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Eiffel

Drama. Romance Habiendo finalizado su colaboración en la Estatua de la Libertad, el célebre ingeniero Gustave Eiffel (Romain Duris) está en la cima del mundo. Ahora, el gobierno francés le está presionando para diseñar algo espectacular para la Exposición Universal de París de 1889, pero Eiffel no está interesado. De repente, todo cambia cuando en su camino se cruza una misteriosa mujer de su pasado (Emma Mackey) y el fuego de su pasión prohibida se ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
13 de noviembre de 2021
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de reconocer que fui bastante ilusionada al cine por la temática, pero me dí de bruces al comprobar que la película no se centra en la figura de Gustav Eiffel, del ingeniero, se centra en una (de las muchas, pero de eso no dicen ni mú) relación que tuvo con Adrienne Bourgès, la hija de un burgués con el que coincidió en un momento de su vida, cuando era joven y de su posterior reencuentro en París años después. De que tuvo una relación con esta mujer hay evidencias, sin embargo de que se volvieran a encontrar, ni una. El 80% de la duración de la película se centra en esto último, el 20% es la construcción de la torre, que es espectacular visualmente, eso sí.

La interpretación de Emma Mackey la ví muy flojita (y eso que me encanta en Sex Education), la de Romain Duris algo mejor, pero tampoco nada reseñable.

Resumen: un pastel.

Me desfogo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Veintitres
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12 de noviembre de 2021
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva propuesta de Martin Bourboulon, Eiffel, es, en efecto, lo que se anuncia al espectador al inicio del film: libremente inspirada en hechos reales. Es un melodrama que combina el relato de la cimentación de la llamada Torre de 330 metros con el romance ficticio protagonizado por su inventor y Adrienne Bourgès, mujer que se presenta como el amor de su vida.

A su vez, la crónica tiene lugar en dos períodos temporales distintos, principalmente a finales de la década de 1880 pero con constantes saltos al pasado, de hasta veinte años de diferencia. ¿El motivo? La fogosa relación de amor entre Eiffel y Bourgès nació dos décadas atrás, sin embargo, una ruptura precipitada les llevó por dos caminos completamente distintos y destinados a cruzarse de nuevo.

El resultado de esta combinación entre historia, ficción y tensión sentimental (con adulterio de época de por medio) es un desarrollo muy irregular. Acaba siento extremadamente convencional y cliché en el amor imposible y deja con ganas de más en el terreno de la ingeniería y los personajes secundarios que la envuelven.

En cuanto a los protagonistas, las interpretaciones de Romain Duris como Gustave Eiffel y Emma Mackey como Adrienne Bourgès son destacables, aunque la trama amorosa no acabe de ser del todo creíble si se tiene en cuenta que entre ellos –supuesta y sorprendentemente– se dice que hay tan solo diez años de diferencia, a pesar de que entre los actores hay más de veinte. Aun así, la película consigue llevar al público al escenario romántico ideal que es París.

Si bien el reparto es acertado, el punto fuerte de Eiffel –y por lo que puede llegar a despuntar– es el detalle de la edificación y recreación de la torre. Sorprenden planos y escenarios que resaltan la belleza de una atalaya tan majestuosa. Además, a lo largo de la narración se muestran los procesos de diseño y planificación de la obra que, pese a llegar a ser repetitivos, aportan un matiz de intriga e interés por ver la solución final. Impactan sobre todo las escenas donde tanto los obreros como el propio ingeniero y Bourgès caminan por las alturas de lo que es, únicamente, la base del monumento.

En conclusión, el espectador está ante un drama histórico que ofrece un intento de cuento de amor imposible, compaginado con la creación de la torre Eiffel, al más puro estilo Titanic (pero sin tantas tragedias). Casualmente diseñada en forma de A —en referencia a Adrienne, como se sugiere en los créditos del largometraje—, resulta un curioso homenaje a una de las construcciones más renombradas de la historia contemporánea.

www.contraste.info
Revista Contraste
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17 de noviembre de 2021
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia se centra en el tiempo que va desde la recién inaugurada estatua de la libertad en Nueva York, regalo de Francia a los estadounidenses y cuya estructura interior es obra del taller de Gustave Eiffel, hasta la inauguración de la icónica torre en París con motivo de la exposición universal de 1889.


La película del director francés Martin Bourboulon es un impecable ejercicio de estilo sobresaliente en todos sus apartados técnicos y con una historia que engancha desde el minuto uno gracias a una dirección muy ágil y que no desfallece en ningún momento. Asombrosa y realista la recreación de la torre en todas sus fases de construcción, así como la personalidad adusta, humanista e impulsiva del ingeniero Eiffel muy bien interpretado por Thomas Bidegain.

Es en la historia romántica donde la película pierde un poco de fuelle, a mi juicio y se torna en un biopic sensiblero y melodramático algo inverosímil pese al esforzado trabajo de la pareja protagonista y un final épico que pretende estar a la altura de la torre que fue durante más de cuarenta años la construcción mas alta del mundo.
kawenzotz
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16 de febrero de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que los responsables del film pensaron que enfocar esto como una suerte de "Tucker, un hombre y su sueño· no bastaba. Debido a eso, lo que queda es un drama de época demodé -cosas clasistas, elecciones varias, engaños amorosos- mezclado con una estructura narrativa a menudo basada en flashbacks un tanto cargante, a la que compaña un desarrollo de lo tocante a la mítica torre un tanto tópico.

Una pena - el esfuerzo de producción se ve en pantalla y el cast está solvente.

Pero, como historia -- es una suerte de folletín decimonónico.

Poca cosa. Pena.
metabaron
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18 de febrero de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Martin Bourboulon nos presenta el biopic de Gustave Eiffel, un verdadero genio de la ingeniería del metal a finales del siglo XIX, cuyas obras se mantienen en pie y son utilizadas aún hoy en día, y cuya impronta más famosa es la icónica torre con forma de A que lleva su nombre en París, un orgullo para la nación levantado en un momento en el que Eiffel se hallaba en la cima de su fama.

Eiffel nos presenta el proceso de construcción de la torre de 300 metros que lleva su nombre, todo un desafío de ingeniería de la época que tras la presentación de su proyecto y su triunfo como propuesta de monumento capital para la Exposición Universal de París de 1889 fue adjudicado al taller de Eiffel para su construcción.

En el largometraje de Bourboulon, se mezclan retazos de realidad sobre la naturaleza del proyecto con un romance imposible que se irá desarrollando en forma de flashbacks del ingeniero tras volverse a cruzar con una mujer de su pasado. Entre los hechos reales se retratan aspectos como la preocupación de Eiffel por la seguridad en la construcción, que consiguió que ninguno de los trabajadores de tan magna obra muriera durante su construcción. Otro hecho sorprendente y real, es que tras algunos años después de la exposición la torre debía desmontarse.

Si como retrato de las proezas modernistas de la construcción con el metal y la recreación del levantamiento de la torre no solo funciona si no que es espectacular, la mezcla con una trama de amor entre clases imposible pese a estar bien llevada resulta poco creíble, y los flashbacks distraen en realidad del meollo de la historia, que es en si la construcción del monumento con todos los desafíos tanto técnicos como financieros que se presentan.

Con amoríos o no, la película sobre Gustave Eiffel es bastante fría y aséptica, muy falta de emoción excepto en las ocasiones en las que las grandes proezas de ingeniería de Eiffel, quizás las verdaderas protagonistas de la cinta, son puestas de relieve. Y es que esas escenas de las demostraciones en el taller, del trabajo con las grandes piezas de hierro, y de su épico encaje son sin duda lo mejor.

Destaca sin duda también la fotografía, con esas preciosas vistas del crecimiento de las estructuras forjadas y las vistas desde de las alturas al atardecer. De igual forma, inspira esa ambientación a luz de gas del París de finales del siglo XIX, cargado de ingenios como el coche del periodista que proclaman el advenimiento de la modernidad de los tiempos.

Eiffel es con todo ello una película correcta sin más, que rinde homenaje al símbolo más reconocible de París y al genio de su creador, el inmortal ingeniero Gustave Eiffel.
LordLeal
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