediáticos y la opacidad de un sector del poder, El Reino se apoya en una trama política, contada a modo de thriller, a partir de un magnicidio que se produce durante un acto de campaña. El candidato Badajoz (Daniel Kuzniecka) muere luego de un atentado y su candidato a vicepresidente, el pastor evangélico Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti), queda en el centro de la escena.

El operador y agente de inteligencia Rubén Osorio (Joaquín Furriel), ex asesor del fallecido candidato, comienza a apuntalarlo para que llegue a la presidencia, a lo que en principio se opone la mujer de Emilio, la pastora Elena (Mercedes Morán). Así, el personaje que interpreta Peretti se encuentra tironeado entre dos personalidades fuertes que buscan subyugarlo. De todos modos, lo que debe develarse es lo que hay detrás del asesinato, que es lo que hila a la trama de la serie hasta el final. Es, de un modo muy complejo y con muchas subtramas, un relato en el que la intriga recae en quién cometió el crimen.

El magnicidio que dispara la acción en El Reino, que fue dirigida por Marcelo Piñeyro quien coescribió el guión junto a Claudia Piñeiro, provoca la colisión de distintos mundos. Los evangelistas manejan un tráfico de dinero en negro en el que está puesta gran parte de su energía, mientras desde el púlpito abogan por valores en los que se resaltan lo que ellos llaman “la vida” y la familia. De forma exageradamente subrayada los personajes son presentados como militantes del ‘pañuelo celeste’, imagen que se reitera en la serie hasta el hartazgo (y que es difícil que el público fuera de la Argentina capte).

Uno de los principales problemas de la serie es la sobre explicación de todo, como si el guión no confiara en los personajes que construye ni en la audiencia a la que se destina el relato. A pesar de los diálogos informativos y repetitivos, se destaca el trabajo de Nancy Dupláa como la fiscal Roberta Candia, sobre quien recae la investigación del caso, y el de su jefe, el oscurísimo procurador general interpretado por Alejandro Awada, el mejor personaje secundario que presenta El Reino.

En oposición a la mayoría de los personajes adultos, que están construidos como seres opacos, egoístas e inescrupulosos, además de otras cosas peores que no conviene adelantar, la serie presenta una galería de personajes jóvenes que están retratados de manera noble. El asesor del pastor Julio Clamens (Chino Darín), el sacerdote hippie Tadeo (Peter Lanzani) y la intrigante Celeste (Sofía Gala), empleada de una oficina que se dedica a transcribir escuchas telefónicas ilegales, son los más destacados.

Hay muchos más personajes. Demasiados. Otro de los defectos de la serie es la sobre abundancia de tramas secundarias y de tonos. Las derivas por el lado de la comedia, que se da con una de las hijas del pastor y su pareja, o por el camino de lo sobrenatural, con el personaje de Tadeo, lucen como si fueran escenas de otra serie. El Reino por momentos luce como un cambalache aunque se sostiene por su gran despliegue técnico y un puñado de actuaciones meritorias que, no sin tropezones, permiten que el espectador pueda llegar al final de la historia.

Está disponible en Netflix. Contacto: [email protected].
El Golo Cine
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14 de agosto de 2021
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serie bien hecha, bien contada, bien interpretada. La relación entre los personajes y sus afanes personales despiertan mi interés. La creencia y el autoconvencimiento de que su mentira es una verdad para cuyo sostén es válida cualquier otra mentira me resulta difícil de plasmar. Y en esta serie han conseguido plasmarlo, han dado cuerpo a lo enrevesado y perverso. Hay pulso en la narración. Las actrices y los actores principales mantienen ese pulso y eso tan complejo que es contar a veces sin hablar, provocar nuestras preguntas como espectadores. Bien por la dirección y bien por la ejecución del proyecto. Netflix no se prodiga en series buenas, así que con esta pueden apuntarse un tanto. Buen trabajo.
Amanda Nin
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18 de agosto de 2021
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo festejo la filmografía nacional. Creo que la Argentina era un gran productor de bodrios (salvo algunas contadas excepciones como La Historia Oficial por ejemplo), hasta que bien entrada la década del 90 una serie de autores, productores, guíonistas e intérpretes, levantaron la vara de la filmografía argentina para que tengamos lo que es hoy en día. Los productos que se vienen disfrutando en las últimas décadas dejaron de ser filmes de serie Z o comedias degradantes directo a video y ahora son producciones que se pueden poner a la altura de cualquier ficción de primer nivel. Eso ha venido principalmente de la mano de Suar, Campanella, Szfiron e intérpretes consumados como Darín o precisamente Peretti.

La que aquí nos ocupa es una serie más que interesante, con ideas claramente tomadas de producciones norteamericanas como House Of Cards y algunos hechos que verdaderamente ocurrieron como el caso Lugo en Paraguay. Tiene una gran cantidad de referencias a hechos reales sucedidos en la Argentina (el de Badajoz es muy bueno) y se entremezcla con interpretaciones que van desde lo excelente a lo pasado de rosca.

La idea de un candidato a presidente asesinado es una clara idea tomada de otra parte, pero acá los autores la reformulan a la criolla y le insertan sus propios toques de intriga que van haciendo avanzar la trama hacia lugares más oscuros. Así, la historia se nos abre en varios flancos algunos más interesantes que otros. En principio tenemos la investigación, lo que sucede en la iglesia, las estafas del candidato a vicepresidente, la historia oculta de los asesores presidenciales, y como consecuencia de ellos los bandos de los buenos y de los malos.

En primera línea la historia es llevada con solvencia a cuestas por el Chino Darín, el cual parece haber heredado los dotes actorales de su padre (a diferencia del Nicolás Francella), y de a poco se van desvelando una serie de secundarios más que interesantes sobre los que en los capítulos finales recae el peso de la historia, fundamentalmente Lanzani y Furriel, los dos mejores actores de la serie, el primero de ellos un ayudante del pastor Emilio y el último de un inescrupuloso agente- asesor, lo que hace pensar que a estos dos muchachos les queda poco en el cine nacional.

Precisamente esas buenas interpretaciones (hasta la de Nancy Duplaa, quien me parece el batacazo de esta serie en cuanto a nivel actoral) le dan aire al propio Peretti que funciona a media máquina hasta los últimos dos capítulos, cuando despliega toda su habilidad y le da una tremenda altura a su papel, demostrando porque es hoy en día un actor tan cotizado. Quizá la única que no este del todo cómoda (o sea una mala elección de casting) sea Mercedes Morán, que tiene algunas escenas en las que actúa como una desquiciada y sin duda su personalidad propia no cuadra con una mujer pasada de rosca de esa manera.

Más allá de lo nombrado, El Reino sigue siendo una serie excelente, con diálogos notorios y un muy buen timing. Quizá el principal problema son esos momentos donde la serie nos pide que suspendamos la credibilidad (como hizo por ejemplo un pastor evangélico para ser candidato a vicepresidente de la nación de la lista con mayor intención de votos, cuando las ideologías de género están tan de moda, eso sumado al desprestigio general de la iglesia misma, que no solo no llega a sus feligreses, sino que se encuentra manchada con denuncias de corrupción y abuso).

Aún con estas pifias, creo que EL REINO es una serie Argentina más que recomendable. No creo que sea ni por asomo la obra maestra que algunos críticos dicen que es, no obstante yo la recomiendo por el excelente nivel actoral y por la historia que se va volviendo más y más oscura a cada capítulo, todo ello, si podemos obviar algunas cuestiones dudosas de la premisa inicial que puedan parecernos más o menos creíbles.
Flavio
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18 de agosto de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegó en agosto, la esperada producción argentina financiada y presentada en Netflix “El Reino”, reluciente thriller que mezcla política y religión, del mismo modo comportamiento reaccionario social e individual, hacia el uso desde la organización política de las creencias dogmáticas que representa la religión en este caso evangelista. El relato es explosivo, contundente y bastante atrapante desde muy temprano, con secuencias muy bien logradas, apoyado en una producción de altura.

La apertura de los acontecimientos, encontramos, una fórmula presidencial en la Argentina (valga la redundancia) rompedora e inédita, conformada por un empresario inmobiliario, Armando Badajoz y un pastor evangélico interpretado por el buen actor Diego Peretti (coprotagonista de la excelente película Tiempo de Valientes) y las consecuencias sombrías, derivadas de un acto consumado, de homicidio al propio Badajoz, en un acto de campaña público. Entramos así, muy rápidamente, sin reparo y pérdida de tiempo en la presentación de los distintos personajes como Julio Clamens, interpretado por el Chino Darìn, hijo del “actorazo” Ricardo Darìn y Rubén inmortalizado por el también más que correcto Joaquín Furriel.

Después de esa pequeña introducción, tenemos en pantalla, un thriller que utiliza el intento de hacer política desde los dogmas de la religión evangelista, con muchos matices y subtramas propias, que se van desarrollando conforme avanza la trama, como la búsqueda de congruencia del trabajo político del pastor con sus obligaciones eclesiásticas, las relaciones familiares del núcleo director de la congregación evangélica, entre muchas otras, soportadas por una fotografía oscura y escenarios muy bien logrados; remarcando que si algo tiene bien, esta serie, es su increíble trabajo de producción, donde la música y la fotografía juegan un rol importante, donde a la final es el principal acierto de esta correcta obra.

En términos muy personales, el “El Reino”, quiere dibujar las distintas matices de lo que el poder significa, en concepción y ejecución, ejercicio del mismo desde las esferas más altas de nuestra sociedad y como el mismo modo de efectuarlo, es capaz de generar transformaciones sociales, políticas y conductuales, la manipulación, la oscuridad, avaricia, mentira son derivaciones propias del ejercicio desmedido y sin contrapesos del poder, donde la utilización de las falsas esperanzas, las ventas de ilusiones y el anhelo de la Benevolencia de Cristo hacía con nosotros, son también formas de ejercer poder, a priori argumentos bien demostrados en pantalla de manera muy oscura y hasta retorcida.

La serie tiene muchos aciertos como sus correctas actuaciones, el ritmo narrativo pero el guion en sí, tiene algunas inconsistencias, propias también de un curso desenfrenado por momentos o una historia que a veces abusa sin control del recurso religioso, que llega a cansar, otras secuencias que son realmente inverosímiles y si bien es una historia ficticia, la coherencia en forma de verosimilitud es base angular para que nuestro relato tenga y posea sentido asimilable para el espectador.

“El Reino” es un dibujo ficticio del ejercicio del poder ayudado por las influencias religiosas de su protagonista, comprime en 8 episodios de entre media y una hora de duración cada uno, historia realmente interesante, en ciertos modos original, en otras surrealistas, pero que no deja de materializar un buen entretenimiento en un día de domingo “viendo Netflix”.
Cepeda
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21 de agosto de 2021
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Magnicidio, poder y House of cards

No nos demoraremos demasiado en la trama, principalmente porque sus personajes son múltiples y todos parecen ocultar algún secreto crucial. Lo importante es conocer el desencadenante del conflicto central: un asesinato efectuado en el marco de presentación de una fórmula presidencial. El principal candidato a presidente, Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka), es apuñalado por la espalda en pleno acto, y el devoto pastor Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti), potencial vicepresidente, se verá forzado a tomar drásticas decisiones. Por detrás, descubriremos que se edifica un mundo de corrupción y de juegos de relaciones de poder que los principales protagonistas de esta trama no tardarán en reconocer.

Pero esta House of cards latinoamericana y argentina elige bucear en las aguas turbias de la iglesia evangélica, y subraya con énfasis algo que todos bien sabemos (y por esto es que la serie resulta tan oportuna, en términos temáticos y socioculturales): los líderes eclesiásticos, acaso más que los políticos, aparentan mucho menos de lo que esconden.

Porque pronto saldrán a la luz secretos impúdicos relacionados con el abuso infantil, dinero mal habido, extorsiones, y hasta insólitos misticismos sobrenaturales.

El acierto de la serie El reino es que obtiene lo que se propone sin rodeos: un relato clásico atrapante y pomposo que introduce el misterio de entrada, en relación a un magnicidio político, en tiempos de polarización ideológica tanto nacional como global. ¿Qué puede ser acaso más atrayente que esto? En tiempos de pos-trumpismo y de dominación eclesiástico-política en países continentales tenebrosamente cercanos como Brasil, se trata de un contenido más que atractivo.

*Un thriller universal que deja dudas

Los diálogos explícitos y expositivos sostienen estos extremos que la serie evidencia hasta el final. Más allá de que casi todos los personajes se conciben como moralmente condenables, son claros en su caracterización y el espectador no demora en identificar a los buenos y los villanos. Por eso El reino es una serie factible de ser disfrutada y comprendida en cualquier parte del mundo. Lo primero que destaca es su soberbio despliegue de producción y calidad técnica, en pos de esta visión internacional y universal que pone de manifiesto. No obstante, se incluyen pertinentes referencias a la actualidad sudamericana, y a acontecimientos funestos de Argentina como la terrible crisis del 2001.

Lo cierto es que la serie, a lo largo de sus 8 episodios, no se corre de los lugares comunes del thriller. Juega con la exacerbación de los conflictos, con un sólido Joaquín Furriel componiendo al principal villano (y al mejor personaje de toda la serie).

*Conclusión

Hacia el final, como se podía anticipar, las cosas se desdibujan un poco y aparecen las temidas incongruencias del guion. La vertiginosidad con la que parece concluir El reino genera inexorables interrogantes, de cuestiones que claramente no cierran:

¿Qué sucede con esos caprichosos poderes del Pescado? ¿Acaso no podría haberse teletransportado a otro espacio junto al bonachón Tadeo (Peter Lanzani) justo antes de que los atraparan? ¿Y el absolutamente vano personaje interpretado por Sofía Gala, que nutría de misterio esos primeros episodios? ¿Debemos simplemente aceptar que se trata de otra mera víctima de ese encantamiento evangélico fanatizado y ya? ¿Por qué tanto énfasis en la aparente vocación benéfica de Tadeo y Remigio? Si sólo actuaron cuando el amenazado fue “el elegido”, y no lo hicieron en defensa del resto de los niños desolados. ¿Y ese final más incierto que catastrófico entre el ensimismado Julio Clamens (Chino Darín) y Ana (Vera Spinetta)?

El reino, que articula desde un principio recursos propios de un thriller clásico universal, se tambalea a lo largo de sus 8 episodios. Ofrece secuencias brillantes (como la sórdida reflexión sobre el amor en el capítulo 7), pero deja más preguntas que respuestas en un producto que parecía apuntar a otra cosa.

Escrito por Juan Velis
Cinemagavia
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